Capitulo 6

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Sergio Pérez.

Montecarlo Mónaco

La tercera vez que vi a Madeleine fue muy distinto todo, ella llevaba un vestido de flores blanco con rojo, su pelo iba suelto y su aspecto tan natural me hizo pensar que de verdad esta monegasca me gustaba.

—Mañana me voy a Italia. —Su sonrisa se desvaneció.

—Bueno, creo que fue bueno mientras duro.

—No creo que no me explique bien —Estábamos en un restaurante con vistas al mar y muy pocas personas. Por lo que sentí que era necesario decirle, pero mis intenciones no eran esas, le pienso decir porque quiero volver a verla. —Te comentaba porque a lo mejor regrese hasta dentro de una semana.

—Pero...

—¿O quieres ir conmigo a Italia?

—No, puedo verte desde la televisión. — Me sonrió — Mejor cambiemos de tema.

—¿De que quieres hablar?

—No se. ¿Tienes hermanos?

—Si tengo una hermana y un hermano.

—Yo solo tengo una.

—Es mejor tener un hermano, a mi me decían que era adoptado y me lo creía.

Los dos nos reímos, me acorde de lo que me decían mis hermanos.
La comida transcurrió con normalidad, tenía muchas ganas de decirle que estos días en los que nos habíamos conocidos eran muy especiales para mi. O eso creo..
Al parecer Madeleine es más atractiva y profunda de lo creí. Compartimos bastantes gustos al igual que creo que es una gran amiga.

—Si necesitas alguna cosa no dudes en llamarme.

—No te preocupes Checo, estaré bien en lo que nos vemos de nuevo.

En estos momentos los dos nos tratamos como amigos, yo no quiero forzar nada y mucho menos esperar algo que tal vez nunca pase.

La personalidad de Madeleine me hace preguntarme como alguien puede ser mucho más de lo que uno espera.

En cuanto a los chicos es otra cosa muy diferente, he tratado de escaparme para ir a ver a Madeleine. Carlos y Max son los únicos que saben la verdad mientras los demás siguen preguntándome ¿Qué demonios hago?

Al llegar al hotel todos me estaban esperando para irnos al yate de Max.

—¿Qué tal la monegasca?

—Está bien, creo que como amigos funcionamos más.

—Odio que hablen español. —Lando salió de la puerta del hotel —Por lo menos enséñenme más se los ruego.

—Ya no te enseñare español porque siempre dices cosas que no son o confundes las letras.

Lando se rindió en su intento por suplicarnos para que le enseñemos español.

Los viajes en amigos son más divertidos, más cuando tienes amigos que parecen que no maduran. Apenas el yate se paró y todos comenzamos a tirarnos al mar, la sensación de estar flotando acompañado con las risas y chistes me parece que esto es felicidad.
Tanto ellos como yo estamos en constante presión por las carreras, teníamos bastantes cosas en casa sin mencionar los problemas y entrenamientos de cada uno, pero todo es diferente aquí.
Solo éramos nosotros, flotando en el mar mientras dejábamos que todo se fuera. Las risas, el pelo mojado, los intentos de que Lando sea mejor nadador, me hicieron olvidar de todo lo que pasaba a mi alrededor.

𝐌ó𝐧𝐚𝐜𝐨 | 𝐒𝐞𝐫𝐠𝐢𝐨 𝐏é𝐫𝐞𝐳 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora