La pesadilla de un villano

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Ariela era la última hechicera demoníaca del mundo. Tuvo la mala suerte de nacer en una época en donde la magia era condenada y el mero hecho de poseer un poco de ella, ameritaba la pena de muerte.

Su madre la crío como pudo mientras se ocultaban en las profundas montañas para evitar ser atrapadas. Creció escuchando historias sobre otros hechiceros que habían logrado grandes hazañas pero fueron olvidados con el paso del tiempo y ella deseó ser como las personas de las historias.

Al morir su madre, ella quedó sola a corta edad y se esmeró por no morir. Una mañana, salió a recoger hierbas para sus elixires escondiendo sus cuernos y usando una peluca. En el camino se topó con el rey Vance que enviudó a causa de la peste y buscaba alguna planta mágica que pudiera salvar a su hijo enfermo de cinco años.

Vance la vió y pensó que era una campesina que buscaba hierbas para vender y le rogó que le dijera si conocía alguna planta mitológica que curara la fiebre rosa

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Vance la vió y pensó que era una campesina que buscaba hierbas para vender y le rogó que le dijera si conocía alguna planta mitológica que curara la fiebre rosa. Ella le dijo que sí y la llevó al palacio para salvar al príncipe William.

Al sanar milagrosamente a William, Vance le entregó un título y dieron la receta de la medicina al pueblo. Vance le solicitó ser la niñera del príncipe, quién fue encariñándose con ella con el tiempo. Airela quería mucho a William y lo cuidaba como si fuera su propio hijo, aconsejando y guiándolo para que fuera un gran líder en el futuro. Vance empezó a cortejarla para luego hacerla su esposa cuando cumplió los 15 años.

Durante su reinado, el pueblo disfrutó de prosperidad, atribuyendo el milagro al amor de los reyes y a la sabiduría de mando de la joven reina. Pero la felicidad dura poco y la envidia aumentó a su alrededor.

Cuando el príncipe cumplió los 20 años en uno de sus paseos a caballo, se involucró en una pelea para salvar a la hija de un barón de las garras de traficantes ilegales. Helen y William se enamoraron a primera vista y el pidió casarse de inmediato. Ariela le aconsejó que no se guiara por el calor del momento y dejara pasar un tiempo para pensarlo mejor.

William la escuchó al principio pero las malas lenguas jugaron en contra de la reina y envenenaron al joven en su contra. Las supuestas amistades y varios nobles se encargaron de llenarle la cabeza con ideas de que la reina se oponía a su amor y odiaba profundamente a Helen.

Exigiendo un mejor trato para su futura esposa y poniendo fecha para la boda, se negó a escuchar a Ariela e hizo lo posible para ayudar a su amada descuidando por completo sus deberes y obligaciones.

Ariela trató de hablar con su esposo para persuadirlo pero este se mostró distante y poco interesado en ayudarla. Para que dejara de molestarlo, le ordenó enseñarle a Helen, la etiqueta real.

A regañadientes aceptó educarla pero a cada paso que la joven daba, el desastre se hacía presente. Helen no mostraba intención de aprender y cada reproche por su actitud vaga e insolente, solo creó malentendidos entre los presentes hasta llegar a ganarse el odio del príncipe y otros nobles.

El Hada Madrina mató al Príncipe Azul (Reboot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora