-Hola, Shin.- Saludé, con una leve sonrisa.
-Hola, Hécate.- Respondió, levantando también las comisuras de sus labios.
Tras una breve introducción entre las dos partes, decidimos alojarnos en la mansión de los Fundadores. Mientras unos charlaban y planificaban qué es lo que iban a hacer cuando llegaran a la morada, me acerqué a Ayato.
-¿Crees que Laito estará bien? No sabemos siquiera dónde se encuentra.
-Tranquila, parece un payaso pero siempre se las arregla para salir de cualquier problema.- Contestó, animándome.
-Oh, Ayato-kun... Qué cruel por tu parte llamarme payaso... ¿Es que no te importo?- Dijo una voz detrás nuestra.
Me giré rápidamente y lo vi. Tenía varias partes del cuerpo vendadas y le faltaba su característico sombrero. A pesar de que las heridas que tendría dibujadas en su cuerpo debían ser dolorosas, me dedicó una sonrisa más brillante que la luna misma.
-Laito...- Susurré.- Por un momento pensé que no habías...
Me ahorré las palabras y decidí abalanzarme encima suya en un fuerte abrazo.
-Cuando Ruki contó lo que te había hecho...
-Hécate.- Llamó, casi en un suspiro. Se acercó hasta mi oído y abrió los labios- No creerías de verdad que Ruki... Espera, olvídalo. Todavía no es el momento.
Me aparté de él y lo miré fijamente a los ojos, sorprendida.
-Todo ocurre por una razón, te lo contaré más tarde. Ahora hay que reunirse con Carla y Shin. Que, por cierto, fueron quienes me vendaron las heridas. Qué curioso, ¿verdad?- Rió, simpático.
-Eres peor que un grano en el culo.- Insultó el fundador del parche a nuestro lado.- ¿Sabes lo mucho que nos ha costado no ahorcarlo? No paraba de quejarse porque no lo estaba curando una enfermera sexy.
-Bueno, Shin-kun... Es que si tienes que toparte con la cara de Carla-san mientras te vendan...- Calló, entre escalofríos- Oh, sólo con recordarlo siento el temor entre mis venas.- Gimió, dramático.
El joven de pelo anaranjado se limitó a mirarlo como si fuera un borracho.
-Estás loco... Y pensar que estuviste tanto tiempo en mi puta casa y no me di cuenta...
Todavía en la residencia de los Sakamaki, comenzamos a discutir sobre cómo íbamos a ir a la casa de Shin y Carla. Lo más rápido era teletransportarse, pero debido a una nueva barrera mágica que había levantado el mayor del clan, nadie era capaz de llegar dentro si no era andando y con el permiso del rey. Finalmente, decidimos ir a pie hasta las puertas del domicilio. Sin embargo, antes de empezar la marcha, Carla me pidió que hablara con él a solas. A pesar de las quejas de Ayato, accedí y nos apartamos hasta uno de los árboles de fuera.
-Hécate... Me gustaría... Preguntarte algo.- Dijo, pensativo.
-Claro, adelante.
-Shin me ha contado todo. ¿Es verdad que no eres de este mundo?
-Sí.
Se quedó callado por un momento, sin saber qué decir a continuación. Luego, se quitó la bufanda y pasó una de sus manos envueltas en guantes para acariciarse la nuca.
-Y... ¿Sabes si... Me queda mucho tiempo?- Susurró, mirando a la nada.
-Lo que te queda de vida depende mucho de las circunstancias, Carla. Por lo que sé, la sangre de la chica que debería haber estado en mi lugar paralizaba o, al menos ralentizaba, las consecuencias del Endzeit.
ESTÁS LEYENDO
🦇《Atrapada en un mundo irreal》🦇
Vampiro¿Qué diantres está pasando? ¡Hace un momento jugaba tranquilamente el videojuego "Dark Fate" y ahora me encuentro literalmente dentro del universo de Diabolik Lovers! Supongo que resulta una ventaja saber todo sobre los personajes pero... ¿Cómo voy...