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Un mes había pasado desde que iniciaron su relación, podría jurar que cada mañana se enamoraba aún más del italiano.

Toni a veces le hacía citas sorpresas, regalos, salidas a lugares maravillosos, siempre diciéndole "Me gusta ver tu rostro, cuando ves algo nuevo, tus ojos se iluminan como dos bellas estrellas"

Al italiano le encantaba darle regalos y llevarlo a lugares hermosos, a lugares nuevos, el creía que salir de paseo con alguien a conocer nuevos lugares fortalecía la confianza, darle regalos hacía sentir especial a la persona, prepararle citas románticas en bellos lugares hacía sentir amada a la persona, ya que aquellos detalles no se tienen con cualquiera.

Así que Raúl quería hacer algo parecido, había pagado igualmente para ir de paseo a algunos lugares pero no se había atrevido a preparar el mismo un lugar de manera romántica. Siempre hacían reservar en restaurantes lujos, sus citas podían variar de temática, una noche cenaban en un lujoso restaurante de alta categoría, mientras que la noche siguiente compraban comida en un puesto de la calle y comían dentro del auto, escuchando y cantando sus canciones favoritas.

Raúl jamás se había sentido tan completo como ahora, pareciera que el italiano lo complementaba a la perfección, quizá tenían peleas leves, pero ¿Qué pareja no las tiene? Creía que si una pareja no tenía algunas peleas, no funcionaria, por el simple hecho de que al no compartir el cómo se sentían, estar de acuerdo todo el tiempo con la otra persona aunque realmente no lo estuvieras, era simple falta de confianza y comunicación.

Si algo no le parecía, lo diría, aunque fuera lo más absurdo, Toni era igual. Quizá algunas veces peleaban por pequeñeces pero al final lo hablaban y trataban de cambiar lo erróneo, si alguno se equivocaba pedía perdón al meditar su error.

Para el mexicano, una pareja funcional no era aquella que jamás peleaba, no, para él una pareja funcionar era aquella que al tener problemas trataba de ver cómo solucionarlo, el cómo sentirse bien ambos en esa relación, sentirse en casa, sentirse agusto.

— ¿Quieres que salga con José por un rato?

El italiano le miraba con una ceja alzada y una sonrisa divertida.

—S-sí. Te está esperando afuera—Junto sus manos mirando hacia otro lado, escucho reír al italiano.

—De acuerdo. —Se acercó al pelinegro para darle un beso abrazándole de la cintura. —Te veo en un rato, bebe.

—No será mucho tiempo. —Acaricio su mejilla.

Se separaron, el italiano rio para sus adentros, le encantaba la manera en que Raúl trataba de disimular cuando le tenía una sorpresa, era malísimo, siempre fingía que no sabía nada, ni se esperaba nada.

Sintió un escalofrió recorrerle.

Por instinto volvió hacia el pelinegro abrazándolo, apretándolo contra su pecho, dejando confundido al pelinegro pero no se negó en corresponderle de la misma manera.

—Te amo, Raúl. —Acaricio la mejilla del más bajo. —Sabes que mi felicidad, es que tú estés siempre bien, esa es y será siempre mi felicidad.

Lo beso para seguidamente mirarse por unos segundos.

—Lo sé, digo lo mismo de ti, tú eres mi felicidad. —Sonrió mientras el italiano le correspondía su sonrisa. —Te amo, Toni.

Toni salió por la puerta, vio su espalda alejándose hasta perderlo de vista y escuchar como la puerta era cerrada.

¿Por qué el ambiente se había sentido raro en ese beso?

Sin pensarlo mucho, llamo al hermano del Gambino, Carlo había prometido ayudarle a preparar aquella cita, con mucho esfuerzo y rogar por casi una semana entera, logro convencer al menor de los Gambino.

Dos locos [RONI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora