act one

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Act one ; C h i l d h o o d

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Act one ;
C h i l d h o o d

«Ser un genio es una cosa. Criar a un genio, sin embargo, viene con sus retos».

















La joven Stella tenía el cuello adolorido, al igual que su cabeza y sus ojos, los cuales frotó con cuidado al sentir el sol de Londres en plena cara.

Había un chico frente a ella, y otro más metido en la fuente, sacando las monedas con una red.

La fuente... De un momento a otro, los recuerdos de la noche anterior entraron sin permiso a su cabeza, y se colaron por entre sus párpados, haciéndola sentir otra vez en ese lugar tan terriblemente maravilloso.

El chico frente a ella notó que estaba despierta, y lo que pasó luego fue tan rápido que la pequeña se llegó a marear.

Los policías estaban detrás, y ella seguía a Buddy, su cachorro, tan rápido como le permitían sus pies. Al ver que tenía que saltar se quedó quieta por un momento, tal vez tomando valor, tal vez arrepintiendose de haber llegado hasta un lugar desconocido. Y luego saltó.

-Que bueno que perdimos a la niña -Escucho Stella decir al chico más bajo.

Mientras se sacudía la ropa y observaba el lugar, logró escucharlos intercambiar unas cuantas palabras.

-¿Dónde están tus padres? -Le preguntó el más alto.

-Mi madre está muerta -Se saltó la parte donde la mató.

Una voz interrumpió la discusión de los niños. -¿Gaspar, Horacio, son ustedes?

Una niña pelirroja se acercó, y Stella pudo notar de inmediato su pésimo gusto en ropa; traía un vestido celeste sin mangas de alguna tela extraña, y no en el buen sentido, el cabello pelirrojo recogido en una cola de caballo, y lo más interesante de todo; unas calcetas de lana con la forma más extraña que Stella había visto. De nuevo, no en el buen sentido.

La chica se acercó lentamente a Stella, haciendo que la pobre se desesperara y soltara un pequeño bufido de fastidio.

—Te puedes quedar. —Sentenció la bajita chica pelirroja —Los chicos necesitan una niña que se vea tierna e inocente como distracción, y yo ya les dije que no pienso hacer de carnada. Por cierto, soy Heather. Heather Berrycloth, y ellos son Horacio y Gaspar ¿Y tú eres...?

—Stella. Stella Miller. Y necesitaré tinte para el cabello —Dijo firmemente mientras se quitaba el gorro que había traído puesto todo el camino, dejando ver el cabello más curioso que Heather había visto en su vida, y que la dejó enganchada desde ese mismo instante, como un buen libro que nunca pudo sacar de la biblioteca, o una bufanda a medio tejer.

 Y necesitaré tinte para el cabello —Dijo firmemente mientras se quitaba el gorro que había traído puesto todo el camino, dejando ver el cabello más curioso que Heather había visto en su vida, y que la dejó enganchada desde ese mismo instante, com...

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Stella estaba parada frente al espejo del baño con una expresión atormentada. No quería cambiar su cabello, pero debía hacerlo. Después de todo su peculiar cabello: mitad negro y mitad blanco, siempre destacó. Y Stella estaba orgullosa de eso. Pero por mucho que le dolía admitirlo, lo que necesitaba en ese momento era todo lo contrario a destacar.

Tomó la botella de tinte que Horacio había traído esa misma tarde de alguna peluquería cercana y estaba a punto de verter todo su contenido sobre su cabeza cuando alguien abrió la puerta con fuerza.

—¡No lo hagas!

—¿Disculpa? Primero, no deberías entrar así al baño cuando sabes que hay alguien dentro ¡Podría haber estado cambiándome de ropa! Y segundo, yo puedo hacer con mi cabello lo que se me de la maldita gana. —Soltó Stella, enojada, a la chica frente a ella, que solo la miraba.

—Es cierto, pero no creo que es lo que tú quieres. Además, a mí me gusta tu cabello. —Heather sonrió, y también lo hizo Stella.

Usualmente, cuando las personas veían su cabello, la miraban mal, y eso a Stella no le gustaba. No le gustaba para nada. Y a quién le gustaba aún menos era a Cruella, quien ya de por sí molestaba mucho, siempre pidiendo salir a hacer caos.

Stella aún recordaba cuando, sentada en la mesa de su casa, su madre había apodado tan certeramente a su compañera. «Te llamas Stella, no Cruella» había dicho. Cruella Cruella Cruella. Estaba harta de escuchar ese nombre en su cabeza.

—¿Stella? ¿Estás bien? Te quedaste mirando a la nada. —Preguntó Heather, preocupada por la chica.

—Si, estoy bien. —Le respondió Stella —Y... ¿tienes alguna idea?

—¿Idea para qué?

—Para no tener que teñirme el cabello. No puedes decir algo y luego no dar una solución. —Dijo Stella cruzándose de brazos.

— Podrías usar una peluca. Así no se vería tu cabello, pero si algún día quieres dejarlo ver, no tendrás que esperar a que crezca. Además, así no estará seco por el tinte, que también es caro y difícil de conseguir.

— Esa es una buena idea, estoy sorprendida.

— ¿Por qué? Porque soy una chica inteligente. —Preguntó Heather con un toque de arrogancia en su voz.

— Si. —Respondió Stella con sinceridad, sorprendiendo a Heather y haciendo que riera — La verdad, pensé que eras algún tipo de señora de casa o algo, que dejaron que te quedaras porque no tenían otra, no que eras la mente maestra de todo esto o algo.

— Puede que no me guste salir mucho, pero soy quien evita que se mueran y les da los planes decentes.



Corto? Si.
Pero recién vamos comenzando, no sé me tiren encima.
Bsos <3

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2021 ⏰

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𝐒𝐄𝐑𝐎𝐓𝐎𝐍𝐈𝐍 | Cruella de VilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora