Recuerdos de Ángel: 2

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Hoy es un buen día. Los buenos días son como los arcoíris: pasan muy pocas veces y parecen durar solo unos instantes, pero son radiantes y si recuerdas sus felices colores pueden ayudarte a pasar incluso una mala semana. Hoy me han entregado un examen de biología y tengo un nueve y medio ¡La mejor nota de la clase! No es que me importe lo que hayan sacado los demás, seguro que ellos también se han esforzado y tienen derecho a estar contentos, pero cuando mamá y papá lo sepan van a estar tan orgullosos. Me halagarán, papá me revolverá el pelo, quizá mamá lo convence para que salgamos a cenar todos juntos para celebrar y, si no están ocupados, puedo contarles lo que he hecho hoy en mi clase de plástica, es un retrato de una compañera, me ha quedado bien y estoy orgulloso, aunque ella ha creído que es porque me gusta y le ha pedido a la profesora que le ponga un asiento más alejado del mío. Eso me ha puesto de mal humor, pero luego ha sucedido lo del examen y ahora no puedo parar de sonreír.

—¡Mamá! —exclamo nada más entro por la puerta, sabiendo que hoy debe estar ya en casa, pues le escuché decir a papá que hoy terminaba antes.

Lo grito otra vez, inflando el pecho, rebuscando el examen en mi mochila. Me la encuentro en la cocina, sentada mientras habla por teléfono y con la mano libre me hace aspavientos para que no grite. Pone un dedo en sus labios, pidiéndome silencio, y yo asiento y salgo de la cocina, todavía emocionado al pensar lo orgullosa que estará cuando le dé mi nota.

—Ya, ya, Ángel tiene trece años, es eso. —la escucho decir mientras cierro la puerta.

No me gusta espiar a la gente, sé que está mal y que a mí me molestaría, pero no he podido evitar oírlo. Es mi nombre y me da curiosidad saber por qué habla de mí, la mayoría de sus llamadas de teléfono son por el trabajo.

Me quedo parado delante de la puerta de la cocina. Solo escucharé un poquito.

—El mío también es buen niño, muy trabajador y amable, pero ahora que tiene diecisiete está descontrolado, ya verás cuando el tuyo crezca, los niños siempre son más manejables cuanto más pequeños, luego aprenden a decir que no y darte largas —la voz es débil, distorsionada por la mala calidad del manos libres de mamá, pero es comprensible.

Me suena esa señora, así que seguramente será una de las amigas de mamá. Lo que ha dicho me hace pensar en cómo seré yo cuando tenga diecisiete años, si hago la resta la diferencia es solo de cuatro años y no parece tanta, pero cuando veo a personas de esa edad por la calle o en el instituto me parecen incluso de una raza diferente. Ellos se ven tan grandes, tan confiados y yo solo soy un pequeño llorica. Me gustaría ser mayor para ser más fuerte y poder ser como mis padres, aunque me asusta lo que la señora del teléfono ha dicho, yo no quiero ser más desobediente.

Mamá suelta una risa corta, sarcástica.

—Debes estar tirándote de los pelos tú también, no imagino como debe estar el tuyo. Al mío ahora le ha dado por pedir una niñera ¿Lo puedes creer?

Aprieto los labios, me avergüenza saber que mamá le está contando eso a una desconocida, aunque es mi culpa por pedir algo tan bobo. Si quiero ser mayor debería empezar a comportarme como uno, pero cuando papá y mamá me dejan solo...

Pienso en irme y dejar de escuchar la conversación antes de que me haga llorar, pero entonces la otra señora exclama:

—¡Oh! Pues mi niño no para de ponerse pesado con que quiere trabajar, con que quiere buscarse un trabajillo y empezar a ahorrar para irse de casa en algún momento ¡Irse de casa! Si aquí lo tengo como a un rey, a mi niño, como a un rey ¿Te lo puedes creer? Y yo no quiero que se meta en la primera basura a media jornada que encuentre, es peligroso y además si gana dinero y se va tan pronto de casa ¡Ay! No tiene idea de lo que le espera, se lo van a comer ahí afuera, él es un niño de mamá, cuando salga verá que el mundo es frío y se dará de boca contra la realidad. No entiendo por qué no puede quedarse en casa, conmigo ¡Soy su madre! ¿Quién iba a quererle y cuidarle más que yo? Me tiene loca, loca...

El hijo de la señora no suena tan malo, quizá es por eso que mamá no ríe como siempre lo hace al escucharla. Apuesto a que ella querrá que yo trabaje cuando llegue a esa edad y que me independice rápido, ella y papá siempre dicen que el trabajo duro lo es todo.

—Escucha ¿Y si me mandas a tu hijo de niñero? Es decir, yo no puedo permitirme un niñero de verdad y si a ti te preocupa que el tuyo gane mucho como para pensar que puede irse de casa puedo simplemente darle una propinilla semanal por echarle un ojo a Ángel, no un sueldo real.

Por favor, que la señora diga que sí.

—Eso sería perfecto, si lo mando cinco tardes por semana a que cuide al tuyo eso lo va a tener suficientemente entretenido como para que se le olvide la tontería de buscarse un trabajo en serio, además, uf, que tranquila me quedo sabiendo que no saldrá del bloque, ya me temía que iba a tener que irse lejos de casa para un trabajo estúpido. Me solucionas tanto, chica, tantísimo. Ahora mismo voy a comentárselo, ya verás que ilusión le hace.

Mi corazón revolotea en mi pecho ¡Estoy tan feliz! Tendré un niñero, un amigo con el que hablar, jugar y ver la televisión por las tardes. Habrá alguien en casa conmigo.

—Pues mira, cuando le avises me llamas y me dices qué tal. Yo le pagaría, no sé, quince euros por semana ¿Con eso estará contento? No creo que a mi marido le haga gracia gastarse ni un duro más. Además, Ángel es super tranquilo, tu niño no tendrá que hacer nada, solo darle compañía para que no se tire la tarde llorando porque está solo. Ah, este niño...

—Sí, sí, en nada te llamo o te paso un mensaje. Pues eso, se lo voy a decir ahora mismo, te dejo ¡Adiós!

Mamá se despide en un tono mucho menos enérgico y lo siguiente que oigo es el pitido del teléfono. La cocina se queda extremadamente silenciosa unos segundos y yo me tengo que tapar la boca para no exclamar de alegría. Me siento como una olla a presión de esas que echan aire con un chillidito porque estoy tan, tan contento, que quiero gritarlo a los cuatro vientos. ¡Un niñero! Voy a tener un amigo para no quedarme solo nunca más.

—¡Ángel, ¿Qué era eso que querías enseñarme?!

El grito de mamá me sobresalta, pero de repente recuerdo el examen, así que lo saco de mi mochila y entro en la cocina, sonriendo muy grande.

Este es el mejor día del mundo.

Uuuu hoy ha sido un capítulo algo diferente, no siempre tenemos la perspectiva de Ángel owo ¿Qué os ha parecido?

¿Os da ternura Ángel chikito?

¿Cómo creéis que ha pasado de eso a... Bueno, al Ángel actual?

¿Cómo pensáis que era Tyler como niñero?

¿Qué os parece la madre de Tyler?

Depositen sus teorías locas *aquí*

Gracias por leer <3

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