「Sawamura Daichi」

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───── ❝ Observame ❞ ─────

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───── ❝ Observame ❞ ─────

Dicen que cuando le pides algo a Kami-sama desde lo más profundo de tu corazón, con tanto ímpetu, con tanta angustia, con sinceros deseos... puedes ver el momento exacto del milagro.

—Por favor, Kami-sama... —la muchacha empuñó una mano en su pecho, aferrándose a su propia prenda de ropa. 

El balón caía y nadie parecía poder alcanzarlo, Karasuno había dejado todo en la cancha: habilidades, fuerza, espíritu, y el fruto de su esfuerzo llegó con el pitido del árbitro. El marcador final favorecía a la preparatoria de uniformes naranjas.

El público estupefacto demoró un segundo en reaccionar. Los cuervos habían derrotado al halcón; pronto el lugar se inundó en gritos eufóricos, ni siquiera los mismos estudiantes podían creerlo, pero era cierto, la victoria era suya.

—No puede ser... Lo lograron... ¡Lo lograron! —su amiga Nana la sacudía del hombro y le comentaba lo evidente, pero ella no salía de su ensoñación. Seguía derramando lágrimas silenciosas mientras veía a Sawamura abrazar a sus amigos y festejar la victoria.

—Estoy... muy feliz —fue lo que alcanzó a decir antes de cubrirse el rostro por completo y llorar aún más fuerte contra sus palmas.

Nana frotó su espalda y sonrió con ternura, su amiga era demasiado sensible y esta ocasión no era la excepción. 

La colegiala pudo recuperarse solo después de que los equipos se dieran la mano y le agradecieran a los entrenadores de los equipos contrarios... Y la calma se volvió tormenta. 

Su corazón empezó a latir despavorido al ver que los chicos se acercaban al público, justo delante de ella se encontraba Daichi, dentro de la formación junto al resto del equipo. El chico del que ha estado enamorada durante tres años consecutivos, aquel muchacho que la ayudó a llevar documentos al salón de profesores en más de una ocasión, el joven al que ayudó en varias ocasiones por ser la delegada de la clase y encargarse de los compañeros que faltan por permisos deportivos, ese cuervo de sonrisa alegre que siempre miraba a distancia y al que nunca se atrevió a confesar sus sentimientos por las miles inseguridades que habitaban en ella... Sawamura Daichi estaba ahí y le gustaba imaginar que la miraba a ella de entre toda la multitud.

—¡Sawamura está saludando! —Nana codeó a su amiga y miró a su compañero, pero entonces notó que sostenía algo en su mano—. ¿Ah, qué es eso? 

Cuando se dio cuenta de a quién iba dirigido el saludo, se arrepintió de haber hablado.

—¿Qué es qué? —su amiga secaba sus lágrimas derramadas una vez más.

—¡N-Nada, no es nada!

—¡Sawamura, Sugawara, Azumane! —gritó una linda chica que estaba más al frente en las gradas—, ¡felicidades por su victoria! —dijo con todas sus fuerzas, su voz estaba siendo opacada por los aplausos y ovaciones del público en ese lado de la cancha.

Nana lanzó una mueca de disgusto al ver a su amiga perder el brillo de sus ojos, casi pudo escuchar algo romperse dentro de ella cuando vio que Daichi levantaba un amuleto hacia la muchacha que los acababa de felicitar. Ver la mirada de ambos conectarse casi como si estuvieran hechos el uno para el otro, fue suficiente para ella. 

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Se mantuvo en silencio por el resto del evento, durante la premiación aplaudió solo por monotonía y cuando el equipo ingresó a los vestidores para cambiarse de ropa, la joven contrariada vio su oportunidad.

—Michimiya-san.

La capitana del equipo de voleibol femenil se dio la vuelta para atender a quien le llamaba. Una chica con el uniforme de su escuela llevaba una mirada severa, la recordaba como la delegada de la clase C, pero no se sabía su nombre.

—Etto... ¿Qué necesitas? —se rascó la mejilla con nerviosismo y sus dos amigas se quedaron dos pasos atrás para darles privacidad.

—Sawamura-san y tú... ¿Están saliendo? —sin mayor rodeo o vacilación lanzó la pregunta que le estaba consumiendo por dentro. 

Yui se sonrojó en demasía y comenzó a tartamudear.

—P-Pe-Pero, ¿po-por qué lo pre...guntas? —movió sus manos exagerada y nerviosa.

—Por favor, solo responde sí o no —le pidió con insistencia.

Michimiya bajó la mirada y con mucha resignación le dio su respuesta, olvidándose del nerviosismo y la vergüenza. 

—No.

El rostro se le iluminó a la muchacha y en este mismo se volvió a dibujar una amplia sonrisa.

—¡Arigato! —le dedicó una reverencia y salió corriendo veloz.

Nana tenía en su hombro las mochilas de ambas y desde su interior le deseó suerte a su amiga, tras verla correr con demasiado entusiasmo.

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En los vestidores la delegada irrumpió sin permiso, errando completamente en su objetivo, pues eran los vestidores del Shiratorizawa. Los muchachos se escandalizaron al verla, uno que otro se cubrió sintiéndose expuesto, ella simplemente los miró por encima.

—¿Necesitas algo? —el Guess Monster fue quien se atrevió a preguntarle, parecía que sus compañeros habían quedado mudos.

—Vestidores de Karasuno —dijo con la respiración agitada.

—La puerta que sigue —señaló a un costado y ella asintió mientras cerraba y empezaba a correr de nuevo.

—Wakatoshi-kun, ¿estás sonrojado? —se fijó el larguirucho joven en su amigo.

—Ella me vio en calzoncillos...

—Da gracias que los tenías puestos, Wakatoshi-kun.

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Y en la puerta contigua, la delegada de la clase C acababa de entrar y gracias al cielo que todos aún estaban en uniforme, aunque igual no le hubiese importado si hubiera sido una situación similar a la de los otros vestidores, pero aún así el destino estuvo de su lado.

—¿I-Inchou? —Sawamura la reconoció de inmediato.

Ella se acercó a paso firme hasta Daichi y juntando fuerzas de quién sabe dónde, se colgó del cuello del capitán y estampó un tierno beso en sus labios.

—Yo te observo, Sawamura-san... Y quiero que tú también me mires a mí.

Janny R.

Haikyuu! [One Shots].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora