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"... Tu me enseñaste a odiarte."

-Creo que lo mejor será terminar -Dije de una vez. El plato que se encontraba en sus manos cayó al suelo rompiéndose. Meliodas se acercó a mí, parecía nervioso y su mirada se veía muy triste.

-¿Qué...? ¡No! ¿Por qué? -Me tomó de los hombros tembloroso, yo solo aparte sus manos de mi y miré el suelo. Lo que estoy haciendo me duele un mundo entero y el hecho de que me toque me mire con sus hermosos ojos a punto de llorar solo me rompe el alma y me hace sentir peor, pero ya no hay vuelta atrás, tome una decisión que es la mejor para al menos uno de los dos.

-¿De que nos sirve seguir juntos si no puedo darte lo que más quieres? -Hice todo mi esfuerzo para no sonar débil, pero a penas esas palabras salieron de mi boca mi voz se rompió y mis ojos se llenaron de lagrimas. Este tal vez sea el peor error de mi vida, pero tal vez sea el mejor de su vida, y voy a hacer lo que sea para Meliodas sea feliz.

-Elizabeth, tu no sabes lo que yo quiero.

-¡Solo quiero lo mejor para ti, Meliodas! -Grite, a la vez un par de lagrimas bajaban por mis mejillas. En toda mi vida nunca creí que seria yo quien terminaría con Meliodas, de hecho nunca creí que terminaríamos, siempre pensé que lo nuestro sería para siempre, que nada ni nadie nos separaría, pero sin embargo aquí estoy yo acabando todo por su felicidad.

-¡¿Lo mejor para mi?! ¡¿Entonces lo mejor para mi es no estar más contigo?! -Me sobresalte al oírlo gritar y golpear el puño con la mesa. Subí mi mirada y lo que vi me destrozó el corazón, Meliodas estaba llorando, y eso solo me hizo sentir peor y culpable. Él lloraba por mi culpa.

-¡Exacto! Yo no puedo darte lo que tu quieres.

-¿Y como sabes que es lo que yo quiero?

-Tu quieres un hijo Meliodas, y yo no puedo dártelo... Lo siento. Creo que lo mejor es terminar con esto -Lo vi bajar la mirada y ahí lo supe, yo había ganado. Por un lado me sentía feliz de que al menos uno de nosotros podría ser feliz, pero por el otro me dolía el hecho de que ni siquiera había dicho que su felicidad solo la tendría conmigo y que no le importaba el no tener hijos siempre y cuando estuviera conmigo.

-Si. Tienes razón, hay que terminar con esto, pero no por eso, sino por la manera en la que estas comportándote, Elizabeth -No dijo nada más, simplemente salió de la cocina azotando la puerta y dejándome sola con los ojos llenos de lágrimas, esto había dolido más de lo que imaginaba. Ahora estaba sola y con el corazón roto.

Saturno - MelizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora