Libertad

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10 días después de la muerte de Sasha...

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La lluvia caía torrencialmente sobre sus cabezas y la niebla se agolpaba en espesas nubes que empañaban su campo de visión. Sus exhalaciones no eran más que un vaho helado condensándose en el aire, y Levi pensó que, tal vez, el lúgubre paisaje a su alrededor era casi tan gris como su estado de ánimo.


Llevaban un rato no muy largo cabalgando de regreso al cuartel y, por suerte, ya estaban bastante próximos a llegar. Los chicos habían ido al cementerio a visitar a Sasha, y él y Hanji habían decidido pasar justo después. No se habían quedado mucho tiempo, sólo el suficiente para dejarle un ramo de flores y dedicarle unas cuantas palabras. El camino de vuelta, hasta el momento, había transcurrido en un silencio tan absoluto que a Levi le pesaba en el pecho. La imagen del montón de lápidas, una al lado de la otra, todavía estaba impresa a fuego en su memoria. Una y otra vez, habían tenido que soportar perder mucho más de lo que habían ganado. Sin embargo, aun cuando todo estaba a punto de romperse en mil pedazos, quería obligarse a creer que todavía tenían opciones, cartas que jugar. Se negaba a bajar los brazos. Menos aún después de todo lo que habían tenido que sacrificar para que Paradis viera la luz del día.


Se detuvieron únicamente en cuanto divisaron la silueta del cobertizo emergiendo de entre la bruma. Levi bajó de su caballo de un salto y Hanji hizo lo mismo. Una expresión sombría torcía apenas hacia abajo las comisuras de sus labios, ensombreciendo el castaño de sus ojos.


- ¿Crees que algún día podremos mirar con la frente en alto a todos nuestros compañeros caídos? - le preguntó de repente. Sus pensamientos eran una maraña en su cabeza y su voz apenas un susurro lastimero que se perdía en el repiqueteo de la lluvia.


Levi abrió la boca, sorprendido, e inmediatamente la cerró apretando los dientes. La sensación de dejavú quemaba en la punta de su lengua, inminente e irreparable.


-No empieces a hablar como él...- escupió, de mala gana. Ni siquiera necesitaba mencionar su nombre.


Hanji lo observaba con el ceño levemente fruncido.


-Dime, ¿qué rayos quieres que haga entonces? ¿Qué otra opción me queda? – gritó, repentinamente fuera de sí. La ira brotaba a borbotones desde su interior, como si alguien hubiese destapado de golpe el recipiente que hasta el momento la había mantenido encerrada dentro. - ¡Estoy cansada! ¡No puedo más! ¡Estoy harta de toda esta mierda!


Levi lo sabía. La había visto desplomarse dormida sobre pilas interminables de documentos sin firmar en su escritorio, le había preparado el té a altas horas de la madrugada y le había advertido entre murmullos que estaba trabajando demasiado. Había notado los círculos oscuros formándose en torno a su mirada y cómo la curiosidad que antes encendía sus pupilas había ido consumiéndose hasta no ser nada más que cenizas. Muy a pesar del dolor, había tenido que presenciar de primera mano cómo la presión moldeaba y deformaba a la persona más cercana a él, transformándola poco a poco en sólo el rastro de quien solía ser.


-Hanji...- intentó. Las palabras se atascaban en el fondo de su garganta, incapaces de aflorar a la superficie. Con el correr de los años, se había jactado de hallar siempre un consejo medianamente útil que darle. No obstante, no tenía ni idea de cómo consolarla esta vez.

Segunda Oportunidad [Levihan Oneshots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora