Mónica Soler
Estoy en un punto en el que lo único que quiero es desaparecer. En el que siento que todo es mentira, que ni la persona más honesta te dice la verdad. Que de una u otra forma las mentiras siempre van a estar. Es una forma de vida que no se puede cambiar por más que lo intentes.
Todo en esta vida es efímero, desde el amor hasta nuestra propia vida, pero muchas veces no lo comprendemos y creemos que todo va a ser eterno e infinito, Nos aferramos a cosas materiales y sin sentido, pensamos que vivimos en un mundo color de rosa y no hay maldad, debemos apreciar cada segundo de nuestra vida y darle la importancia que se merece.
Nunca pensé que estaría perdida en mi propia vida, hasta hoy que voy por los pasillos sin saber dónde estoy, como un alma desesperada en el limbo. Que ilógico no, estar pérdida en mi propia vida y no saber qué hacer con ella. Y es que no comprendo como todo estaba bien (o eso era lo que yo creía) y de un momento a otro, todo se derrumba, se desvanece, y entre tanto caos no me encuentro. Mis pensamientos en este momento eran mi peor enemigo, mis deseos por suprimirlos son más débiles que las ganas de ellos estar presente... atormentándome.
Para que mi día fuese aún mejor, el piso recién pulido hace que me tropiece hasta caer en las manos de un chico que se debe pasar todo el día en el gimnasio, es como una película de amor en la que la protagonista se enamora perdidamente a primera vista; el problema es que yo no estoy ni para películas, ni para amor a primera vista.
-supongo que estuve en el momento adecuado y en el lugar adecuado para que no te calleras- dice mientras lo ayudo a recoger los papeles que se cayeron al suelo cuando nos tropezamos.
-tal vez tus suposiciones sean correctas -
- ¿entonces un gracias seria mucho?- su pregunta hizo que una sonrisa casi se convirtiera en una carcajada; pero no lo fue.
-gracias- tenía que levantar un poco la cabeza para poder verle la cara, sino tendría que ver la chaqueta del equipo de futbol y una camisa blanca debajo de ella.
-me llamo Ricardo ¿y tú? -
-Mónica-
- mucho gusto Mónica-dice mientras arregla las hojas desordenadas que tenía en la mano, y una sonrisa tierna aparece en su rostro y sus ojos verdes me ven.
- mucho gusto Ricardo-
Su rostro me es conocido, pero no recuerdo en donde, lo más seguro es que lo he visto por los pasillos. Aunque no creo que solo en los pasillos ya mi cabeza está delirando.
Sigo mi camino hacia el salón, no es tan largo pero con lo que me gusta caminar me parece más largo que la muralla china. No entiendo porque no han cambiado las bisagras; que se puede esperar si ni siquiera han pintado las desgastadas paredes verdes de los pasillos. Me siento en el mismo lugar de siempre, en la tercera hilera junto a la ventana, es el lugar más fresco y donde los profesores fijan menos sus miradas. Hoy quería tener un día tranquilo, pero por los pasos que escucho detrás va a ser todo lo contrario.
-vaya humor con el que te has despertado hoy Mónica- dice Sebastián mientras se sienta en el puesto vacío que está a mi lado
-como ya lo dijiste no estoy de humor para que digas tus estupideces Sebastián-
- ¿yo decir estupideces?, me ofendes-mientras su drama sube a los cielos y se hace el ofendido.
- dime ¿qué quieres Sebastián?- insisto para que me deje en paz
-tal vez necesite un favor tuyo- dice casi que entre dientes
-¿en qué te metiste ahora?-
- en nada, solo necesito que si te llama mi papa le dices que anoche estuve contigo- pongo los ojos en blanco al pensar en el hecho de mentirle al papa de Sebastián otra vez.
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Amor Desconocido
Teen FictionEn el gran espacio que alberga el amor muchas veces nos perdemos y tomamos decisiones que no son las más correcta, navegamos y navegamos en busca del amor de nuestras vidas y seguimos un hilo rojo que solo existe en nuestra imaginación y en ese viaj...