La compra

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Quise rescatar algunas ideas que tenía por ahí, va a ser una historia corta de unos 3 o 4 capítulos, sin más que lo disfruten.

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Era una mañana fría después de que llovió toda la noche, lo mejor sería quedarse en la cama, pero no, si no iba ahora los comerciantes se irían.

-Busca una mujer Kara, hará todo mejor Kara, verás que serás más feliz Kara- murmuraba para si una rubia guerrera que con el trasero congelado se abría paso entre la gente hasta el mercado de esclavos.

Acababa de llegar de dos batallas, después de lavarse, todo lo que quería era comer algo y dormir antes de que la volvieran a llamar, pero no, Ava le había recomendado conseguir una mujer y la despertó para que fuera al mercado pues era el último día, la desgraciada solo la dejó dormir dos marcas.

Por eso Kara estaba ahí, desvelada, con hambre y moviéndose entre la gente que temprano sale a hacer sus tratos.

Al fin llegó al mercado de esclavos, pero no dió ni tres pasos cuando una joven encerrada en una jaula la cautivó.

-¡Que bonitos ojos tienes!- exclamó arrodillándose frente a los barrotes-. ¿Cómo te llamas?

La mujer de cabello oscuro y vestido negro no contestó, solo se quedó ahí, mirando con sus increíbles ojos verdes a la guerrera.

-Veo que sabe lo que está buscando- llegó el comerciante recargándose casualmente contra la jaula.

-¿Cuánto?- preguntó Kara sin dejar de mirar a la mujer.

-Cuarenta en pura plata- dijo cruzándose de brazos.

-¿Cuarenta?- la rubia soltó una carcajada incrédula-. ¿Por qué debería quedarme sin comer por esta mujer?

-Es virgen- argumentó el comerciante.

Kara hizo un gesto comprensivo para después deslizar su mano entre los barrotes, sin embargo, la mujer dentro se estremeció y se inclinó hacia delante, escupiéndole en el rostro.

-¡No te atrevas a tocarme!

-¡Oye! Compórtate con los clientes- el hombre tomó un palo para reprenderla, pero Kara lo detuvo de la muñeca.

La rubia se reía mientras limpiaba la saliva de su mejilla.

-¡Que carácter! Me la llevo- dijo contenta.

Sorprendentemente la mujer no realizó ningún intento por escapar al salir de la jaula, se mantuvo tranquila mientras la rubia la llevaba abrazada entre la gente del mercado, de hecho siguió así cuando la subió a su caballo y la llevó cabalgando hasta su campamento.

Para Kara era muy buena señal, después de cabalgar un rato por la estepas frías llegaron al que había sido su hogar el último año, un par de sirvientes le retiraron su montura y llevaron su caballo a beber agua, por lo que tomó la mano de su mujer y la guío entre las carpas hasta la suya, dónde un niño de piel morena salió a su encuentro.

-Ya encendí el fuego y preparé el agua señora- dijo haciendo una pequeña reverencia.

La rubia sacó otra moneda de la bolsa atada a su cinturón y se la arrojó al niño.

-Bien William, ve a atender mi caballo.

-Si señora- dijo el niño entusiasmado antes irse.

Ya adentro era muy acogedor, una gran carpa sostenida por palos muy largos, una esquina estaba levantada cerca de una fogata dando calor pero dejando el humo afuera, también había un lecho grande y algunos baúles con sus pertenencias.

Pacto de Guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora