Ep. 40

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      El día comenzaba a oscurecerse rápidamente y los rumores no dejaron de esparcirse más y más hasta que pronto los profesores se vieron obligados reunirse con el director para comentar sobre las sospechosa desaparición de dos estudiantes.
   En la sala se hallaba un desagradable ambiente tenso y más frío por más antorchas que estuviese iluminando.
   —¿Por donde deberíamos comenzar?—Preguntó McGonagall, mordiéndose los dedos con nerviosismo—No hay pista alguna, desaparecieron como polvo en el aire.
   —Los amigos de Lambert confirman que no volvió desde de la noche anterior y no tienen idea de donde podría estar, ni siquiera un escondite, ya que el muchacho era ciertamente, amigable y abierto—Comentó el profesor de Aritmancia—Y es uno de mis mejores alumnos.
   —Estoy consciente de eso, pero… ¿Qué hay de Astoria? ¿Astoria Greengrass? La chica de Slytherin—Albus se levantó de su escritorio y caminó hacia el resto de los profesores, mientras acariciaba su barba, pensativo—¿Hay algo sobre de ella?
   —Draco Malfoy dice saber algo, pero no esta del todo seguro—Aclaró otro de los profesores que allí se encontraban—Snape ni siquiera se ha aparecido por aquí.
   —¿Será que esta ocupado tratando de encontrar a su alumna?
   —No lo sabemos.
   La oficina se silenció de nuevo y entonces la puerta se abrió lentamente, dejando notar una cabecilla rubia que se asomaba con cautela.
   —Draco—Llamó Dumbledore—Pasa, por favor.
   El chico accedió al lugar, unido tímidamente a la otra chica detrás de él. Peverell trató de no llamar la atención, pero una vez que alzó sus ojos, todos los profesores tenían la mirada clavada en ambos.
   —Buenas tardes, Director—Saludó la chica, haciendo una cordial reverencia—Vengo acompañando a Draco.
   —Ya lo noté—Una sonrisa apareció por encima de su blanca barba—Así que ambos tienen información, ¿Cierto? Sobre lo que está sucediendo.
   —Sinceramente, Director Dumbledore…—La chica tragó saliva e intentó conectarse con la mirada de Draco antes de proseguir, pero ni siquiera halló los agujeros negros. Él también estaba demasiado nervioso y no podía dar cara a la situación—Creemos que es un tema complicado, así que deseamos hablar a solas… Solo con usted.
   Explicó. Entonces todos los profesores se miraron entre ellos, extrañados por la petición basada en la cabeza baja de Malfoy y el tono nervioso de la castaña.
   Jurando que de verdad era un tema complicado, ¿Qué podría ser para que otros más no pudieran escuchar a excepción de Albus?
   Se cuestionaban.
   Incluso Pomona Sprout se vio obligada a abandonar el lugar junto con los demás, a pesar de que el asunto se trataba de uno de sus estudiantes desaparecidos.
   ¿Era el momento para decirlo? ¿Era correcto decirlo?
   La chica y el chico se miraron a la cara.
   Una clara y corta conversación bastó para que ambos decidieran en irle a contar al Director lo que estaba sucediendo. Pero había algo, ese algo que detenía a ambos en las palabras queriendo salir del nudo de sus gargantas.
   ¡Tenían que hablar!
   Pero ninguno cedía.
   No había nada.
   —Ustedes dos han estado juntos últimamente y eso me da… Curiosidad—Comentó el anciano, tomando su túnica y caminando nuevamente a reposar en su silla frente a su escritorio—¿Es verdad lo que lo que se rumora por allí?—Sonrió—Perdonen mi curiosidad, soy un apasionado al romance.
   —¿Qué es lo que se rumora por allí?
   —Una Gryffindor… Y un Slytherin…—Suspiro—¿Cuándo se vería una historia así aquí en Hogwarts? Me hace creer, que no hay nada que no se pueda experimentar o probar.
   Peverell bajó el rostro y no pudo evitar soltar una blanda sonrisa que resaltó lo suficiente para que Albus se diera cuenta que el ambiente ya no estaba tan tenso como antes.
   Draco muy apenas sintió sus nervios irse lentamente, mientras sentía la calidez que el cuerpo de ________ le compartía cada vez que ella se acercaba a propósito a él.
   Suavemente, la caricias podían darse de cualquier forma, incluso sólo con la mirada.
   Al cabo de unos minutos, ambos volvieron la cara hacia el director, dispuestos a dar el siguiente paso.
   —Principalmente—Inició la chica—Se trata de Darío, Darío Lambert.
   —Claro, ¿El chico de rizos dorados?
   Peverell tragó saliva e intentó dar la primera palabra, pero apenas pronunció un solo sonido, la puerta se abrió con brusquedad, dejando mostrar el rostro de la profesora McGonagall.
   Detonaba una emoción que no se podía descifrar.
   —¡Han vuelto!—Alardeó en voz alta—¡Ellos han aparecido! ¡El chico de Hufflepuff y la chica de Slytherin!
   _________ y Draco se voltearon a ver atónitos ante la repentina noticia, pero algo no estaba bien, la misma McGonagall lo decía con sus opacos ojos y su mirada inerte.
   ¿Cómo es que aparecieron justo en el momento en que estaban a punto de decir el secreto?
   Dumbledore se levantó y se apresuró a caminar hacia la salida, pero antes de detuvo a mirar fijo al par de estudiantes.
   —¿Es necesario que lo tengan que decir? ¿O esta bien si ya aparecieron sus compañeros?
   Draco tomó la mano de la chica cautelosamente, claramente no había nada de bueno con que aparecieran así porque si. Es como si de alguna forma, estuvieran vigilados.
   Un foquito rojo que advertía una cámara de seguridad.
   —No, Señor.
   Albus asintió, queriendo creer en ello y su blanco cabello desapareció detrás de la puerta.
   —¿Viste eso?—Preguntó Peverell, retomando su respiración normal, alejándose mientras intentaba no entrar en un ataque de ansiedad por tanta frustración que se acumulaba en sus pensamientos.
   —¿Darío y Astoria aparecieron milagrosamente justo cuando apenas nosotros daríamos una revelación de Lambert? Parece tan calculado.
   —¿Crees que haya hecho algún teatro dramático? Es decir, no es como que pudieran aparecer completamente bien.
   —Algo no está bien, es decir… ¿Por qué ahora? ¿Por qué Astoria? ¿Por qué desaparecer?
   —Debemos ir lento y en orden, recuerda que todo puede estar dentro de un plan—Murmuró—Esto me está poniendo demasiado ansiosa, todo… Todo esto está pasando tan rápido, ¡Darío quiere volvernos locos!
   El rubio la atrapó entre sus brazos para poder calmarla. La rabia comenzaba a hacerse presente y eso asustaba, especialmente a él.
   Conocía perfectamente lo que era explotar del estrés y lo peor que era, no tener a nadie allí. Una noche tras otra, y todo podía empeorar, conociendo la fuerza con la que transmitía la magia.
   Peverell podía ser más peligrosa de lo que imaginaba.
   Él estaba allí.
   No tenía por qué frustrarse más.
   —Draco.
   —¿Mh?
   La chica se quedó callada, intentando mezclar las palabras correctas en su cabeza, buscando la manera de sonar lo más ilusa posible.
   Pero era su deseo.
   —¿Y si nada de esto fuera real?
   —¿Por qué no sería real?
   —¿Y si he muerto y esto es solo un sueño pasajero antes de desaparecer? ¿Por qué estoy en este mundo? ¿Este tiempo? Ya… Ya nada se siente tan real, me confunde todo.
   —La desesperación al estar enfrentándote a algo que no tienes nada que ver. Esto es una guerra del futuro, tu…
   —Estoy muerta desde hace siglos.
   —Hey, no digas eso—Murmuró, tomándola delicadamente del rostro. Un sentimiento que picaba directo al corazón y dolía con solo pensarlo—No me gusta que pienses en eso, estas viva, justo ahora lo estás.
   —Si no hago algo, siento que moriré. Draco, ¿Cómo se que esto es real?—Jadeó, contemplando las lágrimas brotar tiernamente de sus ojos—Tu rubio cabello y tus ojos grises, tu calma y tu suave piel…
   —¿Qué tiene mi piel?
   —Siento que eres mas perfecto de lo que yo creo que eres, y eso me asusta…—Corrió un tibia gota—¿Eres un ángel?
   —Cielos, estás tan nerviosa que ya no puedes pensar con claridad—Pasó su dedo por debajo de las pestañas de la chica y la limpio ligeramente—Ven, salgamos de aquí.
   La castaña, sentía que había perdido la cordura total.
   Repentinamente su mente voló tan alto entre las nubes hasta desaparecer, dejándola en un naufragio de sentimientos encontrados y tan ocultos en su corazón, que ante la más mínima muestra, dolía como espada.
   El chico la mantuvo en sus brazos mientras caminaban por los pasillos.
   Todo era real.
   Lo sabía.
   Pero odiaba la idea.
   Toda la valentía que la obligaba a defender, por un maniático brujo oculto en el castillo.
   Ella no quería nada.
   No quería saber nada de una guerra, de la magia, del dolor que su mente sufría cada vez que el flujo de los recuerdos se movía un poco.
   No quería mantenerse lejos de la única persona, que la hacía sentir… Verdaderamente real y protegida.
   Una ansiedad crecía en su pecho cada vez que lo veía partir.
   Al sentir que sufriría sin su manto, y que ella moriría sin el suyo. Uno cual otro, se volvía aterrador la dependencia del corazón.
   Así era.
   Draco se volvía más valiente, por cada que ella se volvía frágil. Era un intercambio mutuo entre dos personas destinadas en diferentes tiempos.
   Si uno ganaba, el otro perdía. Algo aterrador comenzaba.
   O quizá…
   Comenzaba a florecer la verdadera y más bella magia de todas.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2021 ⏰

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