Capítulo 25

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¿Por qué recuerdo a mamá ahora? Mamá cuidándome después de quedarnos solos, sin papá, mamá acariciándome, haciendo pompas de jabón mientras nos duchamos juntos, mamá susurrándome palabras de amor en el oído, mamá dándome un cariño que nadie más me ha dado ¿Por qué ahora la recuerdo? ¿Por qué recuerdo estas náuseas, este dolor, de saber que papá se ha ido y no volverá? ¿Es por qué Ángel no lo hará tampoco? Él también me ha abandonado, me dejará aquí, solo, loco, muerto. Me dejará como papá me dejó y esta vez ni siquiera tengo a mamá a mi lado. Ella posiblemente debe odiarme, de saber que he desaparecido no sé ni si trataría de buscarme ¿Por qué me fui de casa así? ¿Por qué la traté tan mal? Con lo dulce que la recuerdo, con lo rota que la recuerdo ¿Por qué la herí yo también? ¿Soy como papá? Como ese monstruo... ¿Merezco esto? Mamá, lo siento, no sé por qué te hablé así, intento recordar por qué sentía tantísima ira, por qué sentía tantísimo odio, pero todo está negro.

Mamá, lo siento, no te odio, no soy como papá.

Mamá, por favor, vuelve.

Ángel, por favor, vuelve.

No me dejes solo, me da miedo estar solo. Haré lo que sea, pero no me dejes aquí solo, me da tanto miedo, por favor, haré lo que sea. Fingiré que me gustan tus manos, te diré que te quiero. Mentiré como si me lo creyese, pero no me abandones.

Quiero salir de este infierno, quiero volver a respirar el aire de la ciudad, volver a sentir el sol sobre mi piel, el olor a comida del que siempre me quejo cuando paseo cerca de los bares, quiero escuchar a niños riendo alto en los parques, a perros ladrar cuando se oye una sirena en la carretera, quiero volver a probar esas barritas insípidas de la máquina expendedora de detrás del trabajo, quiero volver a sentir el aburrimiento de estar en mi cómoda cama haciendo zapping.

Quiero volver a cuando todo era más sencillo y no puede ser quiero volver a la noche que me secuestraste. Vivir ese infierno eternamente sería mejor que estar aquí.

Aquí no hay lugar, estoy en la ausencia, en el olvido. Aquí es donde dejo de ser, donde el mundo sigue como si yo jamás hubiese nacido. Aquí, sin embargo, empiezo a recordarme y no sé por qué.

Me volveré loco, vomito y vuelvo a hacerlo, veo borrones en la nada, no sé si estoy vivo y siento que vuelo, que me vuelvo de piedra y caigo, que me vuelco hacia la perdición, que me quiebro violentamente.

Vuelve.

Por favor.

Vuelve.

Luz. Ángel ha vuelto. Me arrastro incluso si el dolor es insoportable, arrastrando mis rodillas y palmas ensangrentadas por el suelo. Quiero gritar de alegría, pero solo lloro, sorbo y jadeo, apenas puedo respirar cuando le veo.

—No exageres—masculla con voz irritada —, han sido solo veinte días.

Mi estómago da un vuelco. Veinte días. Me siento como si llevase años sin ver a otro ser humano, pero aun así oír ese número de sus labios me deja impactado. Llevo casi un mes a oscuras, sin contacto, sin aire fresco. La sola idea me marea y empiezo a preguntarme como siquiera sigo con vida.

—He venido a ver si seguías teniendo comida. —murmura, acercándose a la nevera para abrirla y rebuscar un poco. —Sí, todo está en orden.

Yo gateo en su dirección, dejando el suelo rojo. Él cierra la nevera y luego mira hacia las escaleras ¿Quiere irse? ¿Tan pronto?

El niñero (Yaoi) [EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora