Capítulo XII

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Alexandra

En cuanto los chicos se fueron, supe perfectamente que había cometido un gran error, pero los ánimos estaban muy mal desde que los ellos se habían enterado de todo lo que habían tenido que pagar sus padres por los estudiantes del sur que no podían pagar el viaje, y presentía que un cruce en medio de un santuario de mariposas sería el peor lugar para tener una pelea de testosterona, así que sabía que al fin y al cabo había hecho lo correcto. Aún así, me había asustado un poco la rápida aceptación de Aiden, como si un cheque para días lluviosos conmigo fuera por primera vez más importante que demostrarme que no era capaz de manejarlo a mi antojo.

El comentario sobre mi pañuelo tampoco había ayudado mucho. Lo cierto era que me había dejado un enorme chupón que titilaba de tres tipos distintos de púrpura, y luego de haberme tostado durante el día de ayer, mi maquillaje lo había cubierto de otro color, y pedirle un tono más oscuro prestado a Katt significaría explicarle por qué lo necesitaba en primer lugar, así que tan digna como fue posible luego de haber dejado que el enemigo me marcara como si fuera de su territorio, me envolví el pañuelo floreado y me puse mi falda color amarillo para que combinara con el estampado de margaritas.

Tammy definitivamente no había tenido razón cuando me dijo que era ridículo llevar una falda distinta para cada día.

—¿Cómo los has convencido de irse? —me preguntó Katt con cuidado de que alguien nos escuchara.

—No estoy segura. Creo que le vendí mi alma a Aiden.

Katt se rio, y yo la miré mal.

—Lo siento, es solo que ha sonado gracioso. Quizás podrías decirle a Aiden que te ayude a corromper un poco tu alma, si sabes a lo que me refiero.

—Dudo que Aiden esté interesado en corromper mi alma de esa manera —rodé los ojos, intentando no pensar en la escena del jacuzzi. Luego de horas de pensar y darle vueltas, había concluido que Aiden había disfrutado jugar conmigo. Probablemente lo había hecho sentir como un ganador saber que tenía a su reina destronada a su merced, y el hecho de que le había pedido que no parase justo antes de que hiciera exactamente eso definitivamente me había restado puntos. A pesar de aquello, no me arrepentía de nada. Incluso si había sido su entretenimiento personal, yo también lo había disfrutado a mi propia manera, e incluso llevando su marca personal en mi cuello me hacía sentir... cosquillas entre mis piernas.

—Quién sabe.

—Estoy segura de que está demasiado interesado en el alma de Ashley como para reparar en la mía.

Katt arrugó un poco su nariz, como cada vez que estaba disgustada, pero no dijo nada.

—¿Cuándo irán a hacer su proyecto?

—Hoy. Quedamos a las 2 en la casa de Hemingway —suspiré, sabiendo que tendría que enfrentarlo a solas más temprano que tarde. ¿Qué era lo peor que podía pasar? Después de todo, él había empezado, él me había instado a meterme al jacuzzi en ropa interior.

Él había tirado de mi pelo con autoridad.

Él me había tocado con sensual seguridad.

Él había marcado mi cuello.

—¡Tierra a Alex! Mujer, estás actuando sumamente extraña hoy. ¿Dormiste mal anoche? De todos modos, ¿dónde dormiste?

—Uhm... me las arreglé para conseguir una de las habitaciones.

Le había preguntado a Katt sobre Jake, pero las cosas no habían salido acorde al plan. Katt me había dicho que no quería hablar de ello, así que no presioné.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora