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Fuimos tú y yo juntos contra el mundo, sin importarnos nada ni nadie, sólo el permanecer unidos.

¿Qué nos pasó? ¿En qué momento cambió todo?

Aún lo recuerdo, permanece en mi memoria aunque sea vagamente.

Era otoño cuando te conocí. Recuerdo ver tus tiernos mofletes sonrosados bajo la lluvia de hojas secas que caían de los árboles en aquel parque abandonado. Ese día había tenido una discusión con mis padres por mi bajo rendimiento académico, ellos estaban enfadados, y yo también lo estaba pero aún más me sentía decepcionado de mi mismo.

Tenía ese sentimiento de pesadez instalado en mi estómago, este era acompañado por el nudo permanente en mi garganta y el temblor en mis manos. La desesperación recorría cada fibra de mi ser y la incertidumbre me hacía sentir débil. Tenía demasiadas cosas en las que pensar; los constantes reclamos de mis padres, los exámenes finales, mi futura carrera y, en general, el peso de mi vida por completo.

Últimamente todo se trataba de eso. Mi mente siendo atormentada con preguntas desesperadas a las cuales no les podía dar otra respuesta más allá de un vacío que me hacia tener ataques constantes de lágrimas y una presión en mi pecho que me impedía respirar correctamente, como si algo bloqueara el aire que tenía que llegar a mis pulmones por obligación, pero no había nada ahí, era simplemente yo, llorando desesperado en un rincón oscuro de mi habitación.

Creí que ese día finalmente explotaría y por eso decidí huir de casa, pero te ví cantar despreocupado entre todo el alboroto de hojas y ramas secas, sonriendo brillante y hermoso al escuchar el sonido de las cuerdas de la guitarra entre tus brazos.

Es mi recuerdo más preciado a pesar de todo. Fué la primera vez que te vi, el día en el que te convertiste en mi todo.

Escuché cautivado tú desordenada e improvisada melodía, te vi tan concentrado que no creí que me notarías pero lo hiciste, cortando mi respiración momentáneamente. Tus tiernos ojos expresivos me observaron con curiosidad durante un largo minuto, aunque yo lo sentí como horas debo admitir, hasta que finalmente me entregaste una sonrisa y extendiste la mano en mi dirección en una silenciosa invitación para unirme a tú paz y, aunque dudé al principio, terminé aceptando.

En algún momento llegué a castigarme por haber aceptado, ahora sé que tan sólo era parte de crecer.

Quise cantar junto a ti, al principio mi voz fué leve y bastante plana, eso te hizo reír mientras yo sentía mi rostro caliente de la vergüenza, y sin ser conciente del momento en el que pasó, una sonrisa sincera adornó mi rostro. Para cuando la noche llegó mi garganta estaba seca y mi cabello estaba tan desordenado como un nido de pájaros debido a la brisa otoñal, tu pálida piel brillaba bajo la intensa luz lunar y ni el cielo atestado de estrellas se comparaba a la hermosura de contemplar tus ojos.

Nos despedimos en silencio hasta que diste la vuelta y te perdí de vista, no lo noté inmediatamente pero la pesadez no volvió a mi cuerpo, al menos hasta que volví a casa de mis padres entonces fué como si me tiraran un balde de agua fría encima. Después de aquel día, seguí yendo al parque con la esperanza de volverte a ver... Y para mi fortuna así fue, y la paz que le entregaste a mi alma desconsolada a partir de ese día, Min Yoongi, jamás la olvidaré.

Aún cuando luego se sintió tan lejana, como un hermoso sueño que mi subconsciente creo para permitirme dormir en paz cada noche y tarde de tormenta.

Pero aún si es solo un sueño, amo la forma en la que consuela a mi dolorido corazón.

                           
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