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Me desperté a las 7am para preparar todo lo del día. El desayuno, las toallas y las botellas con agua fresca para el entrenamiento.
Me puse el delantal para empezar a fregar lo del día anterior y ponerme a cocinar unas tortitas acompañadas con chocolate, fresas o sirope. Estaba perfectamente puesto para que cada uno se echara lo que quisiera.
Cogí un vaso de agua y me tomé una pastilla para relajarme. Sólo por si acaso.

Cuando el desayuno ya estaba listo empecé a llamar a todos a sus puertas.
Cada uno bajó a su ritmo, pero faltaba Gianluca.
Fui a su cuarto y toqué tres veces.

-Dejame dormir...- se escuchó molesto detrás de la puerta.

Opté por abrir la puerta -El desayuno ya está listo. Toca entrenamiento dentro de veinte minutos, te recomiendo comer algo antes- dicho esto salí de la puerta, escuchando unos quejidos por su parte.

Cuando volví a la cocina casi todos habían acabado. Me fijé bien en lo que cada uno había comido. Tenía que pedirle una lista a Paolo de lo que comía cada uno para intentar hacer las comidas más equilibradas para cada uno.

-En diez minutos empezamos el entrenamiento- dije mientras empezaba a fregar los platos y bandejas que empezaron a dejar los chicos.
Todavía no había rastro de Gianluca.

-Paolo.

-¿Sí? ¿Necesitas ayuda con algo?- dijo entrando a la cocina.

-Gianluca aún no se levanta y el entrenamiento está a punto de empezar. A mi no me va a hacer caso, lo sé, ¿Puede llamarle tú por favor?- dije con cara suplicante.
Por muy hijo de puta que hubiera sido conmigo, yo me preocupaba por todos los del equipo, y Gianluca pertenecía al equipo.

-¡Claro!- dijo con una sonrisa y un pequeño ¿Sonrojo? No, habré visto mal.

-Gr-Gracias Paolo- dije tímida.

¿Qué cojones te pasa Laia? Ni si quiera a este punto habías llegado con Jude.
Será sólo la timidez por no conocerle, ya está.

Cuando Paolo salió de la cocina solté todo el aire que tenía retenido. Ni si quiera me había dado cuenta de que estaba haciendo eso...

En cuanto terminé de fregar todo, metí las botellas en una nevera pequeña para que se mantuvieran frías cuando las saqué de la nevera, cogí las toallas y las puse encima de la neverita y, como pude, fui al campo de entrenamiento.

Todos estaban entrenando muy duro, pero sentía que faltaba algo.
Unos cinco minutos después se vio llegar a Paolo junto con Gianluca, y se incorporaron al entrenamiento.
Saqué la libreta y empecé a anotar todo lo que podía.

no dejes de amarme  (Paolo Bianchi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora