Moon love

2.- Revelación

❤️:

Ese extraño encuentro me dejó en chock por unos cuantos minutos, hasta que noté la hora que era.

Sin más distracciones fuí hacia mí departamento, todo empapado pues había dejado caer mi paraguas al ayudar a aquél extraño ser.

Llegué y con pesadez tomé un baño cambiándome de ropa, estaba agotado.

Aquellos gatos que solían pasarse a mi balcón estaban intentando entrar, ya que aún no había dejado de llover, dejé que pasaran y les serví algo de comer.

En total eran tres, uno negro con manchas blancas y extraños ojos grises, otro atigrado pero gris con lindos iris esmeralda, y el último siendo un gato siamés regordete con una desorbitante mirada azulada.

Los tres eran muy mansos y amistosos, jamás se metían con nadie y siempre eran muy limpios.

Me senté en el sillón, cubriéndome con una manta, mientras que el trío se acomodaba para dormirse a mi lado, uno en mis piernas, otro cerca de uno de mis hombros, y el final en la cabecera del mueble.

Estaba tan cómodo que al final no tardé mucho en empezar a dormitar, lo único que desolada un poco mi mente, era querer saber si aquél lobo estaría bien con éste clima, quizás si lo encuentro mañana, podría ayudarlo otra vez, pensé antes de caer dormido.
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Desperté, era algo extraño, no estaba en mi departamento, se veía como un bosque, había mucha neblina, a tal punto en el que no podía ver casi absolutamente nada.

Estaba tan extrañado por mi situación , que no noté a primera vista una sombra que me miraba fijamente, se trataba de aquel lobo.

Comenzó a avanzar hacia mí, lentamente, como si no quisiera asustarme.

Sus orejas estaban paradas, y no parecía estar enojado, sólo se veía curioso.

Comenzó a olfatear mientras se acercaba más y más a mí, hasta que me rodeó con su cuerpo, como analizándome, yo seguía confundido, y algo asustado, fue entonces cuando éste, se acercó a una de mis manos, como si quisiera que lo tocara.

Temeroso acepté y la posé sobre su frente.

Se veía tranquilo, eso me alivió un poco.

Todo era muy lindo hasta que un ruido fuerte sonó por todo el lugar.

Despertándome.

Ya era hora de ir a clases, no me había dado cuenta de que me había quedado dormido en el sillón.

Con cuidado suficiente para no despertar a los mininos me levanté, y me dispuse a alistarme, dejé algo de comida para los gatos y me preparé algo para mí.

Salí y mientras me dirigía a mis clases, pasé por el mismo callejón de ayer, curioso de que fuese un sueño, me acerqué un poco más, buscando alguna pista, al final encontré los rastros de sangre y algunos vendajes, parecía una película de suspenso.

-Entonces si pasó-dije en voz alta.

Llegué a la entrada de la escuela, no sin antes encontrar a un grupo de chicos molestando a alguien, no entendía bien de qué se trataba, pero realmente me sentía mal por la persona a la que estuviesen molestando, pasé a un lado de la riña, y pude ver de quién se trataba, era Kimoe.

Estaba herido, no entendía que era lo que pasaba, se veía realmente mal.

Me enfadaba que se aprovecharan de alguien que estaba débil, quería ayudarle, o apoyarlo de alguna manera, pero no quería meterme en problemas, así que se me ocurrió una idea, pasé de largo y llamé a uno de los profesores cercanos para que interfiriera, le dije que mantuviese mi aviso anónimo, éste asintió y actuó de inmediato.

Me alejé de la escena y entré a clases.

Nuevamente Kimoe entró tarde y se sentó a mí lado, ahora por alguna razón no sentía miedo alguno de él, de hecho, casi me era completamente indiferente, aunque me seguía molestando que me mirase fijamente durante casi toda la clase.

Terminé con mi trabajo y dibujé como pude el lobo que había visto en mi sueño, negro como la noche, con cabellera salvaje y ojos... Amarillos dorados... Con iris magenta extraño..........

Un momento... esa descripción sonaba exactamente igual a la de Kimoe.

Me quedé en silencio y comencé a pensar seriamente en el parecido, después de un tiempo negué con la cabeza, eso no podía ser posible, Kimoe es un humano, en qué estoy pensando.

La campana sonó despertándome de mis pensamientos, todos salieron al recreo menos yo y... Kimoe.

Cuando todos se fueron se levantó de su aciento y se recargó en mi pupitre, mirándome atentamente, me puse algo nervioso, Kimoe se acercó lentamente a mí y solo me susurró al oído.

-Gracias... -era una voz grabe pero suave a la vez, como la de un barítono jóven.

Aún no podía comprender el por qué me agradecía, sólo quedé estático, mientras lo veía alejarse.

Fue entonces cuando ví atentamente su brazo... Llevaba uno de mis vendajes, eran de gatito...

-No puede ser.