Intuition. [Draco Malfoy]

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  𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 VEINTE
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Las cuestiones que discutimos en la cama con Draco las supimos llevar adelante en una conversación bastante madura para ser nosotros.

—La verdad—Dijo enrrollando un mechón de mi cabello en su dedo índice. —Detesto verte con los Weasley.

La luz entraba por las ventanas de la habitación, que, a pesar de no ser igual de radiante como en gryffindor (porque en aquella torre la luz irradiaba constantemente), el amanecer si parecía recibirnos alegre.

—Draco... —Tomé su cara entre mis manos. —Sabes que solo llevo una coleta de cabello en la muñeca cuando voy contigo.

Draco soltó una grave carcajada y podría jurar que me quedaría en esa carcajada por el resto de la vida. Lo acompañé con la risa y se incorporó hacia mí de nuevo. —Qué haría sin ti, Gryffindor.

—Morir de aburrimiento, por supuesto. —Admití, feliz de verlo sonreír sin un gramo de falsedad. —En serio, jamás pasaría nada con los Weasley. Son mí familia desde que he pisado Hogwarts.

—Confío en ti. No en ellos. —Dijo antes de levantarse de golpe de la cama. —Si me disculpas, hoy iré a Hogsmade con mamá. ¿Quieres venir?

—¡Oh, gracias por tu tan anticipada invitación! —Me senté en la cama y me di cuenta que mis pechos habían quedado al aire. Por instinto, lo primero que hice fue taparme hasta el cuello con las sábanas.

—Que graciosa. Ayer te marqué como mía y ahora te avergüenza tu cuerpo.

Se volvió a acercar a la cama, estaba en su ropa interior negra que le sentaba demasiado bien como para ser las diez de la mañana.

Me tomó del cabello con una caricia y luego forzó a que mí cabeza girará hacia arriba y dejó un beso. No en mí mejilla, tampoco en mis labios. Lo hizo en mi maldito cuello.

—Draco...

—Te lo recompensaré cuando vuelva. ¿Entonces no vienes?

—¡No vale que me dejes así y te largues!

—Entonces te tendrás que satisfacer a ti misma. —Me guiñó un ojo volvió al armario agarrando unos pantalones de chandal, una remera negra y un Jersey verde oscuro (que sin sol hasta parecería negro). —Te veo a la vuelta. Y no te pases de zorra con foto y copia; por resultado tendría que amarrarte y ponerte en cuatro sobre esa bonita cama hasta hacerte creer que te vas a desmayar.

—Si sigues ofreciendo te prometo que iré a que George me bese ahora mismo.

—Un puto toque suyo más de lo necesario y va a aparecer muerto en el lago negro. Al despertar se va a asomar a las ventanas de las mazamorras para decirnos ¡Hola!

Estallé de una carcajada por el tono agudo que utilizó en su última palabra y el (por más que intentó contenerse) soltó una risa más.

—En cuánto a lo otro, no puedo satisfacerme sola desde que... bueno. Desde que...

—Desde que probaste mí polla entera dentro de ti, dilo con orgullo cariño.

Me tapé la cara con las manos y él se hechó a reír como un niño pequeño, así que aproveché y le lancé con una almohada... y no fue, mí lanzada de almohadón, muy pasiva exactamente.

Draco se giró serio para verme a los ojos y pensé que me derretía allí mismo. —Ah, ¿así va esto?

No sé cómo, pero terminamos a los almohadazos y con un jarrón de decoración roto en el piso, en efecto.

A las risas y una que otra cosquilla descuidada me dijo que se le pasaba la hora para reunirse con Narcissa, así que lo liberé y me metí a la ducha a pensar todo esto último que había sucedido.

Una vez salí de la ducha, la ropa sucia ya no estaba, al igual que los vidrios rotos. Eso significaba que los elfos habían estado por aquí. Y gracias a Merlín yo estaba en la ducha y no afuera: siempre hay algún elfo «mala onda» que me delataría por ser Gryffindor y estar en donde los Slytherins.

Y que los elfos hayan pasado, también significó que se habían llevado mí ropa, por lo que casi me dio un mini ataque de pánico porque no tenía nada que ponerme hasta que llamé a Daphne por teléfono.

—Ara, ¿todo bien?

—Estoy en la habitación de Malfoy semi-desnuda.

—o-oh. Bien por ti hermanita. ¿Necesitas condón o..?

—¡No! No, no, no. Ropa. Necesito que traigas la muda de ropa que dejé allí hace bastante tiempo.

—Claro. Te la mando con Pansy, sigo con Blaise.

—Suerte con darle tu mañanero. —Dije y colgué antes de que pudiera empezar a criticarme por lo dicho.

En menos de dos minutos Pansy entró al cuarto y me dió los buenos días. —¿Cómo te la pasaste anoche con el hurón? ¿mucho látigo por llegar tarde?

—Algo así. ¿Y a ti con Theo?

—Muy bien. Cada día viene con ocurrencias nuevas. —Dijo mirando al suelo y mordiéndose un poco el labio. —Es Theo, no puedo evitar quererlo.

Me cambié con una falda verde pastel y una remera corta y suelta de color blanco. Me hice un moño apurado, arreglé mí cara lo mejor que pude y salí de la sala común junto a Pansy, hablando sobre la cantidad de materias que tendríamos que rendir antes de vacaciones de verano.

Porque con las de invierno jamás basta.

—Ahí vienen mis dos mujeres. —Escuchamos la voz de nuestro amigo o en el caso de Pansy, pareja, y nos giramos hacia atrás.

Theo nos abrazó por los hombros y se ganó una risa tonta por parte de Pansy. En cuanto a mí, se ganó un manotazo y un gesto de vómito acompañado con dos de mis dedos hacercandose a mí boca.

—¿¡Sigue en plan tu propuesta!? —Gritó Nott mientras me alejaba de su chica y de él.

—¡Si Malfoy lo acepta soy suya! —Le guiñé un ojo a Pansy y vi como se alejaban riendo y abrazados por un lado mientras que por otro, también tomados de la mano.

Me dió por ir hasta la torre de Gryffindor y aclararle a George por qué lo había dejado de tal manera el día anterior.

Aparecí frente a su puerta y toque dos veces, fueron suficientes para que Fred abra la puerta. —Maldita sea. —Dejó la puerta del dormitorio abierta dándome lugar a entrar.

—¿Y eso a qué se debe? —Pregunté indignada mientras me acercaba al escritorio de George para saludarlo.

—Angelina y él pelearon anoche. Ambos piensan que tienen razón así que... nada. Supongo que están esperando al perdón del otro, que por supuesto no llegará. —Respondió mientras se estiraba en su silla y yo me di el placer de tirarme en su cama recién hecha.

—¡Ara! —Me retó y reí como niña pequeña.

—¡Ni siquiera haces la cama tu mismo, usas magia!

—Agitar la varita cuesta. —Reprochó en broma y sonrió. —¿Por qué estás aquí?

—Lo que dijo George. —Habló Fred con la cabeza sumergida en su almohada.

—Ayer me largué de aquí sin explicación, lo siento tanto. Había olvidado que tenía planes... pero todo se solucionó.

—Me alegro. —George me sonrió. —¿Vamos a almorzar? Me ruge la panza.

—Claro... ¿Vienes, Fred?

—Los alcanzo luego. —Todavía su cabeza estaba estampada contra su almohada y levantó su dedo pulgar hacia arriba sin mirarnos.

—Bien. George, ¿Que estudiabas cuando llegué....

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