Capítulo 2

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Al no encontrar a Juliana por ninguna parte de su cuarto Valentina se preocupó. ¿Acaso Juliana había preferido irse sin decir nada porque se arrepentía? Vio al lugar donde le había dejado la nota y no la vio sino en el suelo con otros papeles más. Al acercarse a recogerla un fuerte viento entro y voló los demás papeles del escritorio. Entonces pensó que tal vez Juliana no había leído la nota. Tomó las cosas que había comprado y se encaminó al cuarto de la morena.

Seguro olvidó algo. ¡Ay, Camila! Nunca cambiarás...

Tomo una toalla, se envolvió en ella y salió a abrir la puerta. Casi se le cae la toalla al ver quién era.

Qué te... olvidaste...

Valentina no pudo decir nada de lo que venía ensayando mentalmente en el camino porque le basto ver a Juliana en paños menores para que deseara empujarla, tumbarla en la cama y hacerle el amor hasta cansarse. Aquel cabello húmedos le vociferaban a voz en su cuello que sus dedos se enroscaran en ellos y su piel morena pedía ser acariciada... Y las manos de Valentina morían por complacer a sus instintos.

Te fuiste...

Valentina... yo...

Mmmmm... yo... ¿Jugo de naranjas para desayunar?

Juliana no entendió hasta que Valentina saco de la bolsa de papel una botella de jugo de naranjas sonriendo de una forma que tuvo que contenerse para no írsele encima. Entonces lo único que pudo hacer fue decir:

Pasa, termino en un segundo.

Y salió corriendo al baño, en el camino tomo algo de ropa y se metió inmediatamente. Valentina se quedó unos segundos en la puerta y después sonriéndose se dijo así misma:

¡Ay, Juliana! No pierdes tus encantos.

Escucho mucho ruido en el cuarto que supuso el baño y siguió preparando el desayuno en una pequeña mesa que había ahí.

Cuando Juliana salió lo único que pudieron ver sus ojos fue a Valentina sentada al borde de la ventana mirando hacia el campus. Se veía hermosa, parecía... una diosa. Su cabello ondeaba al son del viento y sus ojos parecían una extensión del cielo.

Valentina al sentirse observada volvió su mirada hacia Juliana y esta al verse descubierta sintió arder su rostro. Vio hacia otro lado y Juliana sonrió: hacia mucho que no veía a una chica sonrojarse ante su mirada. Juliana era especial. Se acercó a ella y tomo su mandíbula con una mano, la hizo mirarla y le dijo:

El pan se enfría.

Juliana asintió y se sentaron a desayunar. Quince minutos de silencio bastaron para que Valentina devorara el desayuno. Juliana apenas podía pasar alimento teniendo la mirada de Valentina clavada en cada movimiento que hacía.

¿Terminaste?  pregunto Valentina.

¿Eh? Si, ya termine, entonces se puso de pie para recoger la mesa pero la morena no lo permitió.

Deja, me toca a mí.

Ok.

Juliana boto todas las sobras y limpio la mesa. Cuando termino se sentó en su cama y dijo:

Muchas gracias por todas las molestias Valentina. Estuvo delicioso.

Valentina solo pensó…Deliciosa eres tú.

Eh... Sí. No te preocupes, en realidad... yo... quería... hablar contigo.

Dime.

Valentina notaba que la morena no la miraba y tenía los ojos fijos en el suelo. Entonces se sentó junto a ella.

Déjame Amarte  Adaptación Juliantina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora