¿Como... ?

Ahí solo había dos opciones.

O el rubio se iba, o él se iba.

Conociendo al mayor, este, con su orgullo, decidiría irse.

Conocerlo, ¿he?

Orgullo, ¿cierto?

Dios, parecía que uno era mentira, y el otro, en lugar de ser lo que debería de ser, era una blasfemia.

Cinismo mismo.

Es que, ¡en verdad! ¡¿Cómo se había atrevido a aquello?!

¡¿Cómo creyó que no se daría cuenta?!

Era obvio.

Aunque... él, cegado de amor, si se había demorado un "poco" en darse cuenta.

Si tan solo hubiese puesto mayor atención en las señales, quizás se hubiese dado cuenta de todo aquello desde antes.

Si tan solo hubiese notado las señales...

Esas que, casi, bailaban frente suyo.

Como el olor a un perfume diferente a de él; perfume el cual estaba impregnada en toda la camisa del mayor.

O esas veces en las que había llegado a altas horas de la noche.

E incluso, como poco a poco, fue perdiendo su atención; a la vez que él se preguntaba, ¿Cómo podía ser igual de frio que el rubio? ¿Cómo, de un momento otro, tenía el corazón hecho de metal?

Quería... quería dejar de confiar en él, de quererlo y de amarlo; pero... le dolía.

¿Cómo podía evitar aquello?

¿Cómo lo había hecho el rubio?

¿Cómo había olvidado todo lo que habían pasado juntos?

Sus citas, recuerdos, momentos y sentimientos.

¿Cómo las había hecho a un lado?

¿Cómo los había olvidado por alguien que, seguramente, no había hecho mucho por él?

Aun se preguntaba, ¿Cómo había podido?

¿Cómo regresaba a casa después de engañarlo como si nada?

¿Cómo podía recostarse en la cama que compartía, y ahora se sentía manchada?

¿Cómo pudo fingir que no había sucedido nada?

¿Acaso había valido la pena?

¿Le había dolido siquiera?

¿Engañar a quien más le amaba y admiraba?

Y no se equivoquen.

Él no le quería de regreso.

Él solo quería saber si había valido la pena aquella aventurilla.

Que, al fin de cuentas, no era amor, solo había sido un pasatiempo.

Cursos intensivos de amor exprés.