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Narrado en tercera persona
—Mamá va a matarte. —Espeta Oliver molesto apoyado sobre la puerta del acompañante.
—Ya, deja de ser un maldito estorbo y ayúdame ¿Quieres? —Habla Emma desde la baulera.
—No se porque demonios te seguí la corriente Emm. —Responde el rubio.
—Porque te encanta ser un maldito estorbo en mis asuntos. —Le sonríe la pelirroja cínicamente. —Ahora ¿Vas a ayudarme o te quedarás ahí siendo un inútil? —Habla recogiéndose el cabello en una coleta mal armada.
Ella sabía que no tenía que tomar el automóvil de su madre, menos después de destrozar más de cuatro autos y que le negarán rotundamente que tenía prohibido volver a tomarlos sin permiso, su hermano le reprocho una y otra vez que era un error, pero Emma se negó a escuchar a su mellizo. Así que Oliver decidió que tendría que acompañarla para evitar un desastre y sobre todo cuidarla.
El a veces, creía que ella era una niñata estupida, pero siempre la cuidaba. Por más insensibles que parezcan ambos, se querían con locura y jamás permitirían que un tercero les haga daño, ya que según su lema, entre ellos podrían matarse e insultarse, pero jamás permitirían que alguien de a fuera los lastime.
Y como predijo Oliver, estaban en el medio de una ruta desierta, con el Audi R8 color escarlata de Evee, que le obsequió Queen en su cumpleaños número treinta y nueve destrozado. Para ella era una reliquia, su mejor auto, aparte del Ford Thunderbird rojo que también se lo dió su marido, mucho tiempo antes de que ellos siquiera existiesen.
—Emm, tienes que llamar a la grúa. —Habla el rubio aún en su posición.
—¡No! —Grito ella observando el gran choque. —Joder, que mamá se va a enterar antes de que pueda arreglarlo. —Dijo histérica levantándose del pavimento.
—Eres idiota hasta para conducir. —Le contesta su hermano con una sonrisa maliciosa y ella le clava la mirada molesta. —Sobre todo porque le diste a un poste. Ni siquiera para chocar sirves.
—¡Joder! No puedo no asistir a la maldita fiesta Oli, pero tampoco quiero que mamá me encierre de aquí a que me gradúe de la universidad. —Chilla en el medio de una rabieta y se detiene a observar con ternura a su mellizo. —Oye.. ¿tú podrías...
—Oh no, eso no funciona conmigo hermanita. —La observa molesto. —No dejaré que me toquen los cojones de nuevo por tú culpa, llama a papá, el sabrá que hacer con su pequeña bebita descuidada. —Habla sonriendo con malicia.
—Llamaré a Damon. —Habla tomando su móvil pero Oliver se lo arrebata rápidamente, ya que aunque son mellizos, le lleva por lo menos una cabeza de altura.
—¿Llamaras a Molina? —La observa enfadado. —¿Después de lo que paso?
—No entiendo por que odias a Damon Oliver, prácticamente crecimos con el. —Habla intentando robarle el movil.
