Extra, capítulo quince

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Estaba familiarizada al aroma agradable que flotaba en el aire, al ruido de los utensilios de la cocina y a la brillante luz que ofrecía el sol en esa zona del departamento todas las mañanas. Mientras me sentaba tras la barra no pude evitar reflexionar sobre los cambios que sacudieron mi vida en los últimos meses.

Me sentí abrumada al concientizar todo lo que había ocurrido. Seis meses atrás vivía en Nueva York, ajena a todo lo que deparaba el futuro para mí. Jamás contemplé la posibilidad de encontrarme de nuevo en México, disfrutando de mi mejor momento laboral —hasta el momento—, con una anillo de compromiso en mi mano izquierda e instalada en aquel lugar al que creí nunca volver y que pese a todo seguía sintiendo mi hogar.

Contemplé el diamante que brillaba en mi anillo sin poder salir de mis cavilaciones. Mi vida había dado un giro brusco con el que me hallaba completamente cómoda. De alguna manera sentía que aquel era el flujo natural de las cosas, que me encontraba en mi sitio sentada en la cocina del penthouse mientras Norma preparaba el desayuno y Pablo hacía yoga en la terraza.

—La veo muy contenta esta mañana.

Le sonreí a Norma mientras sujetaba el café que me ofrecía, aceptando en silencio su afirmación. Lo estaba, tenía razones de sobra para sentirme feliz. La invitación para el casting de Victorias secret me tenía pletórica, flotando en un sin fin de posibilidades alentadoras que me mantenían con una enorme sonrisa en los labios y el corazón acelerado.

Sorbí el café deseando llenarme de la energía que necesitaba para el día agitado al que estaba a nada de enfrentarme. La emoción que desató recibir la noticia provocó que dormir terminara siendo complicado. Fue como si mente necesitó del silencio de la madrugada para procesar todo lo que estaba ocurriendo en mi vida. El teléfono vibró sobre la barra recordándome que no tenía mucho tiempo. Respiré hondo y lo dejé en el mismo sitio tras leer el mensaje de Mariano.

Alejarme de Pablo después de la última semana juntos no me animaba en lo absoluto, no obstante, sabía que, el viaje a Nueva York era lo que necesitaba en ese momento. Según la estrategia creada por Mariano y Benjamín, reforzar mi internacionalización era el primer paso para garantizar mi éxito en el casting. Pese a ser consciente de que estaba haciendo lo correcto, no pude evitar sentirme un poco mal, por irme con tanta prisa.

La sonrisa de Norma me alertó de la presencia de Pablo, ladeé el rostro observando por encima del hombro como se adentraba a la cocina mientras tomaba agua y caminaba despacio. Hice girar la silla para verlo con mayor comodidad, contemplando con atención su torso desnudo. Se me antojó tocarlo, aplastarme contra su pecho y darle un par de besos en el cuello.

En lugar de ceder a mis impulsos, junté las manos e incliné la cabeza para saludarlo.

—Namasté. —Pese a entornar los ojos y no tomar en serio aquel gesto, me imitó, juntó las manos e inclinó ligeramente la cabeza.

—Mi alma saluda a la tuya —respondió.

Mi seriedad se acabó en ese momento, comencé a reír mientras extendía los brazos esperando un abrazo. Me separó las piernas tras acercarse por completo, acomodándose para apretarme contra su pecho. El suspiro que salió de mis labios evidenció mi satisfacción. Le pasé las manos por la espalda, tocándolo a como se me había apetecido desde que bajé y lo vi sentado con las piernas enrolladas y la espalda erguida.

—Mis chakras se acaban de alinear con este saludo. Estoy vibrando alto.

—Aunque te burles necesitas que se alineen, por eso tu energía no fluye y siempre estás irritable.

Malas Decisiones Escenas extraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora