Capítulo 2

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—Te dije que lo había leído de varios lugares, ¿Tu casa o la mía?

—Esperen, ¿Ya? —El mayor los detuvo antes de que se genere una acalorada decisión. El castaño estaba temblando, y estaba más sonrojado que nunca, y el pelinegro estaba moviendo sus hombros de manera rápida, casi mareándolo a él. Si iban a tener relaciones sexuales tenía que ser con cuidado, condones, etc, así que miró a los dos menores. —¿Traes lubricante aparte de los preservativos?

Pregunta a Joaquín, que comenzó a asentir rápidamente.

—Incluso traigo de sabores, ¿Quiere verlo? —Ambos mayores niegan, viendo a el chico que comenzó a cerrar su mochila que estaba en su dorso.

Emilio comenzó a temblar al momento que la vista de el doctor se dirigió a él. Estaba nervioso, claro que sí. Había soñado repetidas veces que Joaquín siempre se le declaraba, fantasías que la alarma siempre se encargaba de destrozar frente a él. Soñaba que él y Joaquín estaban juntos, en una cita, sabiendo directamente que era una cita romántica y no una salida de amigos, compartían besos y leves caricias, y siempre eran eso.

Emilio podría ser torpe, descuidado, no tan inteligente, podría ser muchas cosas, pero jamás un pervertido con el menor. Todas sus fantasías solo se limitaban a imaginar un romance con él y nada más, porque sabía que si se imaginaba a él y al 'amor de su vida' teniendo otro tipo de contacto descarado, iba a morir de vergüenza cada vez que lo viera, como si supiera leer la mente.

Si alguna vez se estaba masturbando y de repente venía la imagen de su mejor amigo, dejaba de hacer lo que estaba haciendo, se bañaba con agua fría, y leía la biblia, la Santa palabra del Señor para dejar de ser un completo pervertido, aunque ni siquiera estaba haciendo nada malo, o por lo menos para él, eso era algo que debía ser pagado con dolor.

Tal vez por eso la mitad del tiempo terminaba con sus nudillos ensangrentados por golpear a la gente que decía algo malo al respecto del cuerpo de Joaco, siendo un comentario pervertido, subido de tono, o en sí, una burla.

El director le había advertido que una pelea más y se iba expulsado, cosa que preocupó a ambos chicos. Lo único que le gustaba de la escuela a Emilio era ver a Joaquín, y ese pan delicioso de la cafetería que solo servían los miércoles y viernes, y para Joaquín sería doloroso pasar la escuela sin su mejor amigo.

Aunque ambos tenían otros amigos, con los consejos para socializar de Joaco, el castaño hizo uno que otro amigo, y se volvió algo popular, volviendo de su apariencia algo aterradora su atributo, y el menor, siendo cercano a Emilio, también se volvió algo popular e hizo más amigos por ahí, más de los que ya tenía.

—Emilio, ¿Por qué estás tan rojo? —Un hermoso rostro cercano hizo a el mayor dejar de soñar, y volvió a la realidad. Estaban en la oficina de su nutriólogo, debatiendo los beneficios sobre el sexo seguro y las desventajas si se descuida algún aspecto.

—Hablar de sexo no es algo que... esté acostumbrado.

—Pero si ya tuviste.

—¿Te sientes cómodo hablado sobre malas calificaciones? —El menor niega, mirando con un puchero a su mejor amigo. —¿Entonces?

Joaquín comenzó a jugar con sus dedos, haciéndolo ver tan tierno a los ojos de sus dos mayores, que alzaron sus cejas al ver tan tierna imagen.

El menor con sus mejillas sonrosadas, sus labios rojizos abultados, y su ceño fruncido, sumando con sus dedos, se veía como un niño pequeño regañado. Ambos estaban casi fuera de sus asientos logrando ver a el pequeño chico, que comenzó a mover sus piernas en lo restante de la silla. Emilio miró a el doctor Ortega.

—Quiere tener sexo para bajar de peso, no quiere hacer ejercicio.

—El sexo es como ejercicio, no le veo nada de malo mientras ambos se cuiden, eso sí, tienen que seguir la dieta que les receté para que sea más eficaz.

—¡¿Lo vas a apoyar?!

—¡Míralo, es una masita tierna, ¿Acaso tu no le cumples todo lo que quiere cuanto te hace ese pucherito?!

—¡Sí, pero se supone que usted no!

—¡¿Cómo quieres que no encuentre adorable ese pucherito si veo videos de gatitos bebés con mi esposo porque es alérgico a ellos?! ¡Los pucheros de Luca me hacen sentir que no debemos tener ningún animal en la casa para complacerlo, ¿No quieres complacer a tu pareja?!

Ambos chicos lo miraron, Emilio con una sonrisa estúpida y Joaquín con sus ojos bien abiertos.

—No somos pareja.

Samuel tapó su boca, y vio el rostro antes feliz de su familiar. Hace segundos tenía una sonrisa que iluminó la habitación.

—¿No? Oh, lamento decir eso.

—No se preocupe, todo mundo lo dice, somos muy unidos, así que piensan que Emilio y yo somos novios por nuestra cercanía.

—Bien, Joaco, ¿Puedes esperarnos un rato afuera? Tengo que hablar con Emilio sobre cosas de penes.

—¿No me puedo quedar? Así aprendo más.

—No, gracias, esto es privado, es sobre glandes, testículos, prepucios, semen.

—Ok, adiós.

Unos pasos, y Samuel se paró para abrirle la puerta a el menor, vio que se sentó lejos, y volvió a acercarse a Emilio de manera brusca, que lo miró raro por cómo estaba.

—¿Si no son pareja por qué vinieron agarrados de las manos? Pensé que ya eran pareja, siempre lo llevas a casa para las reuniones.

—A Joaco le dan miedo los hospitales, y cuando tiene miedo entrelaza nuestras manos o se aferra a mí, no somos pareja.

—Pero te gustaría. —Emilio asiente inconscientemente, pero luego niega. —Si te vi estúpido mocoso, sí quieres, ¿Por qué estás tan en contra de que tengan sexo?

—Quiere bajar de peso porque escuchó que Eduardo, A.K.A el chico de el que está enamorado, dijo que saldría con él si bajaba de peso, ¿Sabes cómo me sentí después de escuchar eso? —Samuel mueve su cabeza de un lado a otro, semi negando. —Horrible, quiere bajar de peso solo para que ese idiota se fije en él.

—No tiene nada de malo, a él le gusta alguien más, tú no te confesaste, déjalo.

—Si Eduardo estaría dispuesto a salir con Joaco debería hacerlo ya, a mí me encanta como es, no entiendo nada.

—Yo menos, ¿A Eduardo si le gusta?

—Joaquín es hermosísimo, no necesita bajar de peso para darnos cuenta de eso, pero, Eduardo es mala persona, hay algo en él que no me gusta.

—Se le llaman celos, estás celoso. —El mayor se sentó al lado de Emilio, viéndolo directo a los ojos. —Ten sexo con él.

—¿Por qué?

—Aprovecha aunque sea un poco su calor, momentos junto a él, trátalo con cariño, trátalo sabiamente, trátalo suavemente, dale toda tu ternura. —El menor algunas veces odiaba a su familiar, pero no podía negar que sus consejos son buenos.

—Me estoy aprovechando de él.

—Él igual que tú, es un bien común. —Saca de su bolso unas pastillas, y se las entrega a el menor. —Las pastillas anticonceptivas no tienen calorías, es muy raro que lo hagan aumentar de peso, pero aún así hazlo comer sano y que beba mucha agua, se las tiene que tomar diario, pero- olvídalo, mejor se lo digo a él, ya largo de aquí, saquen otra cita para una semana, ¡No lo hagan todavía! —Le quitó las pastillas a el menor, y las volvió a guardar en su bolso, mirándolo con los ojos entrecerrados.

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¿Samuel? Da buenos consejos vedah

La Iris que no se llama Iris, les ama. ♡

Diet Of Sex || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora