•· Capítulo 11 ·•

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LUCAS SMITH

No ha pasado ni un mes desde que ingresé a ésta aburrida ciudad. Solo por un motivo, un gran motivo. Los Anderson van a pagar lo que hicieron con las personas que más amaba en mi vida, mi familia. Destruyeron mi hogar, y yo me encargaré de destruir el suyo.

Tantas veces juzgaba a quienes perseguían la venganza, pues mi lema era que la vida misma se encargaba de hacer que cada persona bebiera un trago de su propia medicina por lo malo que ha cometido. Pero en mi caso, el karma no funciona en aquellos que me han hecho daño.

Katie, cinco letras y un nombre interesante me llevaron a conocer a ésta divertida chica que me ha distraído de mi caos mental desde hace ocho años. Sí, sé de su existencia hace mucho tiempo. Pero no, ese no debería ser mi punto débil ahora, no puede.

Me hundí en mis pensamientos hasta que escuché a Jacob parlotear y decir mi nombre un par de veces para captar su atención. Había olvidado que estaba en la enorme casa del ególatra Steven justo en el obstensoso patio trasero.

—¿Y bien?, ¿en qué diablos piensas tanto? —Jacob no paraba de hacer preguntas siempre sobre mí, es sofocante— Ya vi como le tiras onda a Anderson, eres un matón no te creas —levantó una de sus cejas.

Lo miré incrédulo y luego agregué —Hey, no sé si te han dicho ya, pero eres un completo entrometido —él asintió con orgullo—. Y no, no le estoy tirando onda a Katie —zanjé—. Tú no lo entenderías —suspiré.

Volteó su mirada hacia las bebidas que yacían en la pequeña mesa enfrente y me miró de reojo desconcertado pero sin soltar alguna palabra.

—Bueno chicos, ¿listos para romper corazones en la fiesta del amiguito de tu novia? —Steven volvió a situarse en una de las sillas mirándome con diversión.

Fruncí el ceño.

—¿Novia? —bufé.

—Sí, Ka... Anderson ¿no? —sonrío lobuno— ya todos saben de ella, ya sabes, por su padre —apreté levemente la mandíbula a lo último.

—Uhm, sí. Y, no es mi novia —corregí—, ¿quién es el de la fiesta?

—Austin Wells, el capitán del equipo —contestó cómo si se tratase de lo más obvio—. Vaya, ¿en los entrenamientos estás en narnia o qué? —chistó.

Reí con sarcasmo y respondí —Okey, okey señor entrenador —me burlé.

—Nada gracioso el chiste, pero aún no entiendo cómo Richard lo ha elegido a él y no a mí de capitán —señala a Jacob y me mira con desánimo.

—¿Te he lastimado, nenita? —rió Jacob y lo acompañé— Bien, la fiesta será el viernes a las siete, la regla es que hay que llevar pareja y nosotros somos rompecorazones de Belmont —hundí mis cejas ante el sobrenombre tan ridículo.

—¿Qué? —escupí la bebida a un lado del césped riendo.

—Vamos Lucas. ¿Ya le dijiste a tu chica? —le di un golpe en el hombro a Steven por el comentario.

—No es mi chica y no pretendo que lo sea, ¿entienden? —los miré con seriedad.

Mhm, claro.

Jacob hizo comillas con sus dedos e imitó mi reacción.

—Pues, no iré a la fiesta. Decidido —sonreí abiertamente y ambos me fulminaron con la mirada.

—Eres un aburrido —bufó Jacob.

—No, tienes que ir —Steven alzó su dedo índice señalandome.

Mi vida, mis reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora