14. Sí, quiero.

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Miro una vez más mi reflejo en el espejo y sonrío satisfecha, este vestido me encanta.

Semanas atrás había querido suspender el compromiso pero ahora nadie estaba tan emocionado por ello como yo.

Mi madre tiene los ojos llorosos, por la emoción, supongo, y Caroline y Annia sonríen.

-¿Preparada? -Me dice Sam y asiento.

{...}

Estoy nerviosa. Siento que tengo mucho calor y me sudan las manos. Camino hacia el altar del brazo de Sam, y sé que todas las miradas están sobre mí, como taladrándome.

Lo veo todo borroso a causa del velo, y tengo miedo de caerme y hacer el ridículo.

Kian está en el altar, aunque está de espaldas a mí. Suena la típica música de las bodas y río en mi interior, mi madre quería que fuera una boda tradicional, y no me costaba nada complacerla.

Siento que el tiempo pasa mucho más lento a medida que camino. Justin me sostiene la cola del vestido y mi hermanastra Jodie está a su lado.

En las primeras filas puedo ver a toda la gente que conozco; mi família.

Mi madre, su marido, Annia, Jc, Caroline, Trevor, Ricky, Connor e incluso Jacob.

Suspiro y expiro. Recuerdo todos los momentos que he pasado con Kian.

Nos conocimos, le odiaba. Nos peleábamos pero en el fondo le gustaba, aunque no podía dejar que lo supiera. Cuando estuvimos en Nueva York, cuando lo hicimos por primera vez, cuando se fue...Todo.

Kian se da la vuelta y le miro a los ojos aunque no le veo claramente. Sonríe, adoro cuando sonríe. Jamás quiero que deje de hacerlo.

Me da la mano y me ayuda a subir, acaricia mi cintura haciendo que me tranquilice un poco.

El sacerdote sale y se pone detrás de su mesa. Dice unas cuantas cosas a las que no presto atención. Sólo puedo concentrarme en Kian, sólo él está en mi mente, en mi mundo.

No sé cuanto tiempo habla ese hombre, pero me da igual. Sólo sé que ahora todos se han puesto de pie y me giro hacia Kian, quien me retira el velo.

Por fin estamos frente a frente, coge mis manos y sonríe. Dios, ¡está guapísimo con traje!

-Hola. -Me dice en voz baja y me muerdo el labio.-

-Hola, estás muy guapo.

-Y tú.

-Hermanos, estamos hoy aquí reunidos para que dios garantice el sello de amor de estos dos jóvenes. Un día fuisteis consagrados en el Bautismo; hoy, con un nuevo sacramento, Cristo va a bendecir vuestro amor, y os enriquecerá y os dará fuerza, para que os guardéis siempre mutua fidelidad y os podáis cumplir siempre con vuestra misión de casados. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención.

Sus manos y las mías están sobre nuestros trajes y miro a mi alrededor, todos nos miran sonrientes, excepto mi madre y Annia, que están llorando.

-¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente durante toda la vida?

-Sí estamos decididos. -Respondemos a la vez y no puedo evitar sonreír.-

-¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

-Sí, estamos dispuestos.

-Así, pues, ya que queréis contraer Santo Matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.

Kian es el primero en hablar.

-Yo, Kian Lawley, te quiero a ti Marie Elisabeth Johnson como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

Siento que las piernas me fallan. Recalca mucho la última frase que dice. "Todos los días de mi vida." Sí, le quiero para siempre.

-Yo, Marie Elisabeth Johnson, te quiero a ti, Kian Lawley, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

Nos ponemos los anillos.

Unimos nuestra mano derecha y ahora mismo sé que no hay cuelta atrás, aunque no quiero que la haya.

-Kian Lawley, ¿quieres recibir a Marie Elisabeth Johnson como tu legítima esposa, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

-Si, quiero. -Todos están en silencio. Sólo oigo el latido de mi corazón.-

-Mary Elisabeth Johnson, ¿quieres recibir a Kian Lawley como tu legítimo esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarle y respetarle todos los días de tu

Tan sólo lo pienso un segundo y respondo.

-Sí, quiero.

El sacerdote prosigue.

-El señor, que hizo nacer entre vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo, que habéis manifestado ante la Iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Así que si alguien tiene alguna objeción, que hable ahora o calle para siempre.

Miro a Jacob, esperando que no haga ninguna escena y él me responde sólo con una sonrisa.

-Proclamemos la bondad de Dios para con estos hijos suyos.

Todos responden.

-Bendito sea Dios que les ha unido.

-Por el poder que me ha sido otorgado, yo os proclamo a tí, Kian Lawley y a tí, Marie Johnson, unidos en santo matrimonio, marido y mujer. Puedes besar a la novia, chico.

Kian sonríe y me acerca a él por la cintura, nuestras frentes están pegadas.

-Por fin eres mía.

-Siempre lo he sido.

Me besa y me olvido de que muchísima gente. Ahora somos sólo él y yo, siempre hemos sido él y yo. Nos separamos y nos cogemos de la mano, sonrientes. Todos aplauden y bajamos del altar, nos dirigimos a mi madre, quién casi me asfixia con su abrazo.

{...}

Dicen que toda tu vida pasa por delante de tus ojos cuando estás a punto de vivir algo que sabes que va a cambiarte para siempre.

Así fue la primera vez que le vi. Siempre supe que él iba a poner mi vida patas arriba y nunca me importó, era Kian, mi Kian.

Después de todo he llegado a la coclusión de que lo mejor que me pasó fue encontrarle.

Porque lo mejor de todo no fue encontrarle a él, fue encontrarme a mí.

FIN.

Trouble again. [Kian Lawley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora