Encuentro en la Iglesia

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Esa tarde del festival fue arruinada por la torrencial lluvia que estaba comenzado a descender sobre el pueblo, mojando a todos los presentes y apaciguando un poco todo lo ocurrido con el gitano. 

Pero para Touya que estaba mas que enfadado con el joven bicolor. Era el incido de una ardua cacería por el peliverde que ahora estaba desaparecido. 

Touya miro a Shouto dándole una mirada de repudio e ira. Con ese acto el joven entendió que debía volver a donde pertenecía. 

El juez subió a su negro caballo y esta vez se dirigió al capitán Bakugo que esperaba ordenes. 

-búsquelo capitán, lo quiero con vida- 

-si seño. ¡¡CERQUEN LA ZONA SOLDADOS, ENCUENTRELO Y NO LO LASTIMEN¡¡- ordeno a sus guardias mientras estos se abrían paso entre la multitud. 

Touya por su parte de nuevo se acerco a Shouto dándole una ultima mirada de advertencia. 

El bicolor desvió la suya con miedo y vergüenza. 

-Lo siento señor...- hablo apenas audible. - ... nunca mas le desobedeceré...- 

Y dicho esto bajo de la tarima aun con su rostro y ropa sucios. Conforme avanzaba volvía a ser victima de los cuchicheos y miradas asqueadas de miedo por su aspecto. 

Las gárgolas que lo miraban todo desde arriba también podían sentir ese terrible dolor que se albergaba en el corazón de Shouto, bajaron de inmediato para recibirlo con agua caliente y ropa nueva. 

El chico por fin llego al gran pórtico y solo cuando estuvo detrás de esas puertas de madera, pudo soltar amargas lagrimas de pena y soledad. Había sido un completo error tratar de encajar donde no era bien visto. 

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Las personas se dispersaban conforme la lluvia caía tratando de refugiarse. Y entre la multitud el rubio capitán diviso al "anciano" con pipa que se alejaba rápidamente cuando veía a un guardia. 

Por el rabillo del ojo pudo ver claramente el hocico de la cabrita que sostenía la pipa. Vio al anciano entrar en la catedral para refugiarse. 

Ya dentro el peliverde se deshizo de la capa y con ella al suelo cayo la pequeña cabrita. 

El lugar le parecía hermoso, lleno de cristales coloridos con imágenes religiosas y el aroma a incienso que inundaba sus fosas nasales. 

En aquel lugar también se había adentrado sigiloso el capitán rubio y miraba desde atrás al jovencito que curioso miraba el lugar. Esperaba sorprenderlo un poco pero el peliverde no era tan inocente como le parecía. 

El joven lo sintió acercarse, años de malas experiencias lo habían obligado a desarrollar un sentido mas agudo. Lo tomo por el borde de la capa y con suma agilidad saco la espada de su funda para así, apuntar con ella al rubio. 

Solo en escasos segundos el gitano ya tenia al capitán en el suelo. 

-TÚ¡¡-gruño con enojo.

El rubio con una sonrisa nerviosa se alejaba del filo de la espada.

-t-tranquilo, me afeite esta mañana- 

-¿¡Enserio!? te falto una parte- le hablo el peliverde que seguía apuntando con el arma al rubio. 

-m-muy bien oye, solo cálmate- le trataba de decir el capitán alzando ambas manos en señal de estar totalmente sumiso y desarmado. Quería mostrar que no era una amenaza para el gitano. 

El campanero de Notre Dame (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora