¿Nos conocemos? (L.S.)

Capítulo 18: Huir.

¿Por qué esas palabras? ¿Realmente las mencionó? ¿Enserio? 

¿Tan pronto? ¿Sin aviso? 

¿Sin alguien quien le pudiera sostener?

¿Y qué era eso que sentía? ¿Por qué dolía tanto? 

¿Era su imaginación o sus pulmones dejaron de funcionar?  Porque llegó a creer que se ahogaba.

¿Acaso sus ojos no mostraban suficiente el sufrimiento que su ser llevaba por dentro? ¿No era capaz de hacerle ver lo mucho que se estaba perdiendo su mirada al observar sus ojos verdes? 

¿Por qué llegó a pensar que funcionaría, que sería valiente, si Louis siempre fue su mayor debilidad?

¿Qué iba a ser diferente ahora, si él jamás podrá verle de la misma manera, si para él, ellos nunca ocurrió?

¿Cómo decirle a alguien que nunca le has conocido y sentir al mismo tiempo que toda tu existencia tiene sentido a su lado? 

Sería como decirle que jamás le amaste, le abrazaste, le lloraste, le odiaste para volver a amarle más fuerte. 

A pesar de que la felicidad y la tristeza siempre van de la mano, se complementan, se turnan por momentos, se dan treguas cuando se necesita...

...ahora la felicidad parece haberse desvanecido dejando a la tristeza sola, consumiendo el cuerpo donde habitaban.

La tristeza añoraba tanto a la felicidad.

Harry añoraba tanto a Louis. 

Y fue justo al tenerle enfrente, con sus labios aún algo separados tras esa pregunta que su mente se lo quiso recordar. Ese dolor de la ignorancia. Ese dolor de la impotencia. 

Aquel cuarto de baño se empequeñecía por momentos y esa falta de aire parecía hacerse notar en Harry, quien hacía el mayor esfuerzo por no caer al suelo. Todo en él temblaba. Era ridícula la situación.  

A esas alturas, la confusión del castaño era más que notable y no sabía cómo actuar al respecto. 

"¿Te encuentras bien?" Louis puso su mano en el hombro de Harry, de manera reconfortante. 

Pero al sentirlo, su daga atravesando su fina piel, dejó que sus lágrimas sacaran de nuevo lo que le mataba lentamente. 

Harry se apartó hacia atrás, en pasos rápidos, casi tropezando. Se dio la vuelta, sin verle. Era justo lo que necesitaba, evitar la realidad que le estaba ahogando. Iluso. Tan iluso. 

Entro como pudo en uno de los baños. Cerró la puerta con seguro y se sentó con sus piernas abrazadas en el suelo. Pronto sus sollozos se hicieron audibles dentro del cubículo y poco le importaba la escena que estaba creando delante de ese chico, quien seguramente solo lo veía como cualquier persona desconocida haría. Daba igual porque ese chico jamás entendería aquel sufrimiento que el pequeño tenía, soportando el peso de recuerdos de dos personas y que poco a poco le iba a aplastando. 

Puso sus manos extendidas en su rostro cuando sus lágrimas se tornaban poco a poco en un llanto desconsolado. Jamás creyó que eso ocurriría. Estaba tan convencido de que podría con ello que se sintió decepcionado consigo mismo, e incluso, con Elena.