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— ¿Qué se supone que haga ahora? — Digo aún más estresado.

 Llevo más de un par de horas sentado en el comedor.

«Lo más seguro es que ya no tenga raya en el trasero»

Tengo dolor en mis brazos y codos por tenerlos mucho tiempo apoyados en la mesa, mis manos algo húmedas sostienen mi cabeza como si me pesara; aunque un poco sí. Muevo mis pies por el suave pelaje de Holly buscando relajarme con su calor y compañía, pero es tonto e inútil.

Parpadeo un par de veces por la molestia que me provocan mis ojos, tengo la vista algo borrosa por estar viendo fijamente las letras negras y blancas del periódico.

«No debí comprar el más barato» 

— Ningún trabajo es digno. — Muevo mis dedos sobre mi cabeza dándome automasaje y suspirando una vez más.

Ningún trabajo que se muestra en el periódico es realmente bueno. 

Casi todos los requisitos que pedían estaban en mi contra, muchos de ellos pedían experiencia previa y obviamente; yo no tengo ninguna. 

Nunca he trabajado, además no creo que los trabajos sociales de la iglesia, ni los diplomas de seminario me sirvan como para ponerlo en mi currículum.

«No estamos en Utah»

Las horas laborales tampoco me favorecen, pedían más tiempo del que yo podía dar, es igual de esclavizante como trabajar en un supermercado y se cruzaban con mis clases de la universidad.

Y como cereza del pastel, pagaban el sueldo mínimo, aunque no era el mayor de mis problemas, al menos la paga de un mes me alcanzaría para pagar un par de meses la mensualidad de la universidad y me quedaría un poco para ayudar a los gastos de la casa.

«Nuestra casa»

Necesito un trabajo ya.

— Las letras van a desaparecer de tanto verlas. — Salgo de mis pensamientos apenas escucho su voz, entre abro mis labios al sentir un beso cálido de mi chico en mi mejilla. ― ¿Esa sonrisa es para mí?

— Obviamente. — Afirmo volviendo a sonreír para él. — ¿Cuándo entraste?

— Hace un minuto. — Jala una silla y toma asiento a mi lado, dejando su casco negro con verde neón y dientes puntiagudos en la mesa. — Holly me dio una buena recibida, pero al parecer no escuchaste ni eso. 

¿Holly? Muevo mis pies en el piso buscando a Holly pero no está, Yoongi tenía razón; Holly estaba a su lado moviendo su colita.

— ¿En serio? — Pregunto sin creerlo. Yoongi asiente y dejo caer mi mejilla sobre la mesa. — Estaba demasiado inmerso en el periódico.

— Se nota. — El peli azul agacha un poco su postura, estirando uno de sus brazos para alcanzar y sobar mi mejilla con su dedo pulgar. — Te dejé sentado viendo el periódico, y te encuentro igual. — Se burla.

— No encontré ningún trabajo apropiado. — Me quejo dejando caer mi mejilla completamente en su mano. — Todos los trabajos que están aquí son una porquería. — Hago un puchero y pestañeo un poco, tal y como lo haría un niño quejón. — No me gusta ser un adulto.

— A mí tampoco me gusta, pero ¿qué podemos hacer? Nada. — Suelta tan tranquilo que sube un poco más mi estrés. — Pero te quejas porque quieres. — Alzo mi vista hacia su rostro vanidoso. — Yo te ofrecí ser mi stripper personal.

— ¡Eso no! — Grito al instante.

— Sabes que es broma, amor. Pero si quieres no es broma. — Atrapa mis mejillas con sus dos grandes manos, juntando mis mejillas y mis labios entre sí, como si fuera un pez. — Te ves tan lindo cuando estas enojado.

Right Now • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora