1.- Comienzo

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❤️:
Oscuro.
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Muy oscuro.
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Pero tan brillante y cálido a la vez.
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Fue lo primero que pensé cuando lo conocí.
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Capítulo 1.- El comienzo:

Era de mañana, unos rayos de luz iluminaban mi habitación, segando mi vista, haciendo que me despertace.

Me levanté con pesadez y me dirigí hacia la cocina, desayuné y con las pocas fuerzas y ganas de asistir al colegio, salí de casa, bien arreglado como de costumbre.

Mi ciudad era algo movida, no era la más grande o la más rica, pero ésta ciudad, tiene algo, algo que de vez en cuando me mantiene despierto, aquellos rumores que me aterraban, no sólo por la cantidad de pruebas, sino por los constantes avistamientos de sucesos sobrenaturales que se relacionaban con el frondoso bosque cercano a la ciudad.

Aquellas ideas invadían mis pensamientos mientras caminaba hacia mí instituto, se rumoreaba que había puertas escondidas a otros mundos, criaturas extrañas y otras leyendas como los hombres lobo.
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Quizás se pregunten qué tipo de persona soy, bueno, no hay mucho que decir de mí, no soy muy interesante, o al menos no creo serlo.

Nunca conocí a mis padres y nadie me acogió en sus brazos, así que crecí en un orfanato hasta alcanzar la mayoría de edad.

Soy malo con el concepto del dinero, pues nunca nadie me enseñó a cómo emplearlo correctamente, apenas y alcanzo a comprar comida para mí, pagando cuentas y otros tipos de gastos.

Amo las artes como la fotografía, el dibujo y soy un aficionado al piano.

Me agradan los animales, la razón principal por la que a duras apenas puedo pagar mis comidas, es por que... Suelo alimentar a algunos gatos que se acercan a mi apartamento, son realmente lindos.

Volviendo al tema de la escuela, me senté en mi lugar, al fondo, como dije no soy muy interesante y prefiero mantenerme fuera de cualquier zona que llame mucho la atención, llegó el profesor y comenzamos la clase, todo era normal, hasta que alguien tocó la puerta, se trataba de uno de los alumnos problema, al parecer había llegado tarde, su nombre era Kimoe, era algo alto, poseía un pelo muy alborotado, al punto de parecer un pelaje silvestre, éste era de una tonalidad negra absoluta, lo que más resaltaba de éste no solamente era su cabellera, sino esos brillantes ojos amarillentos dorados que contrastaban con un extraño magenta que adornaba sus iris, sin olvidar su piel pálida, casi parecida a la de un cadáver, éste desvergonzadamente pasó a la clase ignorando todos los comentarios del profesor, y como el único pupitre que quedaba estaba a lado mío, no tuvo de otra más que sentarse ahí.

Me encontraba asustado, estaba temblando frío, conocía perfectamente el tipo de persona que era, pues varias veces lo había visto metiéndose en problemas al agredir a otros alumnos en los recreos, a veces parecía ser que su fuerza no era humana, siempre ganaba las peleas en las que se metía.

Toda la clase entera intenté lo más que pude no hacer contacto visual con él y seguir con mis asuntos, cosa que fue difícil dado a que podía sentir perfectamente como su mirada afilada se fijaba en mí.

Al finalmente acabar esa clase que parecía ser el mismo infierno, me dispuse a sacar una de mis libretas y comenzar a dibujar, no tenía mucha inspiración, pero de alguna forma, la idea de un lobo negro como la noche pasó fugazmente por mí mente, hice algunos bocetos con mi lápiz desgastado, y cuando me dí cuenta, Kimoe estaba justo en frente mío.

Desesperado, intenté esconder mi libreta lo más rápido que pude, sin éxito alguno, pues él me la quitó fríamente de mis manos, no podía ver las expresiones en su rostro pues estaba cabizbajo, pero parecía ser una mirada seria, y una mirada seria nunca lleva a nada bueno.

Al ser una persona muy nerviosa y sencible, no aguanté más con la presión que Kimoe ponía en mí, haciendo que unas tímidas lágrimas de miedo saliesen de mis ojos, mientras intentaba cubrirme el rostro con mis manos para que no pudiese verme.

Éste al notar éso, pareció sorprenderse, levantó una de sus manos, lo cual me asustó bastante, mientras dejaba mi libreta en mi pupitre.

Al poco rato, en vez de sentir algún golpe, me llegó la sensación de un palemeo dulce en mi cabello, ésto al inicio me exaltó un poco, pues no me lo esperaba.

Las manos de Kimoe, eran bastante cálidas a pesar de parecer tan frías.

Cuando terminó, me dirigió una mirada seria, pero calma, yo por mi parte apenas levanté mi rostro, dejando de llorar en el acto.

Kimoe se marchó poco después de ver que cesara de llorar, dirigiéndose al recreo, mientras que yo simplemente quedé estático en mi asiento.

No entendía lo que acababa de pasar, juraría que estaba a punto de morir.

Me quedé en clase todo el recreo, no tengo amigos ni razones para salir, de hecho me agrada más dibujar solo y en paz, que afuera con tanto ruido.

Llegó la hora de la salida, no volví a ver a Kimoe durante las otras clases, cosa rara pues el estaba en casi todas las mismas que yo, era fácil notar su precensia asesina en el aula.

Aunque... Después de lo que pasó hoy, empiezo a cuastionarme seriamente si es que el en realidad es tan malo como dicen que es.

Mi mente dibagaba, se estaba haciendo de tarde, mi casa estaba algo lejos, así que decidí parar un poco a un café internet para pedir algunos materiales y descansar un poco de mi caminata, pues habían encargado una tarea algo difícil.

Apenas salí del edificio comenzó a llover, ésta zona es algo lluviosa por lo que estoy algo acostumbrado.

Menos mal que traje mi paraguas, pensé.

La lluvia hacía que la tarde se sintiera calma, era una lluvia tranquila, el olor a tierra mojada inundaba mis pulmones, y el bello sonido de las gotas tocando la tierra era como una bella melodía.

Eso sí, estaba empezando a sentir frío pero no me importaba mucho.

De repente escuché algo, un sonido extraño, provenía de un callejón oscuro, se escuchaba como si un animal estuviese herido.

No suelo ser una persona muy valiente, pero cuando se trata de animales, la valía es lo que menos me importa.

Me acerqué curioso a aquél callejón, lentamente, pues no quería asustarle fuera lo que fuera esa cosa.

Me asombró lo que ví, era un lobo enorme, de un tamaño que sabía que era imposible, negro como la noche misma, como pensé estaba herido, muy herido, tenía mordidas y marcas de razguños muy profundas.

Sin perder tiempo en contemplarlo me acerqué lo más rápido posible a socorrerle, al ayudar a los animales de la calle siempre tengo conmigo un pequeño kit de primeros auxilios en mi mochila, lo sé, lo sé, que coincidencia ¿no?.

Sin importarme que éste me atacara, comencé a desinfectar sus heridas con la mayor delicadeza posible.

Obviamente se asustó un poco y comenzó a gruñirme, pero cuando lo miré de frente y a los ojos, su mirada cambió, calmándose casi al instante.

No esperaba esa reacción de su parte lo cual me extrañó un poco.

Seguí curádole, usando unas cuantas gasas y vendajes.

Al terminar éste se levantó rápidamente y se avalanzó sobre mí, me asusté un poco al principio, así que cerré los ojos con fuerza, pero éste lo único que hizo fue lamer uno de mis cachetes.

Al hacer eso se retiró, no sin antes volver a mirar en mi dirección un par de veces, hasta desaparecer en el bosque cercano a la ciudad.

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Moon loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora