Podía sentir sus húmedos besos por mi cuello. De vez en cuando mordía mi piel levemente dejándome con ansias de más. Sus manos recorrían mi cintura por debajo de mi camiseta suavemente. Su tacto era cálido y placentero, lo que hacía que ahogase leves jadeos en mi garganta. Poco a poco sus manos subían hasta mis pechos. Agradecí internamente que no llevara sostén en ese momento, así podía sentir sus cálidas manos directamente en mis senos. Subió más sus manos y logró quitarme la camiseta, dejando todo mi torso desnudo.
Sentía una leve corriente que acariciaba mi abdomen y mis pechos, estremeciéndome un poco ante él. Diego, al notar eso, no tardó en pegarse más a mí, ofreciéndome todo su calor. Nuestras miradas estaban conectadas, no podíamos dejar de admirar nuestros rostros, viendo cada detalle de nosotros.
Diego acercó lentamente su cara a la mía, fundiendo nuestros labios en un suave y profundo beso. Este beso fue pasando de ser suave a uno salvaje lleno de deseo, queríamos sentir más de ambos.
No tardé en quitarle a él también su camiseta, rompiendo así el beso y dejando su torso desnudo ante mis ojos. Mordí mi labio en deseo y admiración. Diego volvió a besarme de la misma manera con la que me estaba besando hace un momento. Mis manos, que estaban apoyadas en la mesa que tenía justo detrás de mí pasaron a acariciar su pecho, subiendo hasta sus hombros y bajando suavemente por sus brazos. Sentía un cosquilleo crecer en la parte baja de mi estómago, pidiendo más.
Diego bajó sus manos a mis muslos, invitándome a sentarme en la mesa donde estaba apoyada. Abrió bruscamente mis piernas, dejando que suelte un fuerte jadeo. Se posicionó justo entre ellas. Me miró un momento a los ojos. Lo único que podía observar era el brillo lleno de lujuría y deseo en sus oscuros ojos, ojos en los que siempre me perdía cada vez que me observaba. Me volvió a besar bruscamente, pero esta vez empezó a bajar hasta mi cuello dejándome marcas que posiblemente tendría que tapar más adelante. Era algo doloroso, pero sin duda también placentero, no podía decirle que parara. Sus manos recorrían mis muslos descubiertos, ya que solo llevaba puestas mis bragas.
Su boca siguió bajando hasta llegar a mis senos y empezó a lamerlos y besarlos con deseo. Suspiros salían de mis labios al notar todas las sensaciones que me hacía sentir Diego, pero sabía que nada iba a pararle ahora y me iba a hacer sentir incluso mejor que ahora.
Dejó mis pechos para mirarme de nuevo con sus profundos ojos, sus hermosos y brillantes ojos. Sus manos se posicionaron justo en mis caderas, agarrando el borde de mis bragas y bajandolas lentamente. Yo observaba cada movimiento que hacía, su lentitud me mataba por dentro y estoy segura de que él lo sabía, se reía por ello. Sabía que estaba completamente a su merced. Tiró mis bragas a un lado y abrió más mis piernas. Yo me eché hacia atrás, recostándome en la mesa y dejando a Diego todo el poder sobre mí.
Su mano empezó a acariciar suavemente mi clitoris, provocándome fuertes descargas eléctricas en mi cuerpo. Sus movimientos eran circulares y constantes. Sus ojos observaban cada expresión de placer en mi cara, él lo estaba disfrutando. Metió un dedo dentro de mí, provocando que arqueara mi espalda sintiendo dentro de mí. Metió otro dedo y comenzó a moverlos dentro de mí de manera lenta, acariciando las paredes de mi vagina. No podía evitar soltar leves gemidos. Diego me observaba con un media sonrisa dibujada en su rostro. Sus movimientos empezaron a ser más rápidos, mi cuerpo temblaba ante su tacto. Iba a llegar al orgasmo, pero Diego se detuvo, dejándome con un expresión incrédula al no entender qué hacía.
Me apoyé sobre mis codos en la mesa, levantándome un poco para observarle mejor. Tenía una sonrisa en su cara, él sabía lo que estaba haciendo y a mí me llenaba de curiosidad. Acarició mis muslos de nuevo y me bajó de la mesa, quedando justo de pie enfrente de él. Alcé un poco mi cabeza para verle a los ojos ya que él era más alto que yo. Me sentía pequeña e indefensa ante él y su mirada.
Puso mis manos en mis caderas y las acarició dulcemente con sus pulgares, pero en un rápido movimiento me giró quedando él detrás mí y puso su mano en mi espalda haciendo que me agachara contra la mesa apoyándome en ella. Mis pechos y mi abdomen tocaban la fría superficie de la mesa, estremeciéndome ante la sensación.
De un momento a otro sentí como Diego entraba en mí suavemente. Me mordí el labio para no soltar un gemido al sentirlo. Suspiré contra la mesa ahogando las ganas que tenía de decirle a Diego que quería que me hiciese completamente suya, aunque en el fondo sé que soy y siempre seré de él.
Entró completamente en mí de un golpe. Ahogué un gemido en mi garganta, casi convirtiéndose en un sollozo. Sus embestidas al principio eran lentas, pero poco a poco fue subiendo el tono de estas, convirtiéndolas en embestidas rápidas y duras.
Agarré el borde de la mesa que estaba justo delante de mí y la apreté fuertemente haciendo que mis nudillos se vuelvan blancos. Apoyé mi frente contra la mesa, mordiendome el labio de manera automática. De vez en cuando soltaba algún que otro suspiro o gemido de mi boca.
Sentí la cálida mano de Diego acariciar mi espalda desde atrás, subiéndola lentamente. Enredó su mano en mi cabello y tiró de él, levantando bruscamente mi cabeza y haciendo que suelte un gemido que tenía ahogado en mi garganta. Él quería escucharme, quería escuchar el placer que sabía que me provocaba.
Pequeñas lágrimas de placer rodaban por mis mejillas. Dios, esta sensación se sentía genial, no quería que acabase nunca.
Alejó su mano de mi cabello y yo instintivamente volví a agachar la cabeza. Sus manos se posicionaron cada una a un costado de mí, en mis caderas. Sus embestidas se volvieron más lentas y fuertes. Mis piernas temblaban y sentía que en algún momento iba a caer rendida al suelo, pero Diego no iba a permitir eso. Su agarre era firme y fuerte. Solo fue cuestión de 5 estocadas más que hizo que llegara completamente al orgasmo, soltando un gemido desde lo más profundo de mi garganta. Diego siguió embistiéndome contra la mesa. Mis paredes contraídas apretaban su duro pene y fue cuestión de rato que Diego se viniera dentro de mí.
Se agachó hacia la mesa y comenzó a besar mi espalda y hombro. Sus manos subieron desde mis caderas hasta mi cintura, acariciándola suavemente. Apoyó su frente en mi hombro mientras yo intentaba regular mi respiración que estaba agitada por todo lo sucedido.
Sentí como su pene salía, acariciando mis paderes hasta salir, sintiendo el líquido caliente de su semen al instante resbalar por mi vagina y bajando por mi pierna.
Me deslicé hasta caer al suelo, jadeando todavía. No era capaz siquiera a mirarle a la cara. Sentía todavía todo el placer que me hizo experimentar. Diego se agachó hasta mi altura y me obligué a mirarle a los ojos de nuevo. Acarició mi mejilla y depositó un dulce beso en mis temblorosos labios. Cuando se separó, alejó un mechón de pelo que caía por mi cara y lo puso detrás mi oreja, acariciando luego mi mejilla de nuevo y dejando su mano en el hueco entre mi cuello y hombro. Me miraba fijamente a los ojos, transmitiéndome muchos sentimientos a la vez. "Te amo" susurró contra mis labios, para luego unir nuestras frentes y dejando que el tiempo pase.
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Historias Para No Dormir [+18]
Novela JuvenilUna noche de pasión entre 2 primos. Nada que decir, solo leed. Edit: así es como empezó, ahora habrá otras cosas porque soy una enferma mental.