Capítulo Catorce: Dominante

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Zia

Sentí un gran dolor en mi cabeza, sin embargo, no pude moverme de inmediato. Todo mi cuerpo se sentía demasiado pesado, me sentía igual a como si un auto me hubiese pasado encima. 

—¿Diederik? —. Murmuré.

Abrí los ojos lentamente y me vi rodeada de un cielo nocturno totalmente desconocido para mí.

—¿Qué... —. Traté de levantarme pero tenía enterrada una rama en el estómago—. Ah...

La tomé con mis manos y la saqué con fuerza de mí.

—¡Ah! —. Grité.

Muchas veces me había herido de la misma manera, incluso en casa; siempre había algún idiota queriendo conquistar mi hogar, sólo que ahora era distinto. Yo estaba tratando de conquistar el hogar de alguien más.
Cubrí de inmediato mi herida con mi mano antes de que comenzara a desangrarse y entonces sí fui capaz de mirar el lugar en el que estaba.

—¿Dónde demonios estoy?

Mis piernas me dolían porque estaban colgando de la gran rama en la que estaba sentada. No recordaba ni siquiera cuándo me desmayé, pero de algo estaba segura, aquí no hay nadie más.

—¿Die? —murmuré asustada—, ¿Em?

Miré a mi alrededor y noté que no había nadie más, yo estaba en la cima del árbol más alto, pero no había nadie debajo o tirado en suelo.

Estaba sola.

Traté de moverme pero debido a mi estado era casi imposible hacerlo con normalidad. Tuve que tomar un pedazo de tela de mi playera y lo até con fuerza en mi abdomen para evitar que siguiera perdiendo sangre.
Primera regla de supervivencia, si tienes un hueco, llénalo y cúbrelo; así no perderás demasiada sangre. Es parte del entrenamiento con mi padre, estas heridas eran naturales en un beta y no debía entrar en pánico ahora que yo estaba así.

Tenía que hallar a mi hermano y al resto de mi manada.

Miré el reloj en mi muñeca y noté que a penas y habían pasado un par de horas desde que inicié el cronómetro. Una mala señal, no podía esperar a que el resto viniera y tampoco debía hacerlos venir.
No sabía ni siquiera cómo esas cosas nos habían atacado y no iba a arriesgar a los demás a caer de la misma manera, así que tuve que improvisar.

Me aferré al tronco cuando me puse de pie y apreté con fuerza las lianas que me rodeaban. Era horrible tener que hacerlo considerando que unas cosas como esas ya habían atrapado a los demás, pero no importa, tenía que adaptarme a un nuevo plan.

Mi plan, que básicamente eran sólo dos cosas: Paso A. Encontrar la gema, y Paso B. Recuperar a los míos.

—Sencillo, ¿Verdad? —. Bufé con ironía.

Inspeccioné mi entorno con la mirada y noté de inmediato que el olor putrefacto se había ido, incluso podía ver más allá de mi lugar dado que la neblina de antes se había disipado.
No me explicaba la razón por la que esas cosas nos habían atacado pero estaba segura de que a ninguno de nosotros le hicieron daño. Lo vi cuando atraparon a Eros, lejos de dañarlo, lo atraparon para que no pudiera dañarlas y lo llevaron lejos después.

—Esas cosas los secuestraron —. Murmuré al no detectar ni siquiera un rastro de sangre en el aire.

Normalmente, cuando hay guerras y batallas, el aroma a sangre se queda impregnado en el aire por un par de días, así que estaba segura de que ninguno de mis hermanos había sido herido.
Esas cosas habían sido enviadas por alguien, lo sé, pero también supe entender que no nos harían daño. Más bien parece que nos atrapaban por una razón.

El Destino De Un Alfa © [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora