La Fortaleza estaba repleta de agentes que iban de un lado a otro para atender a los Ixes y a las grandes familias que estaban de visita, pues con la noticia de la vinculación nywïth del Ix Realix, todos querían venir a conocer a la nueva jefa del clan. Caminar por los pasillos era un suplicio, ya que cada vez que pestañeaba se abría un portal mágico del que salían o entraban neis en tropel.
Mi pulso seguía acelerado debido a las nuevas de Zeri. El muchacho mantenía el contacto con un amigo que vivía en Rubí, quien le había contado que estaba ocurriendo algo extraño en el reino Rojo. Cuando dejó de recibir noticias suyas, se preocupó y decidió ir a comprobar si le sucedía algo, lo que suponía desobedecer las órdenes que le habían dado Killian y los soldados cuando le permitieron quedarse en la Fortaleza. Quentin se enfadó con él por faltar a su palabra, pero los tres sabíamos que la rabia del soldado nacía de la preocupación por el muchacho, pues había corrido un riesgo innecesario.
Me mordí la lengua para evitar gritarle a la enésima persona que se chocó conmigo e intenté abrirme paso entre la multitud. ¿De dónde salía toda aquella gente? Respiré aliviada cuando alcancé un corredor que parecía estar vacío, pero en cuanto doblé la esquina, me encontré con un pasillo tan abarrotado como el anterior.
«Al final los malditos portales no sirven para nada» —pensé al borde de un ataque de nervios.
—¡Moira!
Distinguí la voz de Alis entre las conversaciones que inundaban el lugar y vi su melena rizada a lo lejos. Aceleré el paso, afectada por la preocupación, y la joven imitó mi comportamiento hasta que me alcanzó.
—¿Has hablado con Zeri? —dijimos al unísono.
El semblante de la aqua se tornó serio y Alis me tomó de las manos, lo que extendió un hormigueo por todo mi cuerpo. La niebla amenazó el límite de mi mente y la sensación de vértigo que me revolvió el estómago desapareció en cuanto posé los pies sobre el suelo de su cuarto.
—¿Crees que se trata de la misma dolencia de la que hablaba mi padre? —me preguntó mientras empezaba a caminar, presa de los nervios—. ¿Cuántos afectados hay? ¿Será culpa de Catnia? ¿Cómo es posible que haya personas enfermas en Neibos, Moira? ¿Qué vamos a hacer?
—No lo sé. Hablaré con los soldados para ver si han averiguado algo, pero, Alis, tenemos que contárselo a tu hermano.
—No le va a gustar. Tiene el humor de un lince de las tinieblas desde hace días.
—Tendríamos que habérselo contado en cuanto encontramos el primer diario.
—Ya lo sé —dijo arrepentida—. Solo quería ahorrarle un disgusto.
—Si los habitantes del clan Rubí están enfermos, quizá podamos encontrar una solución en los escritos de Adaír. No se enfadará tanto como crees, ya verás.
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La perdición de la tormenta (Completa)
Fantasy-Romance, fantasía, aventura- Obligada a vivir al margen de la sociedad por no ser como el resto, la singular Moira Stone se verá forzada a salir de su escondite cuando un inaudito acontecimiento amenace con destruir su hogar. ¿Pero qué puede hacer...