"Media metro setenta y siete de sonrisa y su pelo cayéndole hasta los hombros era una sesión de hipnosis. Tenía esa mirada que eres incapaz de olvidar y la felicidad consistía en los besos que le darías todas las tardes en el Retiro. Más bonita que Cibeles, hacía de mí un bonito desastre. Con esas piernas que serían la perdición de cualquier escultor, llegó a ser mi Ginebra y me obligó a convertirme en su alcohólico."