Si fuera ellos.

Capítulo 4.

Narra Ares.

Vinieron a mi dos hombres. Uno de ellos, el que se acercaba por la derecha, llevaba en su mano un machete. Era grande, así como el que le acompañaba y ambos parecían dos carniceros acercándose al animal que van a destripar. Pero en vez de golpearme o rajarme con el cuchillo simplemente se colocaron a mi lado como dos soldados esperando una orden. De nuevo oí pasos a lo lejos. Y apareció con una lámpara en la mano el que parecía el jefe. Iba trajeado y caminaba con aire orgulloso. Se colocó frente a mi y habló con desprecio:
- ¿Quién eres chico? - justo en ese momento lo sentí. Ya no iba a ser el arrogante Sherlock Holmes, ahora era otro, y no porque yo lo dictase así, sino que mi mente ya había cogido impulso y por fin podía ser quien quisiera.
- ¿Quién debería ser? - pregunté generando confusión.
- Has matado a uno de nuestros hombres. ¿Por qué? -
- ¿Por qué el me atacó? Era un simple comprador - parecía que mis preguntas como respuesta a sus preguntas estaba empezando a irritar al jefazo. Y pronto mi suposición se hizo cierta después de que el jefe mandase al que llevaba el machete atacarme, rajándome este de manera horizontal el brazo derecho. Solté un grito de queja y vi como vi brazo comenzaba a sangrar.
- Ahora dime, ¿te mato por matar a uno de los míos o me dices quién coño eres y llegamos a un trato? - me preguntó acercando su cara a la mía. Yo la giré pero el la cogió con su mano girándola hacia su mirada, una mirada que penetraba hasta lo más profundo de mi ser, cosa que comenzó a hacerme gracia y empecé a reírme.
- Que quién soy? - decía mientras reía y me retorcía ligeramente por el dolor en mi abdomen - Soy....- iba a decir algo pero pare porque escuché a alguien hablarme. Una voz que parecía tener justo detrás de mi me susurraba unas palabras en ruso, unas palabras que despertaron en mi algo que nunca antes había sentido. Eran unas palabras que conferían mi control a quien las pronunciase. Me estaban convirtiendo en un soldado que solo seguía ordenes. La voz calló. Yo dejé de sentir. Oía vagamente los gritos del jefe exigiéndome hablar y veía como me pegaba puñetazos, pero apenas lo sentía. La voz reapareció y me susurró "нападаешь" (que significa ataca). Inmediatamente sentí recorrerme el cuerpo un escalofrío, tenía que atacar. Con una agilidad y fuerza proveniente de mi cuerpo que desconocía logré moverme con la silla y atacar con ella al hombre que llevaba el machete. Le golpeé con tanta fuerza que la silla se partió y pude liberarme. Nos envolvimos en una dura pelea en la que intervino el otro hombre. Los golpeaba con fuerza y en un oportuno descuido de uno de los hombres pude estampar su cabeza contra el muro de hormigón gris que ahora se lucía rojo por la sangre de aquel hombre. Conseguí agarrar su machete y ataqué al otro hombre. Esquivaba bien pero no lo suficiente, pues no pudo evitar que le cortase una mano y seguidamente le rajase el cuello por completo. El jefe se había retirado dejando tirada la lámpara. Me acerqué al hombre que acababa de matar y la voz me dijo "отрубил ему голову" (que significa córtale la cabeza). Y así hice. Sujetando con ambas manos el machete, lo levanté y con fuerza atravesé su cuello pudiendo oírse el metal chocar contra el suelo. Un chorro de sangre salió disparado hacia todos lados en cuanto lo decapité. Salió tanta sangre que quedé completamente manchado. Sentía una extraña satisfacción. Era placentero contemplar esa escena y sentir la sangre del cadáver salpicada en mi cara. Podría decir que hasta me excitaba, pero todos mis sentimientos se desvanecieron al volver a oír la voz que antes me habló. Esta vez me dijo que tenía que ir a por ellos. Que era mi misión destruir su organización y matarlos a todos, excepto al jefe. A el tenía que dejarlo con vida para secuestrarlo.

Decisión. Eso sentía al oír la voz, y con convicción continué el pasillo por el que el jefe se había ido. Dispuesto a matar a cualquiera que se pusiera en mi camino.