– ¡Tú no sabes cómo me siento! Tu padre me abandonó y reemplazó como si fuera basura. – expresó con dolor, Akiko que la observaba indiferente radiaba de desprecio, le parecía patético el como pensaba acerca del abandono de su padre. – Tuve que criarlos sola, ¡A ÉL NO LE IMPORTÓ MIS SENTIMIENTOS, NUNCA LE IMPORTÉ!. – se notaba en la voz y su comportamiento que aún no se recuperaba de la borrachera, cosa que le molestó a la castaña, ya que además de decir cosas erróneas para ella, venía en ese estado a imponer el orden que nunca tuvo.– Nos abandonó, y no hay vuelta atrás, olvídate y comportarte respecto a tu edad. – respondió, estaba cansada de estas escenas repetidas y sabía que tal vez no lo vaya a entender en una noche la cosas que no pudo procesar en estos años. Suspiró mirando a su hermano que se encontraba en la puerta, solo estaba ahí por si la cosas se complicaban. – Te la encargo, lo siento. – dijo apenada, sabía que nadie debía aguantar su inmadurez.
– ¡Si, VETE! HUYE DE LA REALIDAD, NIÑA ESTÚPIDA. – Una risa amarga salió de Akiko, antes de salir de ahí miró a su madre una vez más sin borrar esa sonrisa hueca y burlona.
– Al parecer tú no lo haces, yo estoy en esta maldita realidad desde que tengo memoria, deberías fijarte a tu alrededor lo m-mierda que estas siendo con las personas que te rodean que después de todo te siguen queriendo, y no hablo por mí. – dijo en una risa, eso disimulaba el desprecio en sus palabras. Escuchó su nombre en gritos junto con maldiciones por su madre, mientras que su hermano solo la llamaba preocupado, no sabía cuando volvería, era un domingo en la noche y no había muchas opciones.
Sin mirar atrás y sin importarle, allí estaba ella de nuevo caminando sola una noche, al parecer las únicas que quedaban era ella, el cielo estrellado y la luna que brillaba más de lo normal.
Comenzó a hacer respiraciones profundas al notar su falta de aire haciendo que se detenga para eso, miró hacía el cielo en un intento de calmarse que al parecer funcionó, tenía una mano en el pecho cosa que hacía habitualmente por sus ataques, era una forma de Akiko para saber si aún respiraba ya que la mayoría de la veces no sentía eso.
Se impulsó hacia adelante retomando su paso, ahora su mente viajaba en busca de alguna manera de no volver ya que no quería verla ni escucharla por el momento, sabía que no se iba a poder controlar, mandaría todo al carajo y se iría, aunque ese plan aún estaba bastante incompleto, es decir, ella por ahora solo sale de noche, y a la mañana o al día siguiente volvería.
Tomó su celular viendo los contactos, una idea fugaz pasó al instante en que tocaba el número, ésta era su única opción.
Marcó aquel número esperando a que contesten, cosa que pasó al instante.
+Kageyama, solo ven a buscarme sin preguntas.
++ Bien, ¿Donde estas?
+ En...
Miró a los costados, no había caminado mucho, por lo que supuso que estaría aún cerca de su casa o al menos unos pasos, pero no fué así, la puerta de entrada de la casa del rubio estaba en frente de ella que solo lo separaba una calle, maldiciendo por lo bajo le dió la dirección y solo se dignó a esperar.
Se colocó la capucha, pero al acordarse de haber olvidado el uniforme soltó varios insultos a la nada, cosa que no entenderían ya que el español no es un idioma muy frecuente allí.
Su madre era latina, y su padre la había conocido por un viaje de negocios aunque la castaña y su hermano no habían nacido allí, solo aprendieron el idioma a través de su madre, el hablarle en dos idiomas había servido de mucho.
Pero aunque ese no sea su primer idioma lo habían dominado bastante bien, y era muy común el que insulten en español en la calle, una idea de su hermano para que no suene tan vulgar, y el hablar también ya que por lo menos no todos entenderían.