Capítulo 42.

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[Οικογένεια.]

Natalia miraba a Makis como si estuviese a punto de ver como una segunda cabeza, y al ver que realmente eso no ocurriría, resoplo un poco frustrada. La castaña se encontraba en desventaja, pues ella solo tenía una lengua, y esa era el español, sin embargo su esposa hablaba fluidamente el español, el francés y el griego, saltando en innumerables ocasiones entre uno y otro.

La alfa milenaria nunca había reparado en su labilidad con respecto al idiota que hablaba, sino que los hacía de manera inconsciente y casi inocente. Ella solo se dejaba llevar por la emoción y terminaba por armar un discurso un tanto revuelto en palabras y algo incomprensible en idiomas.

—¿Mamá se ha roto? — Artemis tiraba suavemente de la manga de su madre al escuchar la trifulca. — No creo que solo se haya quedado así por algo bueno.

—No lo sé, hijo. — Natalia solo podía mirar los ojos abiertos de Makis y la sonrisa torpe con la que se había congelado. — Creo que...

Mientras decía eso, la castaña intentó dar un paso hacia atrás, siendo impedida por las manos de su esposa que se prendaron al hueso de sus caderas. Y tan pronto como la calidez de la piel tostada acarició ese hueso sobresaliente, sus rodillas la dejaron sumisa y llena de una devoción nunca antes vista en el rostro de una persona.

La morena llevó su nariz hasta ombligo de su esposa, acariciando dulcemente con la punta, como si temiera que de alguna forma pudiese hacerle daño; pero eso no era suficiente, necesitaba tenerla piel con piel y sentir que el vello se le erizaba y que el olor de su piel se grabara hasta lo más profundo de su cerebro.

—¿Makis? — Intentó nuevamente, colando con suavidad los dedos entre esas negras hebras. — ¿Puedes hablarme?

—Te amo. — La voz le tembló al pronunciar cada una de sus letras, y casi como si temiese que algo de lo que tenía se escurriese entre sus manos, estiró los dedos hasta alcanzar la camisa de su hijo y lograr estrecharlo junto a su madre. — Yo los amo, los amo demasiado.

Artemis rio con fuerza. — Mami, me estás apretando. — Espetó apretando a manos llenas la ropa de su madre. — Yo también las amo.

—Makis. — Natalia sabía que ese momento precioso se debía a algo, y era algo que a ella se le escapaba. — Lo siento, pero no comprendo el griego y no sé qué es lo que está pasando. — Cuidadosamente barrió el cabello que contorneaba su rostro y acarició con la punta de sus dedos hasta su barbilla. — Tienes que decirme lo que está pasando para poder alegrarme o entristecerme contigo.

La alfa trazó con la punta de sus dedos el contorno del vientre plano de Natalia, jugueteando y riéndose ante el tacto tan suave de esa piel que adoraba cada noche, en esa misma cama. Cuidadosamente bajó us labios y besó la extensión blanca de piel que se abría paso como una especie de mapa maravilloso que únicamente ella podía leer.

—No estoy segura. — Susurró. — No al cien por ciento. — Los ojitos le brillaron de una manera demasiado especial, tanto que Natalia no lo pudo dejar pasar. — Pero, todo me dice que usted está embarazada. — Entonces comenzó a repartir besos, sabiendo que de alguna manera, si se esforzaba lo suficiente, quizás podría escucharlo. — Sus ojitos me dicen que usted está embarazada.

La felicidad parecía revolotear alrededor de Makis, tanto que incluso llegó a contagiar al pequeño Artemis que había desechado por completo la idea de ir a cabalgar, porque ahora tenía un problema más apremiante que atender. Él también estaba interesado en saber si su hermanito ya se estaba horneando o solo había sido una especie de broma entre sus madres para hacerlo desistir de la idea de que le hornearan un hermanito para jugar.

Mi Luna. - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora