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—No, mira, mira: brrrrr.

—Se queda quieta porque la espantas, tarugo, así es como le gusta: ¡yupi!

—No, no, eso es aburrido. Brrrrr.

Connie vio los ojos del recién despierto Jean mientras sacudía a Irina. Se detuvo, pero Reiner no alcanzó a ver que estaban siendo observados cuando le arrebató a la niña y la subió y bajó rápidamente diciendo de nuevo:

—¡Yupi!

—¿Qué creen que están haciendo?

—Ju-jugando —respondió Reiner, sobresaltado, entregando la pequeña a su padre, que ya se había levantado de un salto y se dirigía hacia ellos.

—Dejen de sacudirla así, va a quedar igual de idiota que ustedes.

—Con eso tendrían que ver los genes —se mofó Connie.

Jean lo miró entrecerrando los ojos y recogió a la niña de los brazos de Reiner. Cuando la levantó, Irina sonrió. A pesar de la fuerza con la que siempre intentaba ocultar sus emociones, Jean falló en ocultar la felicidad que le produjo este gesto y sonrió también él.

—Es la primera sonrisa para papá, ¿no es así?

—Se la pasa sonriendo cuando está con nosotros —dijo Reiner.

—Tal vez solo es que tú no eres tan divertido.

—Cállense, ¿sí?

—Voy a ir a hablar con mi mamá, ¿quieres que se la lleve a Ina de una vez? —Preguntó Connie.

—No —fue la respuesta de Jean—. Necesito cambiarla y asearla. Y le tengo que recoger la ropa limpia de mi prima antes...

—Yo puedo llevar su ropa si quieres —se ofreció Reiner.

Jean lo miró de reojo y le respondió:

—Yo tendría más cuidado si fuera tú.

—¿Por qué? ¿Tengo que esperar una coz?

Connie volteó los ojos y se escurrió del sitio mientras los otros dos seguían discutiendo. De verdad quería ver a su madre y esta mañana se sentía valiente.

Con el mechero horrible que Jean le había cambiado por el que Mikasa se quedó tardaría más tiempo en prender un cigarro que en lo que encontraría a su madre, así que se conformó con palpar su bolsillo, verificando que su cajetilla estuviera ahí.

Encontró a la mujer en su habitación, leyendo un libro. Había estado practicando con ella los días anteriores, pues Odile Kirshtein se tomó unos meses para enseñarle el abecedario. Aún tenía cosas por trabajar. Connie había visto suficientes mejoras como para que hubiera traído un libro del pueblo en su última salida.

—Buenos días, ma, ¿qué lees?

—Un libro de recetas de licores y fermentos —Connie alzó una ceja, hubiera esperado que fuera algún cuento o cuando menos recetas de postres—. Mikasa me dijo cómo hacer licor de frutas y me interesaron otras recetas. No te preocupes, no pienso vender alcohol.

—Quería hablar contigo —le comunicó arrimando la silla de la habitación a la cama, en donde la mujer estaba sentada—. De hecho preguntarte algo.

—Siempre quiero hablar contigo, amor.

—No parabas de mandarme callar la última vez que nos vimos.

—Connie, si hubieras mencionado tan solo una vez más lo que viste haciendo en el techo a los gatos le iba a pedir a tu padre que te llevara a las montañas y te dejara allá.

La paz en Eldia (Fanfic de Attack On Titan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora