Capítulo 20 - Dante -

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Caos sería la palabra perfecta para definir lo que se desató a partir de ese día, a partir de que Ishtar y yo llegaramos a la cabaña para encontrarla envuelta en llamas. 

Con el corazón en un puño, corremos sin descanso hacia el interior de la cabaña en busca de nuestra familia y amigos, desesperados por encontrarlos aún vivos. Un destello blanco me hace entornar los ojos para ver el campo de fuerza reluciente de Ishtar envolviéndonos y desviando el fuego. 

La veo mirarme con sus ojos dorados asustados y casi me parece oír su voz en mi mente. "Por favor, apaga el fuego". Extiendo mis alas y mis brazos, cubriendo todo el espacio del salón, y el fuego comienzan a consumirse enrollando sus rojas ascuas sobre mí. 

El grito de angustia de Ishtar cuando por fin solo queda humo a nuestro alrededor me llega como un eco lejano y levanto la vista en busca de su voz. 

- ¡No, papá! - gime ella. 

Mis pies salen disparados hacia la habitación y la escena me deja paralizado en el sitio. Mi madre aún tiene sus brazos en alto y unas débiles chispas moradas salen de sus dedos donde antes debía haber un hechizo protector, mi hermano se oculta tras ella sujetándola para que no caiga en el suelo sin fuerzas, pero eso no es lo peor. 

- Tenéis que iros de aquí, ella sigue en la casa, es una trampa. - balbucea Sarah con un gran esfuerzo obligándome a mirarla. 

Sara sujeta a Dafne casi igual que mi madre a mi hermano, solo que la ninfa ha perdido el conocimiento. Busco con la mirada un poco más allá para localizar a Ishtar junto al cuerpo desplomado de su padre y me acerco a ella con pánico. 

Ishtar tiene las manos en el pecho de su padre cubiertas de sangre y está intentando usar su poder de curación en vano. 

- Vamos… Papá, por favor, no me hagas esto… - sus sollozos rompen algo dentro de mí y me dejo caer en cuclillas a su lado. 

- Ishtar… Lo siento… - susurro sabiendo que no hay vuelta atrás para Aday. 

- ¿Por qué ibas a sentirlo? ¡No está muerto! ¡Lo lograré solo dame unos minutos! - grita ella sin poder dejar de llorar. - ¿De qué me sirve ser lo que soy si no lo logro? 

- Tenemos que irnos, todos, Ishtar, por favor. - pongo una mano sobre su brazo y ella se deja caer sobre su padre desesperada. 

- ¡No, por favor! -

El grito desgarrador de Ishtar retumba en las paredes de la casa y me hace ponerme en pie de nuevo. Mi hermano me mira completamente devastado y yo intento darle tiempo a Ishtar mientras ayudo a los demás a bajar al refugio del sótano, fuera del peligro y del humo. 

Cuando vuelvo a la habitación, Ishtar ha soltado a su padre y su cuerpo se contrae en un silencioso sollozo tras otro, consciente ya de que ha perdido a su padre. 

Apenas tengo tiempo de poner un pie de nuevo en la habitación cuando me rodea una especie de cuerda blanca que se ata a mi cuello, mis manos y mis pies como si tuviera vida propia y me abrasa. 

- Vaya, por fin os dignáis a aparecer mis queridos ancestrales, os estaba esperando. -

La voz femenina me hiela los huesos e Ishtar se levanta furiosa mirando a su dueña con sus ojos rojos destellando ira. Las cuerdas mágicas no me dejan moverme, pero no me hace falta girarme para saber quién esta acercándose a mi espalda lentamente. 

- Tú… Amber… - gruñe Ishtar delante de mí mientras sus alas negras se extienden. - ¿Dónde están los demás? 

- ¡Oh vaya que sorpresa más agradable! Nunca pensé que te encontraría con un cambio de look, las alas de Ángel caído te quedan mejor que las de niña buena… - la vampiresa de El Círculo pone una de sus alargadas uñas en mi garganta y acaricia dejando un leve corte a su paso. - Una pena haber tenido que matar al humano para presenciarlo, ¿verdad? 

Ishtar parece activarse como una bomba ante mí y su rugido suena casi animal. 

- No vais a salir vivos de aquí, ni tú ni tus amigos, zorra. Vas a pagar con tu propia sangre lo que me has hecho. - Ishtar tiembla de rabia y aprieta los puños acercándose a nosotros. - Diles que salgan, ¿o son demasiado cobardes? 

- He venido sola, no necesito a El Círculo para coger a dos críos, pequeña Ángel… - Amber se mueve rápido tras de mí y me sujeta como si fuera una ofrenda ante Ishtar. - Si me tocas, tu amigo, amante o lo que sea correrá la misma suerte que tu padre. 

Ishtar se paraliza un segundo, pero después sonríe con una mirada que me aterroriza incluso a mí. 

- Tú misma, no me importa él. - el campo de fuerza de Ishtar brilla a su alrededor y escucho a Amber bufar como un gato molesta por su luz. - mi padre, sin embargo, si que me importaba y tú lo has matado. 

Ishtar extiende las manos como si estuviera poseída, mientras su Iris rojo consume la totalidad de sus ojos como un demonio y el fuego azul que suele salir de sus manos rodea todo su cuerpo y alas. 

La imagen de Ishtar como si fuera un ángel exterminador me seca la boca y temo que olvide que estoy justo delante de Amber cuando ataque. 

- ¿Qué es esto? No deberías poder hacer eso… - balbucea la vampiresa temblando detrás de mí

Una bola de fuego Azul cruza la habitación directa hacia ella y rozando mi mejilla. No sé si sorprenderme más porque le ha dado de lleno en la cara a Amber o porque su fuego, por primera vez, me ha dejado una quemadura en la cara. 

Amber grita de dolor y me suelta para cubrirse la cara. 

- ¡Maldita niña! - grita con furia. - Si no os llevo vivos os llevaré muertos. 

Las asquerosas manos de Amber se ciernen sobre mis hombros y sus dientes se clavan en mi cuello para llevarse mi sangre. 

Gruño un momento por el dolor y después todo se comienza a volver borroso, pero atisbo a ver a Sarah y mi madre aparecer en la habitación y atrapar en una especie de jaula mágica a Amber y después, su rostro cerca del mío mirándome desde lo alto. 

- No, no, no, no, por favor Dante… - Ishtar me acuna en su regazo y siento el aire fresco moviéndose sobre mi cara cuando sus alas nos envuelven a ambos de forma protectora. - No me dejes tú también por favor… 

Algo mojado cae sobre mí y soy vagamente consciente de que Ishtar está llorando, pero el sueño comienza a vencerme y cierro los ojos escuchando su voz. 

- Dante despierta, por favor, no me dejes sola… - sus sollozos me mantienen un momento a flote, entre el cielo y el infierno y abro con dificultad mi boca para responderle. 

- No estarás sola… - digo sin más. 

- Si no te tengo a ti será como estarlo, Dante… - la noto inclinarse sobre mí y rozar sus labios sobre los míos como una caricia. - Quédate aquí Dante, conmigo… Te quiero y que arda el mundo si es malo que esté enamorada de un demonio, pero no me dejes arder sola. 

- Yo también te quiero mini Lucifer… 

Alcanzo a decir, o al menos eso creo, justo antes de que la oscuridad me arrastre con ella aún sintiendo sus labios pegados a los míos desesperados. 

Atraída por el mal [...A La Venta En amazon...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora