Pesadillas - KiriBaku/BakuShima One Shot

"Ya eres el número uno en mi corazón."

"Tsk"

Volvió a tocar la puerta una vez más.

"Despierta pelos de mierda..." Exclamo de manera silenciosa.

No quería llamar la atención, y menos despertar a sus compañeros. En especial la de Denki. Sabía que si el rubio lo veía intentando escabullirse a la habitación de Kirishima a la mitad de la noche se lo diría a toda la clase. Quizás no de manera intencional, pero lo haría. Por alguna razón no quería que toda la clase A lo supiera. No por el hecho de estar buscando ayuda luego de una pesadilla (Aunque tampoco quiere que sepan que las tiene. Y bastante seguido), sino porque no quería que los otros supieran del tiempo que pasaba con él. Es decir, siempre estaban el uno junto al otro, pero a Bakugou le gustaba que algunos de sus momentos en conjunto fueran solo para ellos. Sin que nadie más se enterara.

"¡Eijirou, abre!" Intento con un poco más de insistencia esta vez.

Comenzó a rendirse luego de unos minutos. Estaba muy cansado, no obstante dudaba poder lograr dormir si volvía solo a su habitación. Agregando que comenzaba a sentir algo de frio. Metió sus manos en los bolsillos del costado del pantalón corto de su pijama. En ese momento vino a su cabeza la idea de quizás volar la perilla de la puerta con una de sus explosiones, pero dudaba poder hacerlo en total silencio y probablemente Aizawa le haría pagar los daños.

Pateo la puerta de mala gana y sin energías. Suspiro de manera pesada. "El bastardo igual debe estar cansado." Se dijo a sí mismo. "Ni si quiera sé que hago aquí." Bajo la cabeza y giro de vuelta a su habitación.

El rubio cenizo se sentía como un completo estúpido y miedoso. No entendía como, si siempre había logrado afrontar las noches solo luego de despertar aterrado por las historias que producía su cabeza, desde esa noche creía que no podría volver a dormir sin la presencia del pelirrojo reconfortándolo.

Luego de un largo día viernes de clase y entrenamiento, los dos estudiaban en la habitación del explosivo. A Bakugou no le molestaba pasarse de su hora de dormir durante el fin de semana, en especial si era para estudiar. O eso era lo que le decía a sus compañeros. Lo que realmente no le importaba, es más, le agrada, es la presencia de Kirishima en su habitación. Sin darse cuenta las horas pasaron y cuando el rubio finalmente despego la mirada de sus apuntes y libros, se percató de que una tranquila respiración había remplazado los animados comentarios de su compañero, el cual ahora ya hacia dormido en el suelo, apoyando su espalda contra su cama. Estuvo a punto de gritarle y reclamarle el hecho de que se había quedado dormido mientras estudiaban y que no estaba en su habitación, pero se contuvo. Él sabía lo cansado que estaba. Todo el esfuerzo que puso en los entrenamientos, exámenes y deteniéndolo cada vez que quería explotarle la cara a alguien durante la semana. No tenía ningún derecho a sacarlo de su habitación o de despertarlo. No lo merecía. Decidió dejarlo donde estaba. Si despertaba, él sería libre de irse. Antes de acostarse lo tapo de manera delicada con una manta extra que su madre le había dado por el cambio de estación. No fue hasta el momento que Bakugou despertó totalmente desorientado y asustado que agradeció realmente no haber sacado de ahí al otro chico. No era la primera vez que tenía una pesadilla, pero realmente nunca sabía qué hacer cuando las tenía. Y en definitiva nunca pensó que la respuesta seria su mejor amigo.

-¿Katsuki...?

La voz adormilada del pelirrojo lo obligo a detener su paso y voltearse de manera apresurada. Ni si quiera había escuchado la puerta abrirse. No le gustaba no saber que pasaba a sus al rededores y menos a su espalda. Se había prometido a sí mismo que nunca mas se permitiría descuidarse.

Él tenía sus ojos entrecerrados y pasaba una de sus manos por su cara como si esto fuera a despertarlo. Llevaba un pantalón de pijama de un color vino y nada en la parte de arriba. Su pelo estaba totalmente hacia abajo y algo despeinado, lo que, para el cenizo, le daba un aspecto mucho más tierno de lo normal. Aunque este no lo admitiera frente a él.