Mis primeras memorias

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Era un corredor estrecho, lleno de humidad y bien aluzado por las artorchas que colgaban de los muros, recuerdo que mis brazos no respondian por la delicadeza con la que era tratado por aquellos dos hombres, de quienes no recuerdo sus nombres... quizá ahora sólo sean huesos roidos por zopilotes. Al final del camino un gran muro de madera se abrió mostrando el gran salon del Güey Tlatoani, en el se celebraba alguna fiesta, no lo se, tal vez solo festejaban por estar vivos y disfrutar de su existencia. -¿Por qué han entrado de esa forma?, qué no ven que han arruinado el canto y la celebración en mi honor- La voz fue mas fuerte que todo el bullicio en el salón- He aquí un hablador mi señor, un guardia de las fronteras del sur- ¿y?... ¿qué es tan importante que no puede esperar?- me adelante a cualquier otra respuesta tratando de sacudir el temor que sentia por las miradas de desprecio y asco que infundia en los invitados y no los culpo seguramente mi olor no era el adecuado para la ocación- ¡Gran Jefe! he presenciado y luchado con un "No muerto"-Habla más fuerte hijo, nadie ha podido escucharte- "No muerto". No logre entender los murmuros que llenaban la sala-Un soldado de la frontera con el pelo largo, ni si quiera tuviste educación ¿Cómo alguien así puede saber de los no muertos?- Los cuentos y canciones son una herencia de mi madre mi señor- El Tlatoani hizo unos gestos y en ese momento todos salieron de la sala, quedándonos cinco persona en el gran salón.-¿Cómo dices que te llamas chico? -Soy Yoltizn de la rama perdida del Demonio Azul, o eso dice mi madre? -¿Y tú padre? -No lo conoci señor el murio a su servicio en la batalla de las garzas antes de que naciera. -¿Qué piensas al respecto de este joven querido José?- Que el niño tiene ojos azules, tal vez su madre tenga razón. -Ah si, ya veo sus ojos azules, y dime hijo ¿a qué te enfrentaste? -Al sur a unos 30 kilometros de la comarca de las ranas justo al pie de las montañas caminaba con chontal, el perro que me dieron en la academía de la comarca, caminabamos hacia la atalaya, fue cuando vimos la silueta de una persona bajando de la montaña sin rumbo, le hice varias advertencias, pero solo caminaba balancenado su cuerpo, con los brazos tumbados a los costados, no respondia ni hacia gestos, empece a caminar con chontal, al toparme con ese ser, me di cuenta que era un cadaver, con los ojos en blanco y jadeaba sin echuchar mis advertencias, el "No muerto se avalanzo hacia mí, había intando morderme, su voz era, ma sbien un rugido, cualquiera que quisiera imitarlo se lastimaria la garganta, así continue lanzando advertencias, pero era inutil, chontal se avalanzo a él, y por un momento lo prensó del brazo, pero ese ser, lo abrazo y empezo a morderlo hasta destrozarle la cabeza y luego le arranco las patas y empezo a comerselo, así que desenvaine mi espada y le di a un brazo, pero el seguia royendo al chontal, di otro golpe, esta vez en su briente, pero el resultado había sido el mismo, lo intente de nuevo pero esta vez en su cabeza, aun puedo sentir esa extraña sensacion de los huesos romperse, él cuerpo callo, por lo que lo arrastre hacia la atalaya lo mas rapido, pues había empezado a caer finas plumas de agua, esa misma tarde, sali a la comarca para avisar a mis superirores- ¿Quién te mando hasta aqui? -Fue Hector señor. -¿Avisaron al Güey de la región? -No, Hector me mando directo aquí, ellos quedaron en revisar el cuerpo que había dejado en la atalaya.

Habían pasado algunos días y me había dejado en la academia militar de reino, mi vida había cambiado por completo y no lo sabía, al parecer eso de los muertos vivientes no se lo tomaban muy enserio y regularmente castigaban a las personas que se atrevían a hablar sobre ello en publico, pero yo estaba seguro de lo que había visto aquel día. Había quedado a bajo el cuidado de Yalotl, un veterano de Guerra y miembro de la mesa de guerra y de consejo de Güey Tlatoani, parecia que mi destino era estar ahí y entrenar con él, yo suponia de que esa manera me cayarian y no solo eso, por mi mente pasaba la idea de que me mandaran a batalla imposible de ganar y así se decicieran de mi, al fin y al cabo, quien reclamaria el cuerpo de un pobre soldado del rango más bajo de una comarca de lo mas alejado del reino, acaso mi madre lo podría hacer, la inteción de hacerlo no faltaria, pero no tendria  los recursos, es por eso que me había enlistado a servicio militar, para tener que comer y que mi madre no tuviera hambre, pero ahora estaba ahí encerrando sin saber que seria de mi madre y de mí. Le había enviado algunas cartas a mi madre pero no sabia se estas llegarian a su destino.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2023 ⏰

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