5.

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Los pasillos de la escuela de hechicería eran silenciosos y vacíos, tal y como recordaba. Mientras se limpiaba las manos con un pañuelo ahora manchado de sangre se paseo por el sitio como quien camina por su casa tras mucho tiempo de haber estado fuera.

En eso vio caminar a lo lejos una figura utilizando una bata médica.

—¡Shoko-senpai! —saludo con un entusiasmo poco característico suyo.

La mencionada se giró con ojos cansados hacia quien le llamo, esbozo una sonrisa minúscula mientras se llevaba a los labios su taza de café.

—Es bueno verte por aquí, Kujō.

—Es raro que me llamen por mi apellido de soltera.

Shoko se quedo en silencio para luego llevar su mirada a los expedientes que cargaba bajo el brazo.

—Lo siento. —se disculpó.

—No es nada importante, de hecho, me gusta más mi apellido de soltera. —respondió (T/N) tratando de calmar a su senpai, guardando el pañuelo ensangrentado en su bolsillo.

—¿Apenas llegaste y ya te dieron trabajo pesado? —pregunto la médica deteniéndose en una puerta.

—Bueno, las momias querían asegurarse de que mi titulo corresponde, estaban esperando la oportunidad de degradarme y- ¿Por qué estamos en una morgue?

—Debo realizar la autopsia del recipiente de Sukuna, ya sabes.

Hubo silencio antes de que Ieri abriera la puerta, (T/N) la siguió arrastrando los pies con pesar.

—Ah. (T/N).

Tras alzar la mirada de sus botas se topo con su esposo de titulo e Ijichi que permanecía a su lado y saludo con una pequeña reverencia con la cabeza. Mientras la especialista se preparaba se sentó junto al peliblanco de mala gana.

—¿Qué haces por aquí? ¿Viniste a verme? —pregunto Satoru intentando hacerse el gracioso sin embargo su ánimo lo delataba.

Eso y el abrazo que ambos recordaban.

—Shoko-senpai va a revisar mi estado de salud, estoy esperándola.

Antes de que Satoru procediera a interrogarla Itadori se levantó quedando sentado en la camilla, completamente desnudo.

Todos los presentes (a excepción quizá de Gojō) quedaron sorprendidos y con la boca abierta, (T/N) murmuro incoherencias mientras su esposo chocaba palmas con el recientemente revivido y tras unos segundos libero una carcajada por el alivio.

Y ahora estaba ahí sin expresión en el rostro viendo como Satoru estaba sentado con Itadori en el sofá viendo caricaturas y riendo escandalosamente.

—Yuuji estará viviendo con nosotros por un tiempo. —dijo Satoru.

La idea no le molestaba, podría así proteger al adolescente, pero ¿acaso había oído bien?

—¿Nosotros? —murmuro desconcertada.

—Sí, aquí.

—¿Tú también?

El peliblanco se levanto sonriendo y se acercó a su oído de tal modo que incluso lograba percibir sus latidos.

—No puedo decirle al niño que solamente estamos juntos por título, además no quiero que piense mal de nosotros. —se justificó.

(T/N) parecía una tetera hirviendo en estos momentos, pero suspiro accediendo mientras más estuvieran cuidando de Itadori este estaría más a salvo, sumado a que no sabía si era seguro dejarlo solo con Satoru.

Itadori se puso de pie rascándose la nuca con timidez.

—¡Lamento los inconvenientes! ¡Tratare de no ser una molestia! Ayudare con los trastes y la comida si es necesario. —Dijo Yuuji haciendo una media reverencia.

(T/N) suspiro y finalmente sonrió mientras apartaba al peliblanco de su espacio personal.

—Descuida, ahora ven te enseñare tu habitación, ya esta lista. —explico guiándolo a la recamara en la que usualmente dormía Satoru, la cual ya estaba preparada.

—¿Y yo? —cuestiono el peliblanco.

—En la habitación del fondo o en el sofá, como quieras, me da igual.

Satoru observo como su esposa caminaba junto al pelirrosa charlando sobre recetas de cocina que podrían practicar, sin desearlo sonrió levemente.

El lugar pronto se tornaría más animado.


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𝐂𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐫𝐚 ~

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Canva →「Gojo Satoru」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora