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Disclaimer: Black Clover y sus personajes pertenecen a Yūki Tabata.

«Como sabéis hay tres cosas fundamentales para nuestra raza: la lealtad, el vínculo entre nosotros y el Valle de las Almas

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«Como sabéis hay tres cosas fundamentales para nuestra raza: la lealtad, el vínculo entre nosotros y el Valle de las Almas. Algún día, cuando estemos preparados y hayamos fortalecido nuestras filas, lo recuperaremos.»

Asta llevaba escuchando el mismo discurso desde que apenas era un niño

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Asta llevaba escuchando el mismo discurso desde que apenas era un niño. El Valle de las Almas era el lugar sagrado de los demonios, pero les había sido arrebatado por los ángeles hacía ya siglos. Ellos siempre habían soñado con recuperarlo y por fin había llegado el día. Habían forjado un ejército que igualaba —o incluso podría llegar a superar— el poder de los ángeles y estaban más que listos para atacar.

Todos parecían muy felices por la guerra inminente que se avecinaba, pero Asta no podía dejar de sentir algo de remordimiento por dentro. Los demonios habían encontrado su hogar en una cordillera que estaba a unos veinte kilómetros del Valle de las Almas. Llevaban asentados allí más de setecientos años y eran felices, tenían un hogar. Sin embargo, los altos cargos del ejército demoníaco no estaban de acuerdo con abandonar la idea de volver a ocupar el valle, porque ese era su hogar y porque el libro sagrado de los demonios decía en sus miles de páginas que ese era su destino.

Los demonios eran leales ante todo, lo que significaba que un compañero perteneciente a su raza siempre iba primero. Nunca podía traicionarse a alguien que fuera demonio también ni ser aliado de otras razas, porque eso significaba el destierro en casos leves y la condena a muerte en los más graves.

Así que Asta estaba algo confundido, pero ni siquiera se le pasaba por la mente la idea de no participar en las batallas que vendrían muy pronto. Además, tenía un hermano, que era su única familia, y no estaba dispuesto a abandonarlo sin motivo alguno o a permitir que le sucediera algo por su culpa.

—Liebe... ¿tú sabes cómo son los ángeles?

El joven demonio lo miró con los ojos entreabiertos. Todos tenían la misma información sobre los ángeles, así que no entendía a qué venía esa pregunta tan repentina. Era de noche y estaban a punto de dormir, pero a Asta siempre le gustaba hablar un poco antes de hacerlo. Aunque Liebe jamás imaginó que le preguntaría algo relacionado con sus archienemigos por naturaleza.

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