-Vamos Aria, hora de levantarse- Dice mi madre con dulzura mientras sube las persianas de mi pequeña habitación.
Le asiento con pereza y observó como se aleja de mi habitación. Hoy es mi primer día de trabajo en la clínica veterinaria de mi tía Kate, mi madre le ha convencido para que me deje trabajar unos meses antes de volver a empezar las clases, ya que necesitamos el dinero porque con el sueldo de mi madre en la floristería no es suficiente. Desde que mi padre nos dejó cuando yo tenía 7 años, todo cambió para nosotras, nuestros ingresos fueron de mal en peor, y pasamos de tenerlo todo, a absolutamente nada.
Al bajar las escaleras veo a mi madre servirme el desayuno- Mamá no hacía falta, ya soy lo suficientemente mayor para ocuparme de estas cosas; tendrías que estar ya trabajando y no quiero que llegues tarde por mi culpa.
- Te recuerdo que todavía tienes solo 17 años, eres prácticamente una niña todavía, no me costaba nada hacerle el desayuno a mi hija favorita.
- Mamá, soy hija única, no tienes más hijas.
-No que tú sepas claro.
- Ja ja, muy graciosa- me río de la forma más falsa posible mientras termino de desayunar las tostadas.
Al terminar el desayuno, miro el reloj y ya son las 8:00 de la mañana, y yo tengo que estar en la clínica a y media; me despido rápidamente de mi madre y salgo a paso acelerado por la puerta de mi casa.
Voy caminando distraídamente cuando me chocó con una farola, sí, soy la persona más patosa del mundo.
-Te llegas a chocar un poco más fuerte y te matas, hubiera sido divertido.
Cuando miro al frente mientras me toco mi frente dolorida, me encuentro a un chico alto, tiene el pelo castaño oscuro y despeinado.
Le miró con confusión y el me devuelve la mirada, tiene los ojos grises y la mirada más penetrante e intimidante que he visto en mi vida; debo admitir que es bastante guapo, pero su comentario no me agrada en absoluto.
-¿Estás bien?- Dice mientras se aguanta la risa.
-Perfectamente- le respondo con aires de superioridad.
Aparta de mi camino, no tengo tiempo para imbéciles.
-Bueno, cálmate niña, solo te preguntaba porque ver a una chica comiéndose a una farola, es algo que por desgracia no se ve todos los días.
-Para tu información, no soy ninguna niña, además, te acabas de reír en mi cara, ¿en serio esperabas que fuese amable o encantadora contigo?- digo esto mientras le fulmino con la mirada-.
-Sorprendentemente eres la persona más desagradable e amargada que he conocido nunca, ¡Enhorabuena!
-Anda, que casualidad que tú eres la persona más pesada que he conocido, ahora la persona que más detesto- le planto cara a este desconocido para hacerle saber quién manda en esta absurda conversación-.
Soy bastante alta para ser una chica, pero a su lado me siento increíblemente intimidada; este idiota es altísimo, y aunque me duela reconocerlo, cada vez que lo miro me parece más atractivo.
-Soy Luka, encantado de conocerte señorita amargada- me ofrece su mano de manera amistosa-
-Esto es absurdo, no voy a perder mi tiempo con esto, adiós Luka, o mejor dicho, adiós persona más idiota que he conocido.
-Adiós mi niña amargada- me dice mientras sonríe de manera arrogante-
Tiene una sonrisa de ensueño y unos labios carnosos y rosados, su mandíbula es visiblemente marcada, al igual que sus pómulos, mientras me observa me fijo en sus largas pestañas y su pálida, pero a la vez perfecta piel; este chico parece sacado de una película.
Se da cuenta de que me he quedado embobada mirándole y me lo hace saber volviendo a poner esa maldita sonrisa arrogante que le queda tan bien, noto el calor en mis mejillas y estoy segura de que ahora parezco un maldito tomate.
- Sé que soy atractivo, ¿pero tanto para dejarte sin palabras?
Una vez más, quedo en ridículo delante suya. Me aparto de su lado y camino por la cera alejándome rápidamente de él, no sin antes girarme y gritarle desde la lejanía- ¡No soy tu niña imbécil!-.
No soporto a ese tío, espero no volver a cruzarmelo nunca jamás.
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Caótico
RomanceNunca nadie había conseguido algo así nunca, algo como hacerme sentir un sentimiento tan fuerte hasta el punto de poder destrozarme y hacerme pedazos, hacerme tan fuerte como el acero, y a la vez tan frágil como el cristal; todo eso cambió cuando le...