Barquilla derretida.

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- ¡Vaya! Incluso hasta a mí me da curiosidad leerlo -esperé a qué se cargará la página completa pero esos tres puntos suspensivos en el centro de la pantalla, se mantenían de la misma forma- No carga, Diana.

Le di su teléfono, ella me lo había prestado para leer el blog de Débora: Forever Young, solo que terminó cargando un pequeño trozo de lo que decían de mí. Y yo que tenía verdadera curiosidad.

- Disculpa, sigo sin recargar-acepté sin problema mientras ella guardaba su teléfono en su bolso azulado.

- Creo que yo puedo entrar-Scarlett metió su mano en el bolsillo y sacósu teléfono- La última vez que lo leí fue hace dos días. Debe estar ahí, no lo borré.

Íbamos a mitad del pasillo donde habíamos visto clase, ya era viernes y aún no creía que la semana hubiera ido sin tanto alboroto.

- Aquí está...

- ¡Josephine!-inmediatamente detuve mi caminar, alguien me estaba llamando.

Se escuchó la misma voz, pero cerca. Más cerca- Hola —era Edrian, llevaba un suéter de lana y el cabello un poco revuelto como si el viento se hubiera empeñado en arruinarle su peinado.

- Hola.

- Hola Diana-ella saludó ligeramente- Hola Scarlett-ella no respondió.

La Vi por el rabillo del ojo, estaba viendo a los lados como si la altura de Edrian no ocupará gran espacio.

- Ehh, quería saber si quieres comer conmigo... Y con los chicos: Shawn, Stefan. Nos pareció raro que no volviste-hablaba con tanta amabilidad que incluso si le hubiera dicho que no de la forma más amigable posible se abría escuchado grosero.

¿Digo que sí?

No, y dónde dejas a Diana y a Scarlett. Ni se te ocurra dejarlas.

Lo tengo.

- Solo si Diana y Scarlett pueden venir conmigo-el abrió su boca, ellas en definitiva no estaban invitadas pero era eso o nada- Claro.

- No -me giré sin creer la respuesta de Diana- Scarlett y yo tenemos que buscar unas cosas, vayan ustedes. Te alcanzamos después, Jo. Buen provecho.

Tomó a Scarlett de la mano, que seguía de piedra y se fueron juntas.

Y me quedé sola. Grandioso.

- ¿Vamos?

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- ¿Cómo te ha ido en la ciudad que nunca duerme?-el se acomodó su cabello pero solo alcanzaba empeorar el desorden.

- He podido dormir si a eso te refieres. ¿Naciste aquí?

- Sí, en Manhattan.

- ¿Y que hacías en Pensilvania?

¿Estaba siendo muy intrusiva?

- Negocios de la empresa de mi padre, no he empezado la universidad pero eso no significa que pueda librarme del negocio familiar. Viajo con él cada vez que puedo-el abrió la puerta, dejándome pasar. Y volvió a mi lado.

- ¿En qué trabaja tu padre?

- Cadenas de hoteles. Compramos uno antes del viaje hacia acá -informó como si hablara de un helado y no de algo tan grande como un centro.

- Wow. Yo hace dos días compré pollo en la cafetería.

- Toda compra es importante, hasta la más mínima.

- ¿Eso dicen?

- Eso dice mi padre, el cree que si haces un buen plan de negocios y te fijas pequeños puntos que te sirvan para escalar, cuando menos lo esperes estarás en la meta.

Queremos que nos quieras, Jo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora