Desaparecida

Capítulo 39. "Rota"

     Alemania, 27 de abril del 2019.

     Un día después del capítulo 35.

     Bella.

     Me duele el alma.

     La culpa no ha dejado de atormentarme, a tal punto que no he podido dormir. El disparo se repite en mi mente como una cinta de película, aún puedo sentir el peso de su cuerpo sobre el mío, es como una pesadilla interminable y no tengo idea de cómo superar esto.

     Fueron pocos meses el tiempo que estuve con James, pero eso no impide que sufra su muerte. Era un simple chico que necesitaba dinero para las quimioterapias de su mamá, lo quise ayudar a escapar, pero realmente lo condené a un final trágico y la culpa me está matando.

     ¿Por qué deben morir personas inocentes? ¿Qué está mal con este mundo? ¿Cuál es la necesidad de causar tanto dolor? Odio esto, detesto sentirme culpable por la muerte de un chico inocente. Este era uno de mis más grandes miedos, perder la vida de alguien ajeno a mi problema

     El hijo de puta lo sabía, me leyó como a un libro de primaria. Mató a James para que no pudiera hablar con el Ministro ¿Cómo iba a hablar con el Ministro de Defensa después de ver morir a James? Claramente todo estuvo planeado. Es absurdo que mataran a James horas antes de ver al Ministro y un día antes del juicio final.

     La única persona que me mantiene de pie es Marco, saber que aún no estamos a salvo es mi motor principal para seguir adelante, pero las ganas de rendirme me sobran. Aunque Marco sea mi motor principal, siento una necesidad terrible de destruir al demandante y aunque intente ignorarla, el odio cubre más terreno en mis sentimientos.

     Con esos pensamientos camino por los pasillos del hospital, sintiendo el malestar en mi cuerpo. Me detengo en la puerta de una habitación, exhalo con pesadez intentando reunir fuerza para enfrentarla. Sé que va a odiarme, pero necesito verla por última vez para darle algo de paz a mi conciencia. Debo enfrentar las consecuencias, huir será peor.

     Lucy Armee enterró a su hijo hoy por la mañana. Estuve presente, observando todo desde la ventanilla de mi auto, no me bajé para no exponerla a ella también. Seguimos sus pasos hasta el nuevo hospital al que fue trasladada, hace una hora que ha llegado, pero ahora es que me atrevo a enfrentarla.

     Toco la puerta con delicadeza, pero al no recibir respuesta, decido abrir la puerta. Ella está de rodillas en el suelo con los brazos en la camilla, la escucho gemir entre el llanto, haciendo que mi corazón se estruje. Cierro la puerta con delicadeza y camino hacia ella, me arrodillo a su lado y me coloco en la misma posición.

     ¿Hace cuánto no le rezo a Dios?

     ¿Seis años, quizás?

     Dejé de creer en su omnipresencia desde que fui brutalmente violada por meses, no hubo ningún Dios que me salvara ¿Con qué cara voy a orarle ahora? ¿La cara de una asesina? ¿La de una culpable y llena de pecados? Supongo que no soy la más adecuada para pedirle algo a Dios, pero espero que escuche mi mayor deseo: Lo único que pido es paz para el alma de James y su mamá.

- ¿Qué-é haces aquí-í? – su voz es fría. La observo de reojo, no me está mirando y sus manos están temblando.

- Yo-o – mi voz se quiebra al pronunciar la primera palabra –, lo siento-o mucho – coloco mi mano en su hombro, intentando que entienda que comparto su dolor.

     Mis ojos se abren con horror cuando se voltea a verme, su mano viaja con rapidez hacia mi mejilla, dándome un golpe seco y cargado de furia. Sostengo mi mejilla, sintiendo las punzadas de dolor y la observo por un momento con el corazón acelerado.