Capítulo 1

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Maca

Me sentía como la primera vez que la vi.

En la terraza, ella estaba sentada a unos metros de mi mesa. Hablaba con su hermana y movía las manos exageradamente, como hacía cuando algo le emocionaba. Se veía solo un poco distinta, asumí que debido a los años, pero su risa me hizo retroceder al pasado, como si todo ese tiempo sin verla no fuera más que una ilusión y teníamos diecisiete años de nuevo, nos íbamos juntas al paradero y me quedaba a dormir en su departamento.

Pero ya no teníamos diecisiete y ni siquiera sabía si me recordaba.

***

—Ya po, vamos al río —me dijo. —Todos están allá.

—Es que me da mucho frío, Rubí, se me congelan los huesos. — Se rio. Me gustaba escucharla reír.

La realidad es que solo me quería quedar con ella, a solas, tranquilas. Estuvimos toda la semana rodeadas del resto de la familia y necesitaba guardar algún recuerdo donde solo la viera a ella. Algo a lo que pudiera volver si algún día no la tuviera cerca.

Terminó convenciéndome de bajar al río. Siempre lo hacía.

Me dio un beso, sonrió triunfante y nos fuimos de la mano.

Era tan linda que a veces me encontraba mirándola por más tiempo del que había planeado, como si verla fuera perderse en ella, y siempre se daba cuenta. Me sonreía ladeando la cabeza, entonces yo salía del trance y reíamos. Ella decía que me quería, yo respondía que la quería más. Me abrazaba y nos quedábamos así, juntas, felices.

—Si terminamos va a ser horrible —decía.

—¿Por qué?

—Porque no voy a poder olvidarte nunca.

***

Se veía feliz.

Quería no mirarla demasiado y concentrarme en mi propia mesa, pero antes de poder intentarlo, mi hermana se dio cuenta. Me miró con los ojos entrecerrados, se giró para ver qué estaba pasando, volvió a mirarme y se tapó la boca, sorprendida.

—Hace tiempo que no la veía —susurró.

—¿No la sigues en Instagram?

—Lo cerró hace tiempo, como que desapareció.

Por unos segundos estuvimos las dos hipnotizadas viendo a las hermanas Cárdenas, como si fuéramos invisibles y la posibilidad de que se dieran cuenta y voltearan a mirarnos también, fuera ínfima.

—¿Estai bien? —me preguntó Jose.

—Sí po —le dije haciéndome la extrañada, aunque sabía que genuinamente se preocupaba.

—Anda a saludar entonces —bromeó.

—Ya, ¿y por qué no vai tú?

—Voy po —dijo, levantándose.

—No —la detuve —si era broma.

***

—¡No me puedo ir, papá! —grité furiosa. Me estaba esperando con las maletas hechas.

Meses antes estaba empeñado en enviarme al sur luego de las vacaciones de verano, a vivir con mis tíos mientras seguía estudiando. Se convenció a sí mismo de que, si me sacaba del edificio, me olvidaría de Rubí y de esos "pensamientos impuros y anormales" que rondaban mi cabeza. Ni mi hermana ni nadie podía hacerlo cambiar de opinión.

—Es que no te puedes ir po, Maca. —Dijo Rubí cuando le conté. —No te vayas, por fa.

Imaginaba que algún día podría decirme todas las cosas que yo también sentía por ella. Me gustas. Te quiero. Quiero estar contigo. Solo esas palabras bastaban para que yo me quedara, para que peleara contra todo y todos solo por estar con ella, pero la realidad me golpeaba cada vez como un jarro de agua fría: nunca iba a pasar.

Siempre tú | Rubirena |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora