QUERIDA AMIGA

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Florencia, Italia, 2014

AMIGA:

¿Para qué sigues sufriendo por algo que no vale la pena? ¿Para qué lo quieres? ¿Para no estar sola? ¿Para sentir que alguien te escucha? Eso puedes encontrarlo en cualquier parte y no hace falta arriesgar todo lo que tienes por una cosa que, bien sabes, es pasajera.

¿Para qué te haces la tonta?, estás perdiendo el interés, a ti es difícil mantenerte contenta y motivada. Sabes muy bien que ya se estaba pasando esa magia de la novedad.

Retoma tu vida, sal con tus amigas. Enfócate en el proyecto del libro, vuelve a leer. Toma clases de lo que te guste. Distráete. Estás en una etapa maravillosa de tu vida. Disfrútala. No te dejes opacar. Tienes una familia maravillosa, unos hijos hermosos. Un esposo que, aunque no es perfecto, te ama. Te lo demuestra en cada detalle. Te complace comprando lo que quieres. Dándote libertad de ser como eres. No olvides cuánto ha hecho por ti.

Es el papá más responsable, amoroso y perfecto para tus hijos. Cada cosa que hace es por amor a ellos y por amor a ti. Lo hace para que tú estés bien. Por tu bienestar. Te quita responsabilidad no porque no puedas, sino porque eres una princesa a la que le gusta consentir en exceso. Sabes bien que con él no debe faltarte nada, no debes buscar pretextos, no estás sola. Y él te complace en todo. ¿O me dirás que no ha sido tu mejor hombre? ¿El mejor amante que has tenido? ¿Entonces? Amiga, ¿por qué buscas en otro lado lo que tan cerca tienes de ti?

Entiendo que necesitabas un amigo que te te comprendiera, que te escuchara y pudiste comparar tu vida con la de otra persona. Pero sabes que lo que estabas sintiendo no es más que una ilusión creada por tu mente. Acéptalo. Amiga, ese supuesto amigo no es real. Confía en lo que Dios te ha dado. Por algo pasan las cosas, siempre se ha dicho. Bueno, pues pide que te ilumine para que puedas discernir que tiene algo mucho mejor para ti. Y sabes bien que traes esa luz divina que él ha puesto en ti.

Querida amiga, no sufras más. Recuerda esa canción que tu madre te cantaba:

Chiquitita, te quiero. No quiero verte así

Ven aquí, a mi hombro, y dímelo

Cuenta conmigo ya

Tan segura te conocí y ahora tu ala quebrada

Déjame arreglar

La quiero ver curada

Chiquitita, no hay que llorar

Las estrellas brillan por ti allá, en lo alto

Otra vez vas a bailar y ser feliz

Quiero verte sonreír para compartir tu alegría, chiquitita.

Ciudad de México, abril, 2014

Querida amiga:

He estado tentada a escribir desde hace mucho tiempo, pero no había encontrado el valor, son tantas cosas las que quisiera compartirte y es tanto lo que tengo que rascar en mi pasado y mi presente, que me es difícil empezar a contarte algo.

Hace años debí haber empezado, pero el universo acomoda las cosas en el tiempo que deben ser, y es ahora cuando debo hacerlo.

Amiga, mi vida ha sido casi perfecta desde la última vez que nos vimos. Este esposo mío es muy bueno. Tengo la casa que quiero, mis hijos van a una buena escuela, tengo mi camioneta de mamá. Mis días se van entre cafés con las amigas, comidas, cenas, clases de piano, la natación, el karate de los niños. La casa, las tareas.

En fin, llevo mis días bastante ocupados, pero en algún momento entre todas esas actividades, cuando te quedas en silencio con tus pensamientos, me siento sola. A veces siento que pierdo mi identidad. Eres la esposa de, la mamá de. Y la mujer que está ahí representando todos esos papeles se ve al espejo y se pregunta: ¿y yo? ¿Qué estoy haciendo para mí?

Hasta que te vuelva a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora