"Tal vez en otra vida"
Un día después de que Mau viera a aquella perversa chica, Aidan y yo fuimos a verlo.
–Hola -saludamos Aidan y yo al unísono cuando llegamos a casa de Mau-
–Uh, hola. Que bueno que están aquí, tengan -dijo y nos entregó un cartel a cada uno-
Los carteles decían "se regalan abrazos".
–Oh, ¿hoy iremos a regalar abrazos? -dije sonriendo-
–Exacto, señorita obviedad -respondió Aidan-
–Sí, vámonos ya -ordenó Mau-
–¡Esperen! -grité-
–¿Qué? -preguntaron Aidan y Mau al unísono-
–Tú no -dije y le quité el cartel a Aidan-
–¿Qué? ¿Por qué? -dijo con el ceño fruncido-
–Sí, ¿por qué? -repuso Mau-
–Puedes acompañarnos, pero no regalar abrazos. No permitiré que alguien más te abrace
–Oye, tranquila celosa -dijo Aidan y me arrebató su cartel-
–No quiero que una chica bonita se aproveche de lo que dice el cartel y ya no quiera soltarte
–¿Y qué pasa si un chico guapo se aprovecha de lo que dice el cartel y no quiera soltarte?
–Oigan, par de celosos, y, ridículos -enfatizó- ¿Vienen o no? -dijo Mau para terminar la escena de celos entre Aidan y yo-
–Vamos -dijimos Aidan y yo al unísono aún ninguno conforme con que el otro tuviera que regalar abrazos-
–Ok. Hay que ir a centros comerciales, plazas, parques; ahí debe haber demasiadas personas y al menos una querrá nuestro abrazo, o eso espero -dijo Mau y nos dirigimos a un centro comercial-
Llegamos al primer centro comercial que estaba repleto de gente.
–Hey! ¿Quién quiere un abrazo? -gritó Mau y empezó a abrazar (sin importar si querían o no) a las personas que se le cruzaban por enfrente-
–Uh, no me gusta mucho abrazar a las personas y menos si son desconocidos, pero todo por Mau -dije y sonreí ligeramente-
–Sí, todo por Mau -repuso Aidan- Estaré vigilando que ningún chico guapo te abrace -advirtió-
–Y yo vigilaré que ninguna chica bonita te abrace -advertí también-
Después de nuestras advertencias y antes de iniciar otra pelea de celos, Aidan y yo nos dispersamos por el centro comercial haciendo lo mismo que Mau; abrazar a cualquiera que se cruzara en nuestro camino. Ese día, los tres estuvimos recorriendo todos los centros comerciales, plazas, parques y cualquier otro lugar repleto de personas, hasta el anochecer.
–Hey! ¡Se regalan abrazos! -dije a Aidan cuando nos encontramos a la salida del último centro comercial que visitamos y corrí hacia él para abrazarlo-
Aidan y yo sonreímos y nos hundimos en la profundidad de ese abrazo.
–¿Has visto a Mau? -pregunté dejando de abrazarlo-
–No. Ya debería estar aquí
–¿Qué hacemos? ¿Entramos a buscarlo?
–¡No! -gritó Mau saliendo del centro comercial- Aquí estoy, aquí estoy -Mau jadeaba- Vámonos ya, un tipo me vio abrazando a su novia y me quiere matar, hay que correr. ¡Corran!
Aidan y yo atónitos ante la explicación de Mau, tiramos los carteles y empezamos a correr con él.
–Mierda, ahí viene -dijo Mau cuando vio al tipo acercarse-
El tipo nos alcanzó derribando y sometiendo a Mau en el piso, mientras la novia gritaba que lo dejara, y Aidan y yo presenciábamos la escena más anonadados que antes.
–¿Por qué estabas abrazándola? -gritó el tipo furioso, sujetando el cuello de Mau-
–Oye, amigo... -dijo Mau, pero el tipo lo interrumpió-
–¡No soy tu amigo!
–Ok, pero...
–¿Por qué la abrazabas? ¡Habla!
–Es que... Me estás asfixiando... Así se me complica hablar -dijo Mau con la voz entrecortada-
–¡Habla! -volvió a gritar furioso-
–Yo no la estaba abrazado -trató de explicar- Bueno sí, un poquito, pero es que, mira -señaló los carteles que habían quedado tirados metros atrás cuando empezamos a correr- ¿Qué dice ahí? ¿Sabes leer?
Después de sus estúpidas preguntas, el tipo apretó aún más el cuello de Mau y este se quejó.
–Dice "se regalan abrazos"; tú novia y yo no somos nada, sólo fuimos extraños abrazándose -explicó Mau- Es más, si quieres también puedo darte un abrazo a ti -dijo y abrió los brazos-
–¡Yo estoy abrazando a tu cuello! -exclamó el tipo-
–Sí, pero abrázalo menos fuerte, por favor -suplicó-
–Haz algo -dije a Aidan-
–Uh, sí -dijo y se acercó al tipo- Oye amigo, no, amigo no -corrigió rápidamente- Oye, está bien, ¿si? Él ya te lo explicó, nosotros sólo estábamos regalando abrazos y mi amigo le regaló uno a tu novia, es todo, no tienes porqué estar furioso
–Tú cállate -ordenó el tipo-
–Oye, viejo...
–¡Cállate! -dijo girando hacia Aidan y golpeándolo en el rostro.
Aidan se quejó cayendo al piso.
–¡Dios! -fue todo lo que pude decir ya que seguía anonadada-
–No quiero verte cerca de ella -advirtió el tipo a Mau-
–Está perfecto -dijo alzando los brazos en señal de inocencia-
El tipo por fin quitó sus manos del cuello de Mau y huyó con su novia.
–¿Están bien? -pregunté acercándome a Aidan y a Mau y los ayudé a levantarse del piso-
–Gracias por intentar... Mierda, estás sangrando -dramatizó Mau-
–Creo que el tipo me rompió la nariz y por poco los dientes -exageró Aidan apretando su nariz para tratar de detener la hemorragia-
–No exageres -respondí-
–Creo lo mismo -repuso Mau-
–No exageren -volví a decir esta vez en plural-
Después del incidente con aquél tipo y su novia, llegamos a casa de Aidan.
–¡Dios! -exclamó Roby con asombro y angustia- ¿Qué te pasó? -preguntó a Aidan después de abrirnos la puerta-
–Tú tampoco exageres, no es nada grave -respondí-
–¿Dónde está el botiquín? -preguntó Mau-
Aidan les explicó a Mau y a Roberta donde estaba el botiquín y ellos fueron por el.
–¿Tú estás bien? -preguntó Roberta a Mau cuando buscaban el botiquín-
–Sí -se limitó a responder Mau-
–Tu cuello dice lo contrario, está demasiado rojo -dijo con preocupación-
–Oh, es normal, estuve a punto de morir estrangulado, pero todo bien. ¿Tú? ¿Estás bien?
–Sí. ¿Por qué la pregunta?
–No sé, desde que llegamos de Roma te la has pasado aquí sola, sin salir... ¿Por qué? -inquirió-
–No tengo con quién salir -explicaba- Dani y Franco se la pasan todo el día juntos, Aidan y T/N igual, y tú con ellos. Pasear por la ciudad sola es aburrido
–¿Sigues celosa por lo de Daniela y Franco?
–En realidad no -confesó- Antes de Daniela, Franco no estaba interesado en mí, ahora menos, así que sólo me resigné. Además, no es que esté enamorada de él, sólo me gusta, mucho, pero ya da igual -dijo encogiendo los hombros-
Después de escuchar eso, Mau esbozó una sonrisa atenuada.
–Gracias -dije a Mau y a Roby cuando regresaron con el botiquín-
Abrí el botiquín y saqué un descongestionante nasal para aplicárselo a Aidan, según yo, eso ayudaría.
–Ok, te pondré esto -dije acercando el envase a la nariz de Aidan-
–¿Qué es eso? -preguntó Aidan, evitando que rociara su nariz-
–Descongestionante nasal -aclaré-
–¿Para qué?
–Para detener la hemorragia de tu nariz
–¿Arde?
–No. ¿Sí? No sé. Da igual -encogí los hombros-
Intenté ponerle el descongestionante, pero se resistió y empezamos a forcejear.
–¡Aidan, ya! -grité-
–No, es que me duele -se quejó-
–Y por eso déjame ponerte el descongestionante, así curaré tu dolor -sonreí ligeramente-
–Cura mi dolor con tus besos -dijo Aidan y Mau hizo un gesto de enfado-
–Les juro que si no muero de sida, moriré de diabetes. Hay demasiada azúcar aquí -rodó los ojos- Vamos Roby, vamos a un lugar libre de cosas empalagosas, cursis y ridículas -dijo Mau a Roby y ambo salieron de casa de Aidan-
Aidan y yo sólo reímos.
[...]
–¿Cuál es la siguiente cosa por hacer en tu lista? -preguntó Roberta cuando ella y Mau se sentaron en el pórtico de casa de Aidan-
–No llevo un orden específico
–¿Cuántas cosas te quedan por hacer?
–Cada vez menos, aunque muchas igual. Sólo espero poder hacerlas todas, excepto conocer al Papa, eso ya es caso perdido -dijo y Roberta rio-
–¿Hay alguna cosa en tu lista con la que te pueda ayudar? -ofreció Roberta esbozando una sonrisa-
–Uh, creo que sí
–Dime
–¿Ves la luna? -preguntó señalando hacia el cielo-
–Sí, luna llena
–Bailar bajo la luna, esa es la siguiente cosa en mi lista -dijo Mau sonriendo-
–¿Quieres que bailemos? ¿Sin música? -dijo enfatizando su última pregunta-
–Sólo imagina que en este momento está sonando una gran canción y sigue el ritmo de mis pasos -dijo Mau levantándose del pórtico y extendiendo su mano a Roberta-
Roberta tomó la mano de Mau y ambos se dispusieron a bailar con sus cuerpos muy pegados. Ellos no dejaban de sonreír mientras bailaban.
[...]
–¿Crees que se besen? -preguntó Aidan cuando él y yo presenciábamos aquella escena por la ventana-
–No, Mau no se atrevería -dudé-
–Yo creo que sí
Negué con la cabeza.
–¿Quieres apostar? -incitó Aidan-
–No creo que a usted le guste perder, señor Gallagher
–Si yo gano... -dijo omitiendo mi negación ante la apuesta-
–Yo te daré un beso, sí -me adelanté-
–No, no será un beneficio para mí
–¿Ah, no?
–No directamente
–¿Entonces?
–Si yo gano -continuó- Tú tomarás clases particulares de matemáticas -dijo y esbozó una sonrisa lobuna-
–¿Qué? -dije con indignación-
–Mau no la va a besar, ¿no? -sonrió-
Rodé los ojos.
–¿Y si yo gano?
–Todos los libros que quieras de cualquier librería -propuso-
–Ok -sonreí mientras rogaba que a Mau no se le ocurriera besar a Roby-
[...]
Mau y Roberta seguían bailando.
–La luna está hermosa hoy, ¿no crees? -dijo Mau a Roberta-
–Sí -dijo ella sonriendo-
–Igual que tú -dijo Mau y sin más besó a Roby en los labios-
[...]
–¡No! -chillé-
Aidan se carcajeó.
[...]
–Yo... Lo siento, no... -trató de disculparse Mau-
–Está bien -dijo Roberta y entró a casa-
–Que idiota eres, Mauro -dijo para sí mismo-
[...]
Roby entró a casa y se dirigió a su habitación sin decir nada. Aidan no dejaba de sonreír.
–Oye...
–¿Si? -respondió Aidan-
–Al menos puedo tomar las clases contigo -súpliqué- Tú eres bueno en matemáticas y apuesto a que eres un gran profesor -adulé pretendiendo que aceptara-
Aidan volvió a reír y negó con la cabeza.
Después de que Aidan se dignó a dejar de burlarse de mí por perder la apuesta y también después de que se dignara a aceptar que fuera él quien me diera clases de matemáticas, me despedí para regresar a casa. Cuando salí de casa de Aidan, vi que Mau estaba sentado esta vez en el pórtico de su casa, que era la casa frente a la de Aidan.
–¿Quieres que te acompañe a casa? -dijo Mau cuando me acerqué a él-
–¿En serio? Eso es estúpido cuando prácticamente tú ya estás dentro de tu casa -dije y Mau encogió los hombros-
–Puedo hacerlo si quieres -ofreció-
–Mejor dime, ¿Roby y tú...? -dije sonriendo-
–¿Qué? -fingió no saber de lo que hablaba-
–No te hagas, Aidan y yo lo vimos todo desde la ventana -confesé-
–Además de empalagosos, metiches -dijo haciendo un gesto de molestia-
–Sí, lo que digas. ¿Entonces? -sonreí expectante-
–No, Roby y yo jamás
–¿Por qué?
–A Roby le gusta Franco -explicó-
–¿Y a ti te gusta? -inquirí-
–¿Quién? ¿Franco? No, no, yo soy hetero
–No Franco, Roby -aclaré-
–Tampoco -se limitó a decir-
–A mí me gustas tú -dijo Mau en su mente-
–Y si no te gusta, ¿entonces por qué la besaste? -reclamé con molestia-
–Porque creí que debía hacerlo, sentí que ella esperaba que lo hiciera -explicaba- Pero luego me di cuenta que no quería que la besara cuando incómoda se alejó y entró a casa casi corriendo -dijo abrumado-
–¿Sentías que debías hacerlo? -dije todavía con tono molesto-
–Sí -frunció el ceño-
–Pues tu estúpido sentimiento me hizo perder una jodida apuesta -dije alterada-
Me arrepentí de decir eso.
–¿Qué? -preguntó casi gritando- ¿Tú y el imbécil de Aidan hicieron una apuesta?
–Sí -confesé apenada- Yo aposté que no la besarías y si ganaba Aidan me compraba todos los libros que quisiera, pero si perdía debía tomar clases particulares de matemáticas
–O sea que también son ludópatas -dijo rodando los ojos-
–¿Ludo qué?
–Ludópatas; personas que hacen apuestas compulsivamente -explicó-
–No, Aidan y yo no solemos apostar, sólo hoy. Así que gracias por hacerme perder la apuesta -reclamé y Mau volvió a rodar los ojos-
–A mí no me culpes de tus estúpidas apuestas
–Tal vez no eres culpable de eso, pero sí de creer que tenías que besarla sólo porque aceptó bailar contigo
–Me equivoqué -se limitó a decir-
Yo sabía que Mau estaba alterado y que yo no debía insistir con ese tema, sin embargo lo hice y me arrepentí de eso.
–Si no te gusta, no debiste besarla
Ante mi insistencia, Mau me vio con el ceño fruncido.
–¿A ti qué más te da? Yo después me disculparé con ella. Y si estás esperando a que te pida disculpas por que perdiste tu maldita apuesta, pues, ¡lo siento! -gritó- Ahora lárgate de aquí -gritó alterado-
Yo sabía que había colmado la paciencia de Mau y mis opciones eran quedarme y gritarle también o simplemente marcharme para dejar de molestarlo, pero no hice ninguna de esas. Todo lo que hice fue inhalar profundo para tratar de tranquilizarme, bajé el tono y luego seguí hablando con él.
–¿Qué te pasa? Nunca me habías gritado
–Dije que te largaras
–No hasta que te tranquilices
–¡Maldita sea, T/N! ¡Lárgate! -volvió a gritar-
–¡No! -grité también-
–Quieres saber por qué la besé, ¿no? -dijo aún alterado- Pues te diré la verdad, la besé por la misma razón por la que tú me has besado, la besé para tratar de olvidar a alguien, la besé para tratar de olvidarte -confesó- Ahora lárgate, por favor -suplicó gritando-
–No -negué con la cabeza- No me iré de aquí
–Entonces me largo yo -dijo y se levantó del pórtico para empezar a caminar lejos de ahí-
Mau era tan idiota que no pensó en entrar a su casa para dejar de verme, prefirió levantarse y caminar a un lugar alejado de su casa y de la de Aidan. No, en realidad no era idiota, él sabía que yo lo seguiría y obviamente se dirigió a otro lugar para que Aidan no pudiera escuchar nuestros gritos desde su casa.
–¡Espérame! ¿A dónde vas? -grité detrás de Mau-
Seguí a Mau hasta llegar a un lugar lejos de su casa; un callejón oscuro y desolado.
–¿Qué quieres? ¿Por qué no te has largado aún? -dijo Mau deteniéndose en aquél callejón-
–Porque estás mal y no pienso dejarte solo -respondí posicionándome frente a él-
–Y si tú sigues aquí me pondré peor -gritó con los ojos cristalizados- ¿Acaso no lo ves? Tu presencia me lastima. ¿Acaso no ves que sufro por ti? Me duele verte al lado de Aidan -dijo con frustración- Me duele que estés junto a él y no junto a mí
–Dijiste que tú eres feliz si yo lo soy -dije con consternación-
–Lo soy, pero no puedo evitar que aún así me duela que estés con Aidan -confesó con lágrimas en los ojos-
Al ver a Mau llorar, también empecé a derramar lágrimas.
–Fui un idiota, tú me diste la oportunidad y yo la desperdicié -se lamentó- ¿Pero sabes por qué no aproveché la oportunidad? Porque yo sabía que estabas confundida porque no me amas a mí, amas a Aidan, él es tu verdadero amor. Sin embargo pude haber tomado la oportunidad y hacer que te enamoraras de mí, pero no quise traicionar a Aidan...
–Yo...
–Tú amas a Aidan -dijo interrumpiéndome-
–Sí, pero también te amo a ti -respondí estúpidamente-
–Pero no como yo quisiera, sólo me amas como tu amigo y me conformo con eso, tengo que hacerlo. Pero no puedo negar que me duele verte con él y... Y ya no importa -secó sus lágrimas- De todas formas moriré pronto y jamás podré darte la felicidad que te dará Aidan, ahora y después de mi muerte
–Pero tú me has hecho feliz desde que te conozco y... -tragué grueso- Y cuando mueras, me hará feliz tu recuerdo
–O quizá no. ¿Recuerdas cuando me dijiste que yo nunca te he lastimado? -preguntó y asentí con la cabeza- Pues lo haré pronto, te lastimaré cuando muera, sólo espero que puedas perdonarme por eso
–No, no, no, yo no tengo nada que perdonarte. Tú jamás me has lastimado y sé que nunca lo harás. Me dolerá tu muerte, pero te recordaré y me seguirás haciendo feliz. Y algún día, cuando nos reencontremos en otra vida, sé que también me harás feliz -sonreí ligeramente- Tal vez en otra vida podamos estar juntos
–Si existe otra, claro
–Perdón... Perdón por no saber hacerte feliz -me disculpé sinceramente-
–No, tú me haces feliz -sonrió ligeramente- Pero también me duele, es inevitable, pero dejará de doler pronto -dijo haciendo referencia a su muerte- Dime algo, ¿alguna vez te gusté de verdad?
–Sí -confesé con sinceridad- Pero tampoco quise traicionar a Aidan, porque tú lo dijiste, suena cruel, pero sí, Aidan es mi verdadero amor
–Sí -suspiró- Tal vez en otra vida -repuso mi idea-
Mau se acercó a mí y nuestros cuerpos quedaron muy cerca, al cabo de unos segundos de vernos directamente a los ojos, Mau rozó sus labios con los míos.
–En esta vida no -dijo y se separó rápidamente antes que nos besáramos completamente-
–Lo siento -esbocé una sonrisa atenuada-
–Y yo. Ahora actuemos como personas maduras y regresemos a casa -dijo y sonrió-
–¿Hacemos como que nada pasó?
–Eso, en esta ocasión, sí es maduro -sonrió ligeramente- Pero antes quiero que sepas que te amo profundamente y que siempre lo haré
–Y yo a ti -sonreí-
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Aidan Gallagher, ¿mi verdadero amor? (Aidan y tú) [2]
FanfictionTodavía hay una promesa por cumplir y 268 aventuras más por vivir.