Alguien llama a la puerta, me apresuro para abrir y dejarle entrar, puesto que ya se quién es y el por qué de su visita en esta noche tan fría.
— Buenas noches vieja amiga —le dije mientras la dejaba entrar.
— A pasado mucho tiempo desde aquella vez —me dijo mientras me miraba fijamente.
— Supongo que sí, debí llamarte antes, pero como siempre había una excusa por la cuál no hacerlo. —con un gesto de mano la invite a que tomara asiento.
— Se que no tenemos mucho tiempo esta noche, pero te e contemplado tanto tiempo que creo que eres la única amiga real que tengo.
No dijo nada, se quedó en completo silencio, no era un silencio incómodo, ambas sabíamos que talvez yo tenía razón en tan desquiciado comentario.
La gente le teme, no la entienden, pocos son los que an disfrutado de su compañía y se an sentido a gusto, creo que es la cosa más real que existe o al menos que existirá.
— ¿Quieres un café? —lo dije para romper aquel silencio tan largo.
No quería desperdiciar este maravilloso tiempo, es mi única amiga y tenía tanto sin verla que se siente como respirar luego de haber contenido la respiración por mucho tiempo.
-
— Si pero... Solo tenemos hasta la media noche. —me dijo
— Para mí será más que suficiente —me levanté de mi asiento para poder preparar aquel café, luego tome asiendo otra vez para charlar.
— ¡Bien! ¿A cuántos de mis compañeros de casa has visitado este tiempo en el que te ausentaste.? —le dije con mucha emoción.
— Son demasiado para poder contar, algunos eran demasiados inocentes y puros que incluso tu casa no los merecían, otros eran despreciables, unos intentaban escapar, algunos me adoraban y otros simplemente pasaban de mi. —la miré espectante, se que tenía muchas aventuras a diario.
— Me imagino que tienes alguna gran historia que contar —dije, levantándome para servir el café.
— No sería justo que te las contarás, cada historia es un libro que solo pocos tienen el derecho a leer, tan personal que sería una ofensa contarlas. Pero te puedo asegurar que también tendrás la tuya.
—me dijo muy seria al respecto.— Bueno, entonces te cuento yo que tal han ido mis días estos años sin tí. —le dije mientras tomaba un sorbo de café.
— Las personas aún no te logran entender, incluso en mi viaje e visto que nisiquiera te recuerdan, no piden perdón, no agradecen, no ven lo que tienen frente a sus ojos hasta que se los muestras. Eso me pone muy triste de cierta forma. —le dije con un tono de melancolía en mi voz.
— A lo largo de mi viaje e tenido encuentros hermosos y e perseguido metas, muchas de estas las pude alcanzar, pero nada pareció ser tan real o al menos no como aquel encuentro que compartimos tú y yo; aún lo recuerdo, fue maravilloso aquel día.
Los días aquí son muy tristes y aburridos, los inquilinos de esta casa son tan básicos y otros solo son copias baratas de personas que son aún más falsa. Tranquila querida amiga también hubo momentos buenos, solo que ya son casi invisibles en mi memoria, me resulta difícil recordarlos.
Tuve todo lo que podía pedir, incluso a ti y no me arrepiento de nada en lo absoluto, al fin y al cabo estoy respirando justo ahora, estoy.Justo como la la frase latina “MEMENTO MORÍ”. Te recuerdo a ti, el único recuerdo que puedo ver en todo sus colores e imágenes.
— Era de esperarse vieja amiga, ya nos tenemos que ir —me dijo terminando su taza de café, para luego ponerse de pie.
Miré mi casa por última vez para luego tomarla de la mano y marcharnos de aquel lugar.
Está casa me olvidará, me borrará como el aire borra las huellas en la arena, pero ella nunca lo hará, mi historia siempre será parte de ella, parte de mi vivirá, y se que estaré con ella hasta el final de todos los tiempos posibles, me asegure de que así fuera.
Voy a descansar, que pena que no te recuerden tan claro como yo lo hacía, se que yo no lo haré jamás.
Adiós, está ya no es mi casa.
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Mi vieja amiga la muerte
PoetryEl estar en este mundo solo te asegura una cosa, y eso es charla con mi vieja amiga, se que la conocerás algún día. Si la ves, dile que la extraño mucho. Sabrás reconocerla, puesto que es la muerte .