Un corazón fantasma

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Xie Lian estaba dispuesto a esperar diez mil años si era necesario, Hua Cheng volvería y estaba tan dispuesto a esperarlo que a diario se preparaba para su regreso, la reconstrucción de la cabaña, la compra de una cama espaciosa, la construcción de un par de escritorios para su practica de caligrafía, la plantación de nuevos árboles y flores. Cada día agregaba algo más que esperaba fuera del agrado de Hua Cheng cuando regresara, pero cada vez que llegaba la noche y eso no sucedía el corazón de Xie Lian latía con cierta pesadez que invocaba pesadillas.

Las pesadillas era uno de los aspectos que Xie Lian detestaba de su vida, le traía de vuelta las remembranzas empolvadas y enterradas gracias a los palazos del tiempo, le traía a los rostros sofocados de sus padres mientras colgaban de una seda blanca, los rostros de sus amigos en medio de despedidas amargas, las frustraciones de no poder salvar a nadie, de ver morir a todos frente a sus ojos, de haberse equivocado tanto. Y ahora, le traían el rostro de un hombre que se desvanecía entre sus dedos hasta solo convertirse en mariposas que se llevó el viento. Xie Lian odiaba despertar con la angustia en la garganta y el rostro en lagrimas, odiaba abrazarse así mismo en la oscuridad y el silencio de la noche, y aunque creía haber hecho las paces con la soledad no podía hacer las paces con la ausencia de Hua Cheng.

A veces se engañaba así mismo, haciéndose creer que en medio de la cama demasiado grande para uno, debía estar el otro recostado junto a él, entonces Xie Lian estiraría el brazo para acurrucarse fuertemente a una almohada colocada intencionalmente a su lado, fingiría que podía sentir el aroma a flores que se impregnaba en el cabello del fantasma, que podía ser suave como la piel pálida del fantasma, que podía reír como el sonido de las campanas.

A veces Xie Lian se detenía a pensar, ¿Y si Hua Cheng había logrado regresar pero se encontraba débil y escondido en algún lugar esperando a recuperar su fuerza? ¿No sería la paciencia calma de Xie Lian entonces un abandono a su persona especial? ¿Cómo podía saber cuál era la situación de Hua Cheng? ¿Cómo podía permanecer esperando y confiando en que Hua Cheng volvería y golpearía su puerta después de haber muerto nuevamente por su culpa? Porque aquel era un hecho, su descuido, permitió que Hua Cheng nuevamente agotara hasta la última gota de sí mismo para fortalecer a Xie Lian y asegurar su vida, no solo eso sino que se mantuvo forzosamente consciente cerca para aconsejar y animar a Xie Lian en medio de toda su batalla, logrando esfumar hasta sus inseguridades con su sola presencia y palabras de aliento.

Entonces Xie Lian se cubría el rostro, sin saber que hacer con la fuerza con la que lo extrañaba, sin saber como consolar la piel que picaba a necesidad de su tacto.

La incertidumbre lo consumía, siendo así se aferraba con fuerza al anillo en su cuello para calmar su corazón y se repetía una y otra y otra vez que él regresaría.

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Un par de semanas después, las linternas adornaron el camino de Xie Lian y corrió en completo reconocimiento de la figura de pie fuera de su casa.

Él estaba de vuelta.

Aquella aura rebelde y segura parecía expandirse a kilómetros mientras Hua Cheng extendía los brazos en medio de su presencia imponente, su mirada brillaba en calidez y Xie Lian sintió que el mismo estaba perdiendo el enfoque de su visión debido a las lagrimas. Con el pecho agarrotado abrazó a Hua Cheng con toda la fuerza de sus brazos y estalló en un mar de sollozos.

El alivió le inundó el corazón.

Había sido paciente en la espera la mayoría del tiempo, había sido fuerte en la creencia de que él volvería, había sido valiente para enfrentar las dudas, pero ya no necesitaba nada de eso podía permitir que el miedo que se escondía bajo su piel saliera de él mientras le abofeteaba la cara porque al final, él sí había vuelto.

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